LOS CHICOS VIRILES DE DON BLAS
Ante la muerte, acaecida en enero-2014, del aspirante a Caudillo del notario (y notorio, a su vez, en los años de nuestra Transición Politica, por sus soflamas en defensa de los valores de la pátria, y de los animosos ataques a los ciudadanos, de a pie, por parte de los chicos afiliados a su partido ”Fuerza Nueva”) don Blas Piñar –elegido diputado al Congreso de los Diputados por Madrid desde 1979 a 1982 con los votos de la coalición política ultraderechista “Unión Nacional”– le viene a la memoria (no sabemos si considerar, a esta, histórica como la que ha quedado en aguas de borrajas y con los muertos, aún, a buen recaudo en las cunetas y fosas comunes sin abrir –reseñar que los la mayoría de los cuerpos de desaparecidos ni se han recuperado, ni han sido identificados, faltaría más, se preguntarán muchos ¿para desenterrar adversarios muertos y depurados, por nosotros mismos, ganamos la guerra?, pues no hay donde gastar el dinero público…en ayuda a la banca, por ejemplo, a costa de los recortes en educación y sanidad, entre otros. Dicen que somos la única “democracia” en la que, acabada una dictadura, no se ha investigado el terrorismo de Estado acontecido durante el tiempo que duró la larga noche fría de casi 40 años, aunque algunos quedaban bien calentitos, por ejemplo, en la Dirección General de Seguridad, la llamada Casa de Correos –la de las campanadas de las uvas de ahora- sita en la Puerta del Sol de Madrid) a Rebocato el encontronazo sufrido, previa provocación por su parte, con los cachorros del fenecido -notario/notorio- arriba mencionado, en una fría noche de Reyes Magos que pudo dejarle frío para siempre al provocador (con tanto frío esto ya parece un anuncio de Pescanova).
REBOCATO MOZO EN MADRID
Rebocato ya mozo y con algunos cuartos en el bolsillo, ganados con el sudor de su frente, quedaba con los amigos los sábados y domingos por la tarde (entre semana tenía que trabajar y estudiar), en uno de los bares de una glorieta de Madrid con nombre, esta, de capital de provincia vascongada (como las definíamos ayer), a las 17:00h. No era necesario, para quedar, gastar en llamadas telefónicas ya que, los móviles brillaban por su ausencia y los fijos no los tenia todo el mundo, disponibles, en casa.
La quedada era a esa hora perenne fijada de
antemano, acudiera quien acudiera; el último en llegar, fuera de hora, pagaba
la primera ronda de cubatas. Con el transcurrir del tiempo, Rebocato vislumbró
el por qué algún amigo aparecía, más tarde y sin previo paso por la
cafetería, directamente en la “disco”, alegando que había pinchado el metro (es
un decir).
Eran los primeros tiempos de la
recién estrenada Transición Política, y en Madrid los pubs se cerraban a las
02:00h. y las discotecas nocturnas sobre las 03:30h de la mañana. Después de esta
hora, en la noche madrileña (aún faltaban unos años para disfrutar de la, tan
traída y llevada, movida madrileña de marras), el único lugar público, abierto
al ídem, para el jarreo era el Drugstore de la calle Fuencarral, próximo a la mencionada
Glorieta, al cual, y a esas horas tan intempestivas, concurría “lo mejor de
cada casa”, como canta el Serrat sobre sus amigos en la canción “Las malas
compañías”:
Ya metidos de lleno en la Transición Política
nuestra, nuestro amigo Rebocato volvió a nacer en la aludida noche de Reyes.
Trató de hacer política (en este caso conscientemente aunque alegando,
apócrifamente, a los municipales –que no llegaron a aparecer– para evitar que,
estos, le remataran: “Que llevaba tres copas” –como entona el J. Sabina en la
canción “Y nos dieron las diez”-) y los "chicosfachasbien" de entonces (nada que ver con los "chicosasaltacongresosperrosflautasmal" actuales) de Fuerza Nueva le abrieron la cabeza y la mano derecha a pesar, por
lo de la singular mano, de que los agresores eran de tendencia, más bien,
bastante ultraderechista (aún no nos atosigaban los liberales de nuevo cuño
–neoliberales- adalides de las nuevas libertades de los de siempre, como Dios
manda).
He aquí, a continuación, los hechos relatados,
según recuerda Rebocato, y acontecidos en la aciaga y gélida tarde/noche de marras:
Es una bonita tarde del día 5 de enero de 1978. Encuéntrome
disfrutando de un permiso reglamentario –en Madrid capital– y estoy realizando el Servicio
Militar Obligatorio (al estilo de las posteriores Historias de la Puta Mili,
con sargento Arensivia, personaje de la revista “El jueves”, incluido) que cumplo en una capital de provincia del norte del litoral levantino.
Quedo, dicha tarde, para ir
de marcha (pero no de la militar de la que estaba ya un tanto ahíto, y hartito,
después de un año sirviendo a la Patria, si no de la de Pubs y discotecas, amenizada
con la consecuente ingesta de cubatas pertinentes, necesarios estos, para
ambientarme y perder la timidez a la hora de tratar de confraternizar con las
féminas) con otro colega y amigo mío llamado El Dioni (no confundir con el
famoso del furgón del dinero robado, aunque tenia mas peligro que este) el cual también estaba “disfrutando” del
permiso del Servicio Militar que
lo transigía, –el servicio, no el permiso– en una capital de provincias del interior del al-Andalus, territorio que reclaman, actualmente, con
argumentos varios, algunos islamistas, que no islámicos. (Podría, a aquellos,
el gobierno de Mariano ofrecerles la nacionalidad española y ¡olé!, como ha
hecho, recientemente, con los antiguos sefarditas, a los que echamos de Sefarad
y se largaron con las grandes llaves de sus casas de aquí, barruntando que iban
a regresar, como quien dice, en cuatro días. Sería bonito volver a ver convivir a las tres culturas con tronco común de la religión monoteísta originaria de la Patria Ur de Caldea con el padre Abraham –que no era maño como un amigo mío llamado igual– dirigiendo las operaciones. Eso si, las gentes de cada cultura en su propio gueto, con sus gastronomías, ritos, vestimentas, oficios y costumbres bien diferenciados, como barruntando: “cada uno en su casa y Dios en la de todos”).
Nos citamos, sobre las 5 de
la tarde (la hora tradicional de las corridas de toros), con los otros amigos
disponibles, en el Café Comercial (donde, dicen, se inspiró el Camilo José Cela
–al que, en su día, si no le dan el premio Nobel organiza la tercera guerra
mundial con participación española incluida– para escribir su novela “Café de
artistas”) sito en la Glorieta de Bilbao, donde, una vez allí, procedemos a
tomamos un par de cubatas por cabeza con el fin de abrir boca (la pringue de
los actuales botellones y de litronas bebidas a morro, intercambiando fluidos
bucales, por los vividores/ bebedores adolescentes actuales en las calles y/o plazas de
las ciudades o pueblos respectivos, aún no se estilaba, al menos en mi círculo
de amigos íntimos e ínfimos).
Sobre las 18:00h. salimos del
café y nos dirigimos, en el R-5 del que dispongo y disfruto (lo cual fue traumático, porque salté a él, sin prácticamente transición alguna, desde el carro y los
machos, de nuestro labriego castellanoviejo, con la ventaja añadida de que, en aquellos tiempos, hasta se podía
aparcar en la mismísima glorieta de Bilbao), a la discoteca Tofp´s, ubicada en
la calle Jorge Juan -en la llamada “Zona nazzional” (recordad que, como en ese
barrio estaban, y están, las casas de los poderosos, durante nuestra última
guerra civil, parece ser que, dicho barrio, no sufrió prácticamente bombardeo
alguno por parte de la aviación de los rebeldes a no ser que fuera por
equivocación y mira que a Madrid le bombardearon durante los tres años de
contienda fraticida) en el barrio de Salamanca, uno de los pocos barrios de
Madrid bien diseñado (que impulsó el ensanche de la ciudad) por el marqués de
Salamanca “I conde de los
Llanos”, al contrario que la, casi toda, bien urbanizada
Barcelona -en cuadrícula- (otro posible motivo a añadir a la ristra de motivos
para la justificación de la independencia, junto al bonito slogan:: ”Espanya
nos roba”, ya retirado, barrunto, a causa de las faenas del ExMolthonorable –ahora por partida doble– Pujol
y sus vástagos –que bien se le crían–. (“Ataque a Catalunya” como hace años
manifestó desde el balcón a sus ciudadanos el padre Jordi por el caso Banca
Catalana, el cual acabó en sobreseimiento, decretado en 1990 por la Audiencia
de Barcelona, no podía ser de otra forma). Mientra tanto el radíocasete del
coche escupe música de la
Creedence Clearwater Revival
Dejemos de soslayo los pequeños deslices de los
que tratan de hacer las cosas "lo mejor posible" para el bien común de sus ciudadanos y centrémonos en
mi historia en cuestión :
A la mencionada discoteca acudían muchos yankees de la base
de Torrejón de Ardoz, así como a la de “Hermano Lobo” de la plaza Vázquez de
Mella y a la de “Stones” sita en el paseo de Recoletos, visitadas
ocasionalmente, no tanto como a “Tofp´s, por mi y por alguno de mis colegas.
Decir que normalmente, yo, en Madrid no salía de marcha, de forma habitual, con
mis amigos universitarios debido a que estos, al igual que la mayoría de los
estudiantes de aquellos tiempos, que no trabajaran o trabajasen, o que no
tuvieran o tuviesen padres de posibles, no tenían un duro (aún no existía el
euro, aunque les hubiera dado igual) y se pasaban el curso empollando, mayormente
por matar el tiempo, lo cual daba lugar a que en las discotecas hubiera una
cantidad ingente de chicas disponibles, aunque no siempre predispuestas, para
el ligoteo. Ello era debido, desde mis cortas entendederas (posiblemente
influyera, también, lo de ver doble por las copas trasegadas al coleto en pub´s y discos) y en
aquellos tiempos, a que el porcentaje de féminas realizando estudios
universitarios era notablemente inferior con respecto al de los chicos, aunque
hoy en día se han invertido los términos, ante el empuje de las chicas y la
tendencia hacia el matriarcado en toda la piel de toro, imperante desde tiempos
inmemorables en Catalunya y
Euskadi.
Pie de foto: Anagrama de la discoteca "Toft´s", muy a lo gringolandia.
Después de cencerrear y beber cubatas varios,
bailar, toda la tarde, suelto y agarrado (caso de ligar) en la discoteca Tofp’s,
abandonamos esta y nos encaminamos los dos amigos míos y una arrimada (El Dioni,
El Cuco, y la novia de este), además de mi regado cuerpo, a comer unos sanwishs
al Drugstore de la calle Velázquez que nos queda al lado.
Una vez consumida la frugal cena ,me quedo
pagando la cuenta y mientras tanto mis dos amigos y la arrimada van saliendo de
la cafeteria.
Mis colegas ya están en la acera después de descender la escalinata
de acceso al local y, cuando yo empiezo a bajar los escalones, observo el paso
de unos adolescentes por la calle Velazquez conduciendo 5 o 6 motocicletas de
pequeña cilindrada con pasajeros atrás, portando estos, a reseñar: Banderas
españolas de las del águila, bates de beisbol y alguna que otra cadena de las
de amarrar las motos con el fin de que no se las afanaran, digo yo, aunque
también se les daba otras utilidades como veremos a contunuación.
Yo, al observarlos, y animado por los efluvios etílicos, cometo la estupidez
de levantar el puño a su paso. Uno de los abanderados se percata de mi acción,
da unas voces y paran las motos antes de llegar al cruce de calle Velazquez con la calle Goya.
Descienden de sus máquinas y se dirigen en procesión y “prietas las filas,
recias marciales” hacia nosotros que permanecemos estáticos en la acera del
Drugstore viéndoles venir.
Al llegar a nuestra altura empujan a mi amigo El Dioni y comienzan
todos a rodearle y a darle empellones diciendole: “¿Porqué has levantado el
puño?”. Decir que mi compadre, al que agreden, es de tez un tanto morena y
menos mal que al estar, tambien, realizando el Servicio Militar, lleva el pelo
corto y no tiene las greñas negras y rizadas de macarra como cuando era civil.
Yo me interpongo en el corro y anuncio: “Mi amigo no ha lervantado el puño”.
Uno de los agresores que lleva una gruesa cadena, de las de amarrar la moto, en
la mano –eso sí, está forrada con un macarrón semitrasparente y de color verde–
me dice:
“–¿Entonces has sido tú?”.
“–¿Entonces has sido tú?”.
No me da tiempo a responder pues él, acabada la frase, da un paso
hacia atrás (se nota que está entrenado para agredir, denota estilo en las
formas) y me asienta un tremendo cadenazo en mitad de la sesera.
Yo aguanto, imperterrito, de píe y no me caigo al suelo a pesar, o quizás a causa de ello, de que llevo entre pecho y espalda, ya a esas horas del día, unos seis cubatas de los de antes, no obstante veo las estrellas aunque la noche es nublada, y expongo:
“–Joder, no empleéis la violencia”.
Yo aguanto, imperterrito, de píe y no me caigo al suelo a pesar, o quizás a causa de ello, de que llevo entre pecho y espalda, ya a esas horas del día, unos seis cubatas de los de antes, no obstante veo las estrellas aunque la noche es nublada, y expongo:
“–Joder, no empleéis la violencia”.
Pero antes de terminar dicha frase, observo que el agresor me lanza
otro cadenazo a la mollera. Ando listo de reflejos y logro parar el golpe
interponiendo mi mano derecha (no
era momento de sacar a relucir la izquierda dadas
las ideas políticas de los salvapatrias defensores de la ley –suya- y del orden
–suyo-) entre mi cabeza y la cadena, con lo que el cadenazo lo recibo en el
dorso de la mano (vuelvo a ver las estrellas y, además, los satélites
artificiales, que diría Mortadelo). Empiezo a notar un hilo de sangre caliente
que mana y baja lentamente –a causa de la ley de la gravedad– desde mi cabeza
hasta la nuca. Bajo la mano derecha, con la que he amortiguado el impacto del
segundo cadenazo, y observo que empieza a hincharse y a sangrar también. A
pesar de la agresión, continúo en pie (y sostengo que los cubatas de ginebra –“Larios”
del café Comercial y los de “marca el pato” de la discoteca– con coca-cola
ingeridos me ayudan a ello) tratando de mantenerme “impasible el ademán”, como
reza la canción preferida, como todos sabemos, de los sayones que me acometen.
Mis dos amigos y la
chica están petrificados y, a su vez, rodeados por varios de los fachas. No ha
habido apenas tiempo para reaccionar, ha sido todo tan rápido….
Algunos coches han aminorado la velocidad, para observar la escena (el
pan nuestro de cada día entonces, sobre todo en aquel barrio) pero nadie se
detiene del todo. Acontece todo tan de prisa…..
Era el
terror que imperaba en Madrid impuesto por la extrema derecha. Jovenes de
familias bien (algunos aún más descerebrados, de familias no tan bien) que
llevaban hasta la pistola de papá, imponiendo su verdad. Campaban a sus anchas con
Rodolfo Martín Villa como ministro de Gobernación -1976/79- en el gobierno de
UCD.
A
finales de 1976 estando Rebocato haciendo cola en uno de los cines de la calle
Fuencarral de Madrid, un viernes tarde ya anochecido, soltaron por la acera un
gorrinillo que en el lomo llevaba pintadas en negro las letras; M.
VILLA, para jolgorio de los muchos jóvenes que guardaban cola. A Rodolfo se
le definia: “La porra de la Transición”
Juan
José Rosón (antes gobernador civil de Madrid) sustituyó a Martín Villa, ya como
ministro del Interior en 1980, puesto que ocupó hasta la victoria de los
sociaslistas el 28 de octubre 1982.
Rosón decidió tratar de cortar por lo sano
las actuaciones de la extrema derecha. Dejaron de tener, esos grupos, patente
de corso y barra libre, y aunque las agresiones continuaron un cierto tiempo,
ya eran a menor escala y mortandaz.
Uno de los del grupo agresor sujeta al camarada de la cadena y, para
alivio nuestro (sobre todo mio),
dice:
“–Nos vamos, pero no volvais a levantar el puño”.
Se retiran “los salvapatrias”, entonces empiezan a acercarsenos la gente. Algunos han cruzado la calle desde la otra acera donde esperaban el autobus. Un hombre de mediana edad me dice:
“–Yo estoy contigo chaval, pero te has jugado la vida, esos chicos son de Fuerza Nueva y tienen la sede ahí al lado en la calle Mejia Lejerica, yo se como se las gastan, has tenido mucha suerte después de lo que has hecho”.
“–Nos vamos, pero no volvais a levantar el puño”.
Se retiran “los salvapatrias”, entonces empiezan a acercarsenos la gente. Algunos han cruzado la calle desde la otra acera donde esperaban el autobus. Un hombre de mediana edad me dice:
“–Yo estoy contigo chaval, pero te has jugado la vida, esos chicos son de Fuerza Nueva y tienen la sede ahí al lado en la calle Mejia Lejerica, yo se como se las gastan, has tenido mucha suerte después de lo que has hecho”.
Yo contesto:
“–Lo que a mi más me jode de todo esto es que, después de lo que ha ocurrido, venga ahora la gente a comentar la jugada”.
“–Lo que a mi más me jode de todo esto es que, después de lo que ha ocurrido, venga ahora la gente a comentar la jugada”.
Años
después, recordando los hechos, Rebocato se arrepentiria de haber dicho esa
frase dirigida a personas que fueron a manifestarle su apoyo. Recordaba que, tal
vez, le salvaron la vida las pintas, no de cerveza que, quizás, ni sabía de que
existieran aún, sino las de “niño pera” –después sustituido por “niño pijo”-,
es decir las vestimentas que portaba, a detallar: Pantalones Levi’s 501; polo,
jersey y cazadora Fred Perry; zapatos castellanos; corte de pelo cortito;
colonia Victor (Silvestre o Aqua de selva), no sabemos si llegaron a olerla los atacantes, aunque
Rebocato si que noto el olor de su sangre; solo le faltaba, para ser totalmente
creíble, en la solapa de la cazadora la insignia y en el cierre de la cadena
del reloj la pegatina de la banderita nacional con la gallina. O como le dijo,
en cierta ocasión, bailando agarrado en la discoteca Well -del hotel Wellington-
una niña de Fuerza Nueva que portaba la insignia de oro del yugo y las flechas
en la camisa:
“– Tú, que vas a ser de izquierdas. Si te dejaras bigote parecerías, tal cual, un joseantoniano auténtico”.
“– Tú, que vas a ser de izquierdas. Si te dejaras bigote parecerías, tal cual, un joseantoniano auténtico”.
Vamos
que Rebocato iba como un niño bien de Serrano, totalmente complementado y dando
el pego, pero le pegaron.
Una vez despachados los comentaristas, nos acercamos , con el fin de que me
curaran las heridas, al Corte Inglés de Goya que está, aún, abierto por ser
Noche de Reyes. Allí unas empleadas me aplican agua oxígenada y mercromina (aún
no estaba prohibida, a pesar de su color y en ese Barrio) sobre la herida de la cabeza y lo
mismo sobre la de la mano, además de colocarme un apósito sobre esta.
El Cuco y su novia se encaminaron a su barrio y El Dioni y yo
paramos un taxi y nos dirigimos, con el fin de seguir la marcha, a la zona de
Pub´s de Aurrerá en Arguelles. ¡¡¡Fiesta!!!, como diría el Ronaldinho años
después.
Al día siguiente, recién levantado, ya más relajado, aunque resacoso,
medito para mis adentros: “Que suerte he tenido, tal como las gastan los cachorros
de la extrema derecha, en los que a otros, por menos, les han matado, he vuelto
a nacer”.
He dicho.
Don Blas en aquellos tiempos se soltó la coleta, ante
la pregunta sobre las correrías de sus chicos por la capital, con lo siguiente:
“Mis muchachos no son violentos, sino viriles”
Rebocato que ya de por si creía poco en los Reyes
(en su infancia no recibía regalo alguno en aquella noche mágica de los niños,
quizás unos pocos caramelos y alguna que otra mandarina) a raíz de la agresión de
la Noche de Reyes, relatada, en azul, más arriba, tal vez se nos hizo republicano. O tal vez:
¿recibió esa noche su mejor regalo de Reyes de nunca jamás, que fue salvar el
pellejo?
HistoriasdeRebocato@agosto-2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario