3 de agosto de 2014

LOS CHICOS DE DON BLAS

             



                   LOS CHICOS VIRILES DE DON BLAS

    Ante la muerte, acaecida en enero-2014, del aspirante a Caudillo del notario (y notorio, a su vez, en los años de nuestra Transición Politica, por sus soflamas en defensa de los valores de la pátria, y de los animosos ataques a los ciudadanos, de a pie, por parte de los chicos afiliados a su partido ”Fuerza Nueva”) don Blas Piñar –elegido diputado al Congreso de los Diputados por Madrid desde 1979 a 1982 con los votos de la coalición política ultraderechista “Unión Nacional”– le viene a la memoria (no sabemos si considerar, a esta, histórica como la que ha quedado en aguas de borrajas y con los muertos, aún, a buen recaudo en las cunetas y fosas comunes sin abrir –reseñar  que los la mayoría de los cuerpos de desaparecidos ni se han recuperado, ni han sido identificados, faltaría más, se preguntarán muchos ¿para desenterrar adversarios muertos y depurados, por nosotros mismos, ganamos la guerra?, pues no hay donde gastar el dinero público…en ayuda a la banca, por ejemplo, a costa de los recortes en educación y sanidad, entre otros. Dicen que somos la única “democracia” en la que, acabada una dictadura, no se ha investigado el terrorismo de Estado acontecido durante el tiempo que duró la larga noche fría de casi 40 años, aunque algunos quedaban bien calentitos, por ejemplo, en la Dirección General de Seguridad,  la llamada Casa de Correos –la de las campanadas de las uvas de ahora- sita en la Puerta del Sol de Madrid) a Rebocato el encontronazo sufrido, previa provocación por su parte, con los cachorros del fenecido -notario/notorio- arriba mencionado, en una fría noche de Reyes Magos que pudo dejarle frío para siempre al provocador (con tanto frío esto ya parece un anuncio de Pescanova). 
         




     Pie de foto: ¿Chiste? del diario digital “Público” publicado el día 08-08-2014. 


        REBOCATO MOZO EN MADRID

      Rebocato ya mozo y con algunos cuartos en el bolsillo, ganados con el sudor de su frente, quedaba con los amigos los sábados y domingos por la tarde (entre semana tenía que trabajar y estudiar), en uno de los bares de una glorieta de Madrid con nombre, esta, de capital de provincia vascongada (como las definíamos ayer), a las 17:00h. No era necesario, para quedar, gastar en llamadas telefónicas ya que, los móviles brillaban por su ausencia y los fijos no los tenia todo el mundo, disponibles, en casa. 

       La quedada era a esa hora perenne fijada de antemano, acudiera quien acudiera; el último en llegar, fuera de hora, pagaba la primera ronda de cubatas. Con el transcurrir del tiempo, Rebocato vislumbró el por qué algún amigo aparecía, más tarde y sin previo paso por la cafetería, directamente en la “disco”, alegando que había pinchado el metro (es un decir).

       Eran los primeros tiempos de la recién estrenada Transición Política, y en Madrid los pubs se cerraban a las 02:00h. y las discotecas nocturnas sobre las 03:30h de la mañana. Después de esta hora, en la noche madrileña (aún faltaban unos años para disfrutar de la, tan traída y llevada, movida madrileña de marras), el único lugar público, abierto al ídem, para el jarreo era el Drugstore de la calle Fuencarral, próximo a la mencionada Glorieta, al cual, y a esas horas tan intempestivas, concurría “lo mejor de cada casa”, como canta el Serrat sobre sus amigos en la canción “Las malas compañías”:



           Pie de vídeo: El Serrat y su transitar por la vida


     Ya metidos de lleno en la Transición Política nuestra, nuestro amigo Rebocato volvió a nacer en la aludida noche de Reyes. Trató de hacer política (en este caso conscientemente aunque alegando, apócrifamente, a los municipales –que no llegaron a aparecer– para evitar que, estos, le remataran: “Que llevaba tres copas” –como entona el J. Sabina en la canción “Y nos dieron las diez”-) y los "chicosfachasbien" de entonces (nada que ver con los "chicosasaltacongresosperrosflautasmal" actuales) de Fuerza Nueva le abrieron la cabeza y la mano derecha a pesar, por lo de la singular mano, de que los agresores eran de tendencia, más bien, bastante ultraderechista (aún no nos atosigaban los liberales de nuevo cuño –neoliberales- adalides de las nuevas libertades de los de siempre, como Dios manda).

        He aquí, a continuación, los hechos relatados, según recuerda Rebocato, y acontecidos en la aciaga y gélida tarde/noche de marras: 

    Es una bonita tarde del día 5 de enero de 1978. Encuéntrome disfrutando de un permiso reglamentario –en  Madrid capital– y estoy realizando el Servicio Militar Obligatorio (al estilo de las posteriores Historias de la Puta Mili, con sargento Arensivia, personaje de la revista “El jueves”, incluido) que cumplo en una capital de provincia del norte del litoral levantino.

        Quedo, dicha tarde, para ir de marcha (pero no de la militar de la que estaba ya un tanto ahíto, y hartito, después de un año sirviendo a la Patria, si no de la de Pubs y discotecas, amenizada con la consecuente ingesta de cubatas pertinentes, necesarios estos, para ambientarme y perder la timidez a la hora de tratar de confraternizar con las féminas) con otro colega y amigo mío llamado El Dioni (no confundir con el famoso del furgón del dinero robado, aunque tenia mas peligro que este) el cual también estaba “disfrutando” del permiso del Servicio Militar que  lo transigía, –el servicio, no el permiso– en una capital de provincias del interior del al-Andalus, territorio que reclaman, actualmente, con argumentos varios, algunos islamistas, que no islámicos. (Podría, a aquellos, el gobierno de Mariano ofrecerles la nacionalidad española y ¡olé!, como ha hecho, recientemente, con los antiguos sefarditas, a los que echamos de Sefarad y se largaron con las grandes llaves de sus casas de aquí, barruntando que iban a regresar, como quien dice, en cuatro días. Sería bonito volver a ver convivir a las tres culturas con tronco común de la religión monoteísta originaria de la Patria Ur de Caldea con el padre Abraham –que no era maño como un amigo mío llamado igual– dirigiendo las operaciones. Eso si, las gentes de cada cultura en su propio gueto, con sus gastronomías, ritos, vestimentas, oficios y costumbres bien diferenciados, como barruntando: “cada uno en su casa y Dios en la de todos”).   

     Nos citamos, sobre las 5 de la tarde (la hora tradicional de las corridas de toros), con los otros amigos disponibles, en el Café Comercial (donde, dicen, se inspiró el Camilo José Cela –al que, en su día, si no le dan el premio Nobel organiza la tercera guerra mundial con participación española incluida– para escribir su novela “Café de artistas”) sito en la Glorieta de Bilbao, donde, una vez allí, procedemos a tomamos un par de cubatas por cabeza con el fin de abrir boca (la pringue de los actuales botellones y de litronas bebidas a morro, intercambiando fluidos bucales, por los vividores/ bebedores adolescentes actuales en las calles y/o plazas de las ciudades o pueblos respectivos, aún no se estilaba, al menos en mi círculo de amigos íntimos e ínfimos).

        Sobre las 18:00h. salimos del café y nos dirigimos, en el R-5 del que dispongo y disfruto (lo cual fue traumático, porque salté a él, sin prácticamente transición alguna, desde el carro y los machos, de nuestro labriego castellanoviejo, con la ventaja añadida de que, en aquellos tiempos, hasta se podía aparcar en la mismísima glorieta de Bilbao), a la discoteca Tofp´s, ubicada en la calle Jorge Juan -en la llamada “Zona nazzional” (recordad que, como en ese barrio estaban, y están, las casas de los poderosos, durante nuestra última guerra civil, parece ser que, dicho barrio, no sufrió prácticamente bombardeo alguno por parte de la aviación de los rebeldes a no ser que fuera por equivocación y mira que a Madrid le bombardearon durante los tres años de contienda fraticida) en el barrio de Salamanca, uno de los pocos barrios de Madrid bien diseñado (que impulsó el ensanche de la ciudad) por el marqués de Salamanca “I conde de los Llanos, al contrario que la, casi toda, bien urbanizada Barcelona -en cuadrícula- (otro posible motivo a añadir a la ristra de motivos para la justificación de la independencia, junto al bonito slogan:: ”Espanya nos roba”, ya retirado, barrunto, a causa de  las faenas del ExMolthonorable –ahora por partida doble– Pujol y sus vástagos –que bien se le crían–. (“Ataque a Catalunya” como hace años manifestó desde el balcón a sus ciudadanos el padre Jordi por el caso Banca Catalana, el cual acabó en sobreseimiento, decretado en 1990 por la Audiencia de Barcelona, no podía ser de otra forma). Mientra tanto el radíocasete del coche escupe música de  la Creedence Clearwater Revival

      Dejemos de soslayo los pequeños deslices de los que tratan de hacer las cosas "lo mejor posible" para el bien común de sus ciudadanos y centrémonos en mi historia en cuestión  :

     A la mencionada discoteca acudían muchos yankees de la base de Torrejón de Ardoz, así como a la de “Hermano Lobo” de la plaza Vázquez de Mella y a la de “Stones” sita en el paseo de Recoletos, visitadas ocasionalmente, no tanto como a “Tofp´s, por mi y por alguno de mis colegas. Decir que normalmente, yo, en Madrid no salía de marcha, de forma habitual, con mis amigos universitarios debido a que estos, al igual que la mayoría de los estudiantes de aquellos tiempos, que no trabajaran o trabajasen, o que no tuvieran o tuviesen padres de posibles, no tenían un duro (aún no existía el euro, aunque les hubiera dado igual) y se pasaban el curso empollando, mayormente por matar el tiempo, lo cual daba lugar a que en las discotecas hubiera una cantidad ingente de chicas disponibles, aunque no siempre predispuestas, para el ligoteo. Ello era debido, desde mis cortas entendederas (posiblemente influyera, también, lo de ver doble por las copas trasegadas al coleto en pub´s y discos) y en aquellos tiempos, a que el porcentaje de féminas realizando estudios universitarios era notablemente inferior con respecto al de los chicos, aunque hoy en día se han invertido los términos, ante el empuje de las chicas y la tendencia hacia el matriarcado en toda la piel de toro, imperante desde tiempos inmemorables en  Catalunya y Euskadi.




              Pie de foto: Anagrama de la discoteca "Toft´s", muy a lo gringolandia. 

      Después de cencerrear y beber cubatas varios, bailar, toda la tarde, suelto y agarrado (caso de ligar) en la discoteca Tofp’s, abandonamos esta y nos encaminamos los dos amigos míos y una arrimada (El Dioni, El Cuco, y la novia de este), además de mi regado cuerpo, a comer unos sanwishs al Drugstore de la calle Velázquez que nos queda al lado.

        Una vez consumida la frugal cena ,me quedo pagando la cuenta y mientras tanto mis dos amigos y la arrimada van saliendo de  la cafeteria.

      Mis colegas ya están en la acera después de descender la escalinata de acceso al local y, cuando yo empiezo a bajar los escalones, observo el paso de unos adolescentes por la calle Velazquez conduciendo 5 o 6 motocicletas de pequeña cilindrada con pasajeros atrás, portando estos, a reseñar: Banderas españolas de las del águila, bates de beisbol y alguna que otra cadena de las de amarrar las motos con el fin de que no se las afanaran, digo yo, aunque también se les daba otras utilidades como veremos a contunuación.

    Yo, al observarlos, y animado por los efluvios etílicos, cometo la estupidez de levantar el puño a su paso. Uno de los abanderados se percata de mi acción, da unas voces y paran las motos antes de llegar al cruce de calle Velazquez con la calle Goya. Descienden de sus máquinas y se dirigen en procesión y “prietas las filas, recias marciales” hacia nosotros que permanecemos estáticos en la acera del Drugstore viéndoles venir.

    Al llegar a nuestra altura empujan a mi amigo El Dioni y comienzan todos a rodearle y a darle empellones diciendole: “¿Porqué has levantado el puño?”. Decir que mi compadre, al que agreden, es de tez un tanto morena y menos mal que al estar, tambien, realizando el Servicio Militar, lleva el pelo corto y no tiene las greñas negras y rizadas de macarra como cuando era civil. Yo me interpongo en el corro y anuncio: “Mi amigo no ha lervantado el puño”. Uno de los agresores que lleva una gruesa cadena, de las de amarrar la moto, en la mano –eso sí, está forrada con un macarrón semitrasparente y de color verde– me dice: 

         “–¿Entonces has sido tú?”.

       No me da tiempo a responder pues él, acabada la frase, da un paso hacia atrás (se nota que está entrenado para agredir, denota estilo en las formas) y me asienta un tremendo cadenazo en mitad de la sesera.    

    Yo aguanto, imperterrito, de píe y no me caigo al suelo a pesar, o quizás a causa  de ello, de que llevo entre pecho y espalda, ya a esas horas del día, unos seis cubatas de los de antes, no obstante veo las estrellas aunque la noche es nublada, y expongo: 

         “–Joder, no empleéis la violencia”.

      Pero antes de terminar dicha frase, observo que el agresor me lanza otro cadenazo a la mollera. Ando listo de reflejos y logro parar el golpe interponiendo mi mano derecha (no era momento de sacar a relucir la izquierda dadas las ideas políticas de los salvapatrias defensores de la ley –suya- y del orden –suyo-) entre mi cabeza y la cadena, con lo que el cadenazo lo recibo en el dorso de la mano (vuelvo a ver las estrellas y, además, los satélites artificiales, que diría Mortadelo). Empiezo a notar un hilo de sangre caliente que mana y baja lentamente –a causa de la ley de la gravedad– desde mi cabeza hasta la nuca. Bajo la mano derecha, con la que he amortiguado el impacto del segundo cadenazo, y observo que empieza a hincharse y a sangrar también. A pesar de la agresión, continúo en pie (y sostengo que los cubatas de ginebra –“Larios” del café Comercial y los de “marca el pato” de la discoteca– con coca-cola ingeridos me ayudan a ello) tratando de mantenerme “impasible el ademán”, como reza la canción preferida, como todos sabemos, de los sayones que me acometen.

       Mis dos amigos y la chica están petrificados y, a su vez, rodeados por varios de los fachas. No ha habido apenas tiempo para reaccionar, ha sido todo tan rápido….

     Algunos coches han aminorado la velocidad, para observar la escena (el pan nuestro de cada día entonces, sobre todo en aquel barrio) pero nadie se detiene del todo. Acontece todo tan de prisa…..

      Era el terror que imperaba en Madrid impuesto por la extrema derecha. Jovenes de familias bien (algunos aún más descerebrados, de familias no tan bien) que llevaban hasta la pistola de papá, imponiendo su verdad. Campaban a sus anchas con Rodolfo Martín Villa como ministro de Gobernación -1976/79- en el gobierno de UCD.

      A finales de 1976 estando Rebocato haciendo cola en uno de los cines de la calle Fuencarral de Madrid, un viernes tarde ya anochecido, soltaron por la acera un gorrinillo que en el lomo llevaba pintadas en negro las letras;  M. VILLA, para jolgorio de los muchos jóvenes que guardaban cola. A Rodolfo se le definia: “La porra de la Transición”

       Juan José Rosón (antes gobernador civil de Madrid) sustituyó a Martín Villa, ya como ministro del Interior en 1980, puesto que ocupó hasta la victoria de los sociaslistas el 28 de octubre 1982.

     Rosón  decidió tratar de cortar por lo sano las actuaciones de la extrema derecha. Dejaron de tener, esos grupos, patente de corso y barra libre, y aunque las agresiones continuaron un cierto tiempo, ya eran a menor escala y mortandaz.

       Uno de los del grupo agresor sujeta al camarada de la cadena y, para alivio nuestro (sobre todo mio),  dice: 

     “–Nos vamos, pero no volvais a levantar el puño”. 

     Se retiran “los salvapatrias”, entonces empiezan a acercarsenos la gente. Algunos han cruzado la calle desde la otra acera donde esperaban el autobus. Un hombre de mediana edad me dice: 

       “–Yo estoy contigo chaval, pero te has jugado la vida, esos chicos son de Fuerza Nueva y tienen la sede ahí al lado en la calle Mejia Lejerica, yo se como se las gastan, has tenido mucha suerte después de lo que has hecho”.

       Yo contesto: 

      “–Lo que a mi más me jode de todo esto es que, después de lo que ha ocurrido, venga ahora la gente a comentar la jugada”.

      Años después, recordando los hechos, Rebocato se arrepentiria de haber dicho esa frase dirigida a personas que fueron a manifestarle su apoyo. Recordaba que, tal vez, le salvaron la vida las pintas, no de cerveza que, quizás, ni sabía de que existieran aún, sino las de “niño pera” –después sustituido por “niño pijo”-, es decir las vestimentas que portaba, a detallar: Pantalones Levi’s 501; polo, jersey y cazadora Fred Perry; zapatos castellanos; corte de pelo cortito; colonia Victor (Silvestre o Aqua de selva),  no sabemos si llegaron a olerla los atacantes, aunque Rebocato si que noto el olor de su sangre; solo le faltaba, para ser totalmente creíble, en la solapa de la cazadora la insignia y en el cierre de la cadena del reloj la pegatina de la banderita nacional con la gallina. O como le dijo, en cierta ocasión, bailando agarrado en la discoteca Well -del hotel Wellington- una niña de Fuerza Nueva que portaba la insignia de oro del yugo y las flechas en la camisa: 

       “– Tú, que vas a ser de izquierdas. Si te dejaras bigote parecerías, tal cual, un joseantoniano auténtico”.

    Vamos que Rebocato iba como un niño bien de Serrano, totalmente complementado y dando el pego, pero le pegaron.

       Una vez despachados los comentaristas, nos acercamos , con el fin de que me curaran las heridas, al Corte Inglés de Goya que está, aún, abierto por ser Noche de Reyes. Allí unas empleadas me aplican agua oxígenada y mercromina (aún no estaba prohibida, a pesar de su color y en ese Barrio) sobre la herida de la cabeza y lo mismo sobre la de la mano, además de colocarme un apósito sobre esta.

      El Cuco y su novia se encaminaron a su barrio y El Dioni y yo paramos un taxi y nos dirigimos, con el fin de seguir la marcha, a la zona de Pub´s de Aurrerá en Arguelles. ¡¡¡Fiesta!!!, como diría el Ronaldinho años después.

      Al día siguiente, recién levantado, ya más relajado, aunque resacoso, medito para mis adentros: “Que suerte he tenido, tal como las gastan los cachorros de la extrema derecha, en los que a otros, por menos, les han matado, he vuelto a nacer”.

         He dicho.


        Don Blas en aquellos tiempos se soltó la coleta, ante la pregunta sobre las correrías de sus chicos por la capital, con lo siguiente: “Mis muchachos no son violentos, sino viriles”


       Rebocato que ya de por si creía poco en los Reyes (en su infancia no recibía regalo alguno en aquella noche mágica de los niños, quizás unos pocos caramelos y alguna que otra mandarina) a raíz de la agresión de la Noche de Reyes, relatada, en azul, más arriba, tal vez se nos hizo republicano. O tal vez: ¿recibió esa noche su mejor regalo de Reyes de nunca jamás, que fue salvar el pellejo? 



              HistoriasdeRebocato@agosto-2014

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