23 de noviembre de 2018

REBOCATO EN HUELVA (1ª Parte)




            REBOCATO EN HUELVA (1ª Parte).


     Mensaje enviado por correo electrónico a los lectores de este Blog:


    Buenos días nos de Dios (aquí se solía responder en nuestro pueblo castellanoviejo: "Dios nos los dé buenos":
   Vayamos por partes, si alguien se queja porque el fin de semana se le antoja un tanto corto, anunciaos que hay una nueva entrada en el Blog de Rebocato que se titula: “Rebocato en Huelva (1ª Parte)”.  Con su lectura seguro que el fin de semana se os hará eterno, al menos durante el tiempo que dediquéis a ello.
   El relato contiene alguno de los avatares de más sustancia que le acontecieron a nuestro amigo por aquellas tierras del sur/oeste peninsular que se nos antojan un tanto lejanas.
  Que bonito es viajar, señoras y señores, aunque el choque cultural (y de abejorros en este caso) suele ser brutal.

       Saludos y prudencia (caso de que estéis en la adolescencia, que lo dudo). 


          INTRODUCCIÓN:

   Cierto día Rebocato decidió acercarse hasta el Parque Nacional y Natural de Doñana, en concreto a la zona que está ubicada dentro de la provincia de Huelva. Para ello, previamente, reservó habitación de matrimonio en un hotel de Matalascañas, que es un núcleo hotelero y residencial, el cual se encuentra rodeado totalmente por el citado Parque. 

   En la zona urbana, en la que está ubicado el hotel, las motocicletas que circulan son totalmente eléctricas, barruntamos que, para no molestar a los animalitos salvajes, porque las motos que se ven (y se oyen) circulando por nuestras ciudades y pueblos del resto del País, van ejerciendo una ruidera considerable a causa de sus trucados silenciadores del tubo de escape, sin que los padres, de los salvajes descerebrados que las montan, ni las autoridades competentes (esto es un decir) hagan mucho al respecto por evitarlo.  



Pie de foto.- Una de las motos que pululaban por Matalascañas. Al ser eléctricas no molestaba su carente ruido, pero sí el que las dejaran aparcadas en mitad de la acera. Caso de que uno volviera –medio bolinga– andando al hotel: si ibas por la calle, al no oírlas por carecer ellas de motor de explosión, podía atropellarte el motorista silencioso; y caso de ir tú tranquilamente paseando por la acera, corrías el riesgo de tropezar con ellas.




                              PRIMER DÍA.-

    
         LA PARTIDA:

   Rebocato y contraria sobre las 09h. se ponen en camino hacia Huelva en su turismo particular. Tienen por delante mas de 800 Km. por recorrer hasta llegar a su destino: el hotel que han reservado. Van a utilizar la aplicación gratuita de navegación GPS (que atiende por WAZE, Güizi para los no bilingües) instalada en el móvil (gracias a los altruistas amigos de Rebocato: Manu por recomendársela y a Rafa por prestarle su Ton ton, no queremos líos con amigos) y este se conecta por cable USB al automóvil. 

    Todo va sobre ruedas (y nunca mejor dicho). El día es espléndido, reina un sol radiante y el trafico es mínimo, no obstante, al transitar por la A-43 en la provincia de Albacete, de improviso, empiezan a estamparse abejorros por doquier en el parabrisas del coche de nuestro amigo. Tales fueron los sucesivos actos de los kamikazes himenópteros (gracias DRAE) contra la luna del coche, que Rebocato, hasta el desvío de la A-4, tuvo que parar para limpiar dos veces, a mano y con trapo, la luna delantera ya que, no había forma humana de conseguirlo, como Dios manda, con los limpiaparabrisas –y el agua pulverizada– de los que dispone el automóvil. Debía de haber –ese día y en aquella zona– convocada una manifestación de bichos voladores. Recalcar que en el viaje de regreso a casa al pasar por la misma autovía y lugar no había ni rastro de los abejorros, posiblemente se suicidarían todos a la ida. 

    Lo que Rebocato no entiende es que si matas un lince con el coche puedes tener un lío considerable a nivel nacional e internacional, en cambio si matas cantidades ingentes de abejorros suicidas, nadie se inmuta, ni tan siquiera los partidos políticos reinantes por colores, a saber: ni verdes, ni azules, ni rojos. Incluso ni los de los nuevos colores políticos aparecidos no hace tanto tiempo: naranja y morado.

    A los 300 Km. de recorrido detienen el automóvil con el fin de estirar las piernas, repostar y retirar el empaste de fluidos de los abejorros estrellados sobre la luna delantera.

   Unas horas más tarde, a 600 Km. del punto de partida, se detienen en La Carlota donde preguntan a un lugareño por un restaurante para comer y lo primero que les suelta el parroquiano es: Estáis ustedes (sic) en el barrio mas bonito de toda Europa”. Luego les indica el bar “Pasaje del pulpo”. adonde se dirige nuestra pareja y comen.

   Después de comer y de repostar gasolina (el gasolinero resulta ser un treintañero, madrileño por mas señas –sin deje andaluz–, que lleva trabajando allí unos dos años), el viaje continua sin cosas de sustancia que mentar y, nuestra pareja sobre las 18:30h. toman posesión de su habitación en el hotel de cuatro estrellas, eso no es óbice para estrellarse como los abejorros: la mujer de Rebocato observa que, en el bidé del cuarto de baño de la habitación que les ha tocado en suerte, hay pequeñas motas de salpicaduras de excrementos, y en el váter –aunque dispone de su plástico protector aséptico que denota control de limpieza– sobre la tapa de abajo hay un par de pelos (dicho sea de paso: no rizados), por lo que dice que va a bajar a recepción (la mujer, no la tapa) para dar novedades. Rebocato le dice que da igual, que ya lo limpia él, pero ella decide bajar a la vez que murmura: “¿qué quieres, que coja una infección?”. 

    A los pocos minutos vuelve la prójima y le dice a su prójimo que tire de maletas para emigrar a la nueva habitación que les han asignado. Bajan de la tercera a la primera planta y se instalan en el nuevo aposento una vez pasada la revisión, y visto bueno pertinente, del nuevo habitáculo. 

    Luego, ya aseados, van a dar un paseo por la urbanización, donde se pierden por la rareza del diseño laberíntico de las calles, ni con plano se aclara uno. 

   Vuelven al hotel, cenan, toman una copa en la barra de la cafetería, donde hay baile de abuelos (en el hotel les dicen séniors, cosa que desagrada a Rebocato ya que él, prefiere que le llamen viejo o abuelo, aunque lo segundo no lo sea aún. Eso de tercera edad, grupo de mayores, etc., siempre le ha parecido a nuestro amigo como un quiero y no puedo (el DNI lo deja todo bien claro), solo le faltaba lo de sénior venido de yankilandia. 

    Mas tarde, sobre las 23:00h, se retiran a sus aposentos para descansar. El viaje ha sido largo y hay sueño.

   Sobre las 23:30h. estando ya encamada nuestra feliz pareja (aunque no metidos en harina) oyen como unos ruidos, y ante las quejas de su pareja, Rebocato los achaca a las perchas de la habitación de al lado debido a que la pareja ocupante esté deshaciendo las maletas y colgando la ropa. Pero unos minutos después la mujer de nuestro amigo grita: “Están entrando en nuestra habitación” Rebocato salta, en gayumbos, como un resorte de la cama, se asoma al pasillo de dentro de su habitación y, efectivamente, un par de los llamados séniors, con maletas arrastradas en mano, están traspasando la puerta de la habitación. Hay un empleado detrás de ellos que se quita de la puerta al gritar Rebocato: “está ocupado”. Los séniors retroceden un tanto confusos hacia el pasillo del hotel y el supuesto empleado cierra la puerta.

    Rebocato, en ese momento, aunque piensa que los abejorros persisten zumbando a su alrededor, desiste de vestirse e ir a la recepción del hotel a pedir explicaciones. Al día siguiente hay que madrugar.




                            SEGUNDO DÍA.- 
          
         EN RECEPCIÓN

    Madrugón, como estaba previsto, ya que, a las 07:45h. ha de estar nuestra pareja –sorprendida ayer noche por el allanamiento de morada y sin presentar orden judicial pertinente– en El Rocío para la visita guiada (y nunca mejor dicho) en bus todoterreno, del coto de Doñana, no obstante, Rebocato antes de abandonar el hotel, se acerca a recepción a pedir explicaciones sobre la irrupción nocturna de la pareja heterosexual de séniors en su habitáculo.  

    El recepcionista, alega que el matrimonio invasor tenia asignada esa habitación de antemano y el allanamiento fue debido al cambio de habitación hecho al matrimonio Rebocato a causa de la reclamación del baño sucio, y que, después, se olvidaron, en recepción, de dar nueva asignación de habitación a la pareja allanadora, por consiguiente ocurrió lo que ocurrió:  que el marido senior "abrió" la puerta de la habitación con la tarjeta. 

    Rebocato alega que con la tarjeta no se puede abrir la puerta (el lo comprobó antes de ir a reclamar) ya que, al acostarse, echaron el pestillo y el senior invasor intentó abrir la puerta (oyeron trastear, pero Rebocato creía que era el trasiego de las perchas del armario de la habitación de al lado) y que, después, los invasores volverían a recepción a comunicar que no podían abrir la puerta y que entonces (barruntaba y alegaba Rebocato) les acompañaría un empleado con una llave maestra, el cual abrió la habitación, momento en el que, nuestro amigo, saltó –raudo y veloz– de la cama en gayumbos, viendo al matrimonio senior invasor (con nocturnidad pero sin alevosía, ignorantes ellos) cruzando el umbral de la puerta y al operario de marras al que, en ese mismo momento, trataban de negar su intervención el personal de recepción.

    El recepcionista ante la alegación de Rebocato hizo mutis por el foro y pidió disculpas por la violación del espacio privado del senior Rebocato y señora.

    Los abejorros de la A-43 persistían en forma de personas.

   Acto seguido salió nuestra pareja del hotel, sin desayunar ya que hasta las 07:30h no se abría el comedor. Se montaron en su coche y, aún de noche cerrada, se dirigieron a El Rocío.


        DOÑANA Y LA GUÍA (que no se llamaba Ana)

   Llegados desde Matalascañas en unos 15 minutos a El Rocío, Rebocato deduce el porqué llaman así a esa aldea perteneciente a Almonte (que no a Ayamonte): hay una rociada de tres pares de narices. 

  Se sube nuestra pareja –junto con el resto de visitantes apuntados a la excursión facultativa de El Coto– al bus todoterreno, y, ya rompiendo el alba, comienza la visita guiada (una mujer habla –con acento andaluz– micro en mano, pero el que guía de verdad es el conductor del bus todoterreno).

   Son unas 20 personas variopintas a bordo y la guía (no el que guía) es una mujer de mediana edad con pinta de bohemia, la cual, micro no inalámbrico en mano, anuncia que como en el grupo hay extranjeros (además de las diferentes nacionalidades del Estado, este nuestro, aunque no nombra el origen de ellas) que dará las pláticas tanto en Castellano como en Inglés. Ante esto Rebocato considera el alegato como una especie de discriminación hacia algunos de sus compatriotas, porque lo mismo hay personas nacidas en nuestro Estado que tienen, entre ellos, lenguas maternas diferentes al Castellano y, por supuesto, al Inglés, por lo que la guía –al sentir de Rebocato– debería haber preguntado a las gentes de este Estado nuestro que de donde procedían y así, dar las charlas según las lenguas madres de cada cual correspondientes a su lugar de origen (Bable, Aranés –Occitano–, Galego, Catalá, Euskera, Valenciá, Estremeñu, Castúo, Gacería…. perdón, por si obviamos alguno). 

    Evidentemente eso conllevaría disponer, en las visitas guiadas, una guía poliglota o, en su defecto, contratar guías que supieran las otras lenguas madres, de forma que se cubrieran todos los idiomas existentes del Estado de aquí. Ya se sabe: entre mas idiomas dominemos mejor que mejor. A Rebocato cualquier día le da la venada y se aprende todas las lenguas de este país en un pis-pas.

  Después de unos minutos de las presentaciones discriminatorias de la guía –al ser solo emitidas en Castellano e Inglés– Rebocato pregunta a la guía el porqué todas las calles de  El Rocío están sin asfaltar existiendo alcantarillado y que si las tuberías no se rompen al paso de camiones, autobuses, turismos, etc.

   La guía responde que las calles son de tierra por los numerosos equinos que pululan por aquellos lares, a lo que nuestro amigo expresa: “pues resulta que en mi pueblo castellanoviejo se llevaron a cabo las obras de alcantarillado y acometida de agua corriente en 1960 en todas las viviendas, y se adoquinaron muchas calles a pesar de los muchos machos, bueyes y burros que pisaban las calles para acceder a cuadras y corrales, es decir, no se respetaron todas las calles de tierra, ya que es lo que tienen los adelantos”. 

   La guía cambió de tema dejando a Rebocato un tanto dubitativo y meditabundo.

   Las marismas de Doñana en esa época de visita de Rebocato (finales de octubre) estaban muy secas con lo cual no se veían muchas aves acuáticas migratorias. Lo que vieron Rebocato y su grupo de excursionistas fueron pinos piñoneros, matorrales, regueros, algunos caballos, burros, vacas, cervatillos, jabalíes, perdices, abubillas, urracas y otras aves que para que mentarlas. Nada que no se pueda ver en nuestro pueblo castellanoviejo y contornos de por allí. También pululaban mosquitos a mansalva, acebuches (olivos silvestres) y alcornoques (hasta en nuestro pueblo castellanoviejo hay uno: cuando va de visita en verano  Rebocato).

   Apunta la guía que es mentira aquello de que, si se quita el corcho al alcornoque, este viva mas. 

   Rebocato le pregunta que si tiene algo en contra, por ejemplo, de los recolectores de corcho de la Sierra de Espadán y que si le gustan más las botellas de vino con tapones de silicona que con los de corcho. Ella dice que prefiere el corcho, pero no contesta sobre los habitantes recolectores de la sierra mencionada y sus posibles perjuicios económicos ocasionados caso de que no cosecharan el corcho (apuntar que Rebocato tiene un amigo nato de la Sierra de marras). 

    Después hacen un alto en el camino de la vista al Parque. Bajan los excursionistas del bus todoterreno para desentumecer los músculos, y dice la guía que no se salga nadie de las senda. Rebocato pregunta que, si los que padecen de próstata (no es su caso, de momento) que si pueden salirse del sendero para miccionar detrás de un pino o de un arbusto donde no haya jabalíes y/o linces. La guía mira a nuestro amigo  tratando de adivinar si habla en serio o si está vacilando, pero finalmente suelta: “Hombre, si es una urgencia….”

   Posteriormente, ya un tanto paseada la tropa, la guía les muestra ufana lo que dice ser un revolcadero de jabalíes (donde se dan baños de barro los mamíferos artiodáctilos para desparasitarse, dice) y Rebocato apunta que, cuando él era chaval los marranos de nuestro labriego castellanoviejo, tenían un revolcadero particular en el corral de la casa.

   Nuestro amigo le pregunta, a la ya sufrida guía (la cual denota que no rezuma mucha paciencia acorde con su profesión), que cuando van a ver a los linces ibéricos (estos son como los gatos que tenia nuestro labriego castellanoviejo en casa, pero más grandes aunque sin domesticar) en libertad, y ella contesta que hay que tener suerte para ello, y que suelen salir a cazar conejos al amanecer y al atardecer (los linces, claro). 

   Acto seguido muestra al grupo un arbusto y dice que da una especie de pequeñas peras silvestre y que, ella, las ha probado varias veces y que tienen un sabor exquisito. Ante esto Rebocato dice que si nó está prohibido, por ley, el coger cosa alguna de los Parques Nacionales así como de los Parques Naturales, ya que, en nuestro pueblo castellanoviejo, años ha, los lugareños cogían té de roca del actual Parque Natural de las Hoces del Río Duratón y que, actualmente, los del Seprona, no te dejar coger ni una pluma (vigilan desde la distancia con prismáticos y hábilmente camuflados entre enebros y sabinas) de buitre leonado o de alimoche, ni tan siquiera de grajo, aunque la hayan perdido de forma natural.

    Ya han vuelto hasta el bus todoterreno y la guía da la orden de subir todos a bordo. Una vez que arranca el bus, Rebocato, que está sentado detrás del conductor, le dice a este si ha matado, con el bus todoterreno, a algún lince en las excursiones, sin querer, claro. El chofer un tanto malhumorado (nuestro amigo piensa que hace piña con la guía) contesta que ninguno que él sepa. Y Rebocato le informa que él, linces no, pero que gatos caseros mató muchos de pequeño porque cada vez que paria la gata había que exterminar la camada para evitar que en casa de nuestro labriego castellanoviejo se juntaran mas gatos que hijos de aquel, que ya era decir.

    Ya en marcha, de pronto, un guiri del bus, se pone a gritar en el idioma de los hijos de la pérfida Albión para que parara el conductor el bus todoterreno. Rebocato cree que la alarma es a causa de un posible problema de próstata (parece ser que los descendientes de piratas ingleses también sufren de ese mal), pero no, es porque, según le explica después la guía, el anglosajón es un gran aficionado a las aves y ha visto una pareja de abubillas, por ello se ha vuelto loco y con su súper cámara fotográfica (la cual, por su teleobjetivo, se asemeja a un bazuca), pulula de ventana en ventana por el bus tratando de fotografiarlas, sin mucho miramiento para con los sorprendidos autóctonos de este País de países, o lo que sea.

   Rebocato piensa que el pajarero está grillado ya que, lo que él recuerda de su niñez en nuestro pueblo castellanoviejo era que, la abubilla era un pájaro que no se comía (desmintiendo el dicho rural que reza: “ave que vuela a la cazuela”), debido a que se decía que tenia sarna y hasta que olía mal, como alguna vez comprobó él mismo.

    Una vez que el guiri ha fotografiado a la pareja de las supuestas y malolientes abubillas –hasta el aburrimiento, es decir hasta que emprenden el vuelo, sino estarían todos aún allí dentro del bus–  con ráfagas del disparador de su descomunal cámara fotográfica,  Rebocato le susurra a la guía: “joder, ni que el gachó hubiera o hubiese visto al Espíritu Santo en forma de abubilla”.

   Después de mas de cuatro horas de excursión regresa el bus todoterreno, y su variopinta tropa ocupante, a la aldea de El Rocío. Rebocato acarrea un despago descomunal a causa de no haber visto un solo lince ni por asomo, pero masculla para sus adentros: “En fin, esto no acaba aquí, tengo muchos días por delante y estoy de turismo en la zona donde mas linces hay de todo el mundo”.

    Ya bajados del bus Rebocato se despide del conductor y de la guía agradeciéndoles los servicios prestados y la infinita paciencia demostrada para con su persona. En fin, al menos no ha habido agresiones físicas con el grupo de personas variopintas encerradas en un pequeño bus todoterreno, cuales descubridores surcando los mares dentro del cascarón de una carabela.


          EL ROCIO:

   Rebocato, sobre las 12h., se dirige a la oficina de Turismo de El Rocío con el fin de conseguir información para visitar a pie la aldea. Allí pregunta a la muchacha de información (la cual rezuma deje andaluz) sobre el porqué están sin asfaltar las calles, recibiendo la misma contestación que le dio la guía del bus todoterreno: “Es por los caballos que trotan por aquí”. Rebocato, armado de paciencia, se calla lo del alcantarillado y adoquinado de las calles de nuestro pueblo castellanoviejo.

    Sale nuestra pareja de la oficina emprenden un alegre trote por los calles terreras de la  aldea.

   Pululando por las calles llegan hasta una plaza donde hay casas de Hermandades.

  En una de ellas ve Rebocato en el balcón, una descomunal bandera Rojigualda del Estado Español y se acerca hasta allí cámara fotográfica en ristre. Una vez delante de la casa de la bandera observa que hay unos azulejos en su fachada que rezan: “Hermandad de Barcelona”. Se da la paradoja, en estos tiempos que corremos con lo del asunto catalán, que el resto de casas no luce bandera alguna en sus fachadas. Dispara la instantánea resultando que capta a un lugareño que se interpone entre su objetivo y la casa de marras.



Pie de foto.- Hete aquí al lugareño, con deje andaluz, que se interpuso en la instantánea de Rebocato. Solo le faltó al espontáneo decirle a nuestro amigo que le remitiera una copia de la fotografía a su domicilio. Viajar para ver.

   Luego de callejear y ver la plaza de los acebuches, la ermita de El Rocío, las marismas de los alrededores, etc., sobre las 14:00h. nuestra pareja se suben en su turismo y enfilan hacia Almonte. 



           ALMONTE:

    Llegan felizmente a Almonte, aparcan y se dirigen a la oficina de Turismo la cual están cerrando. Rebocato alega que vienen desde el Levante Mediterráneo Español, que ya llevan casi 1.000 Km. a sus espaldas y que si pueden atenderles un momento para recibir información de la ciudad. La empleada amablemente –aunque con deje andaluz– les atiende encantada.

    Ya de visita por las calles del lugar, en la plaza Virgen del Rocío –la cual está en obras– preguntan a un albañil por algún sitio para comer, y les manda al Mesón el Tamborilero, un restaurante anexo al Museo del Vino. Paseando llegan y entran al restaurante y, una vez sentados a la mesa (o sea en las sillas respectivas) un señor (ya senior y puede que socio o dueño del negocio) se dirige a ellos y les invita a entrar en las cocinas. Rebocato, extrañado le dice que aún no han comido y que piensan pagar después de hacerlo, para evitar tener que fregar platos. El hombre le calma diciendo que les va enseñar los platos cocinados de los que disponen en su cocina para que elijan lo que más se acomode a sus gustos.

   Mas tarde, ya con la andorga llena, nuestra pareja paga la cuenta para no tener que volver a entrar a la cocina –que esta vez sería para fregar de verdad– y continúan visitando la ciudad. Sobre las 18h. se encaminan con su coche hacia el hotel de Matalascañas pero 10 Km. antes paran en el Centro de visitantes de El Acebuche.



           EL ACEBUCHE:

   Una vez llegados, en recepción les atiende una simpática joven (también con acento andaluz, por allí, por lo que ve Rebocato a lo largo de su viaje, los autóctonos con deje idiomático autóctono deben de tener prioridad para colocarse en sitios públicos) que les informa sobre lo que se puede visitar. 

    Dice la muchacha que hay dos senderos con piso de tablas para no salirse de ellos y no molestar a los bichos, uno a la izquierda de mas longitud y otro a la derecha mucho mas corto. Rebocato apunta: “Claro si eliges la izquierda se sufre mas”. Los senderos te llevan a los observatorios (cabañas con ventanucos) para ver la fauna acuática de los humedales, pero en esa época los humedales están mas secos que el ojo de un tuerto (no sabemos si esta expresión, hoy en día, es éticamente correcto el usarla) y, por lo tanto, los pajarracos brillan por su ausencia.

   Pajaritos volando, entre árboles, si que contempló nuestra pareja, pero pajarracos acuáticos y linces, ni en libertad ni en cautividad, bueno, si acaso en algunos carteles informativos. 





Pie de foto.- Aquí presentamos al único pájaro que vio Rebocato en uno de los múltiples observatorios ubicados estratégicamente en los senderos de madera de El Acebuche. Ni se espantó al hacerle la fotografía, es lo que tiene el saber observar a las aves de forma sigilosa en su hábitat natural, aunque este sea temporal.

    Después toman una cerveza en el bar del Centro y pasan a la sala de proyecciones donde ven un simpatico documental explicando un poco el tema de la flora y fauna de por allí.


   Sobre las 19:30h regresan a Matalascañas dan un paseo por la playa, toman un refresco en una terraza acompañados por un enjambre de mosquitos y, más tarde, se dirigen al hotel para asearse y cenar.

   Una vez cenan van a la discoteca del hotel toman unas birras. Hay entrega de premios a los ganadores de: la petanca, de la yenka, del karaoke, de chistes, etc. Un camarero joven de la cafetería le dice a Rebocato: “usted hace pesas ¿no?” y Rebocato le contesta: “¿yo?. Nó, que va….

   Esa noche se acuestan sobre las 00:30h y no les invaden la habitación.


                                   
                               TERCER DÍA.-

         
             NIEBLA :

    Al decir Niebla (boira en Valenciá), no nos referimos a las nubes bajas, ni a la novela de Unamuno, ni al perro de Heidi que en realidad se llamaba Joseph (amigo caminante Josep, esto no va con segundas intenciones, respecto a ti), sino a la que era la capital del Condado de Niebla y ahora Comarca de El Condado y territorio vitivinícola del mismo nombre. 

    En el asedio a la ciudad amurallada en el siglo XIII, se utilizó por vez primera la pólvora con fines bélicos ¿Los adelantos?.

   Nuestra pareja llega a Niebla (sin niebla durante el trayecto) sobre las 09:30h y tiene que esperar, paseando por la ciudad, hasta las 10h. que es cuando abren el castillo para la visita al público.

  Llegada la hora de visita nuestra pareja, previo pago de entradas, accede al castillo y ven que el patio de armas lo están engalanando con banderas, escudos y demás. Rebocato pregunta a un joven empleado allí presente (este con deje andaluz, al igual que la recepcionista de las entradas) que si van a hacer una fiesta medieval (hoy en día hay mas ferias y mercados medievales por las localidades de todo el Estado, que abejorros por la A-43 cuando viaja Rebocato) y que el 1 de noviembre celebran la feria todos los años. 

    Rebocato le indaga que si ese día no van al camposanto a honrar a sus difuntos, y el muchacho dice que eso después de acabados los días de feria. Por lo que se ve allí, los muertos pueden esperar.

   Vistan el castillo que es muy majo, incluso en las mazmorras del sótano exponen las diferentes cachivaches de tortura, de antaño, con explicaciones escritas y dibujos bastante didácticos. Pasan los siglos y el hombre no cambia.

    Salen del castillo, entran en la Casa de la Cultura, acaban de visitar los monumentos de la ciudad, calles, murallas y puente romano. A continuación, sobre las 12h. se montan en el coche y se dirigen hacia la localidad de Riotinto.




Pie de foto.- Al salir de la ciudad de Niebla dirección a Riotinto, nuestra pareja se encontró con estos asentamientos de cigüeñas sobre, barruntamos, torres de alta tensión. Creemos que los actuales animalistas (no nos referimos a los artistas pintores y escultores, según el DRAE) estarán al tanto de esta situación.


        RIOTINTO:

    Llegan al pueblo de Riotinto y se dirigen al Museo Minero de Riotinto-Centro de Recepción de Visitantes, con el fin de hacer la excursión en el tren de vía estrecha siguiendo el curso del río Tinto.


     Como andan sobrados de tiempo, antes de informarse, se paran en una terraza a refrescar el gaznate resultando que casi llegan tarde al tren de marras.

     Les dicen –después de la cerveza y refresco– en el Centro  –sito en Plaza Ernest Lluch– que, desde allí, tienen que salir del pueblo de Riotinto para ir a la estación del Ferrocarril Turístico Minero Diesel –en los coches particulares de cada cual– que se encuentra a unos 3 Km. del pueblo. Con lo cual, casi llegaron tarde a coger el tren cuya salida estaba prevista a las 13h.

    Rebocato y señora al no tener que comprar los billetes del tren ya que, los sacaron vía Internet días antes del viaje, podían haberse ido directamente a la estación de salida del tren de vía estrecha sin necesidad de ir al Centro de Recepción de Visitantes.

    La ruta en tren dura  unas dos horas y media con una parada para bajar al río en la estación de Los Frailes. Es recomendable sentarse en el lado izquierdo del tren para poder observar mejor el río. 

    Asignan los vagones a los pasajeros presentes y Rebocato una vez instalado en su asiento observa que hay un vagón completamente vacío. Faltan unos 5 minutos para la salida del tren y de repente aparece un torrente de niños de entre 6 y 10 años, acompañados de los que deben ser sus profesores. Se suben al tren y aquello es la marabunta, una algarabía impresionante, menos mal que van aislados todos en su vagón, no obstante dos profesoras y unos 8 niños ocupan los bancos vacíos del vagón donde está Rebocato, el cual, cuando llevan unos minutos  aguantando la matraca  de los niños, rumia para sus adentros:_ “cuanta faena se dejó por hacer Herodes”. 

   El tren se pone en marcha y contemplan el paisaje que se presenta de color rojizo, anaranjado y ocre, dicen que parecido al planeta rojo (Marte). Asimismo el color de las aguas del río son de color rojo a causa de los minerales del entorno. Dicen que en la cuenca del río hay unas 200 minas, explotadas a lo largo de 5.000 años.





Pie de foto.- Barruntamos que, por mucho que le guste a uno el tinto, al ver esto uno, fijo que, se decanta por decantar y paladear el vino blanco.


   El tren hace una parada en la estación de Los Frailes y salen sus ocupantes para acercarse al río (les avisan de que no toquen sus aguas) y, de paso, para estirar las piernas. Mientras tanto cambian la locomotora del vagón delantero al de atrás para efectuar el retorno a la estación de origen en sentido contrario, claro.

   Una vez abandonado el tren en la estación de origen, nuestra pareja vuelve con el coche al pueblo de Riotinto y en la parte  lateral del Museo Minero, comen en el Restaurante Galán un menú regado con vino blanco de El Condado.

   Después de comer visitan el Museo Minero y mas tarde, en el Barrio Inglés del pueblo nuevo (el pueblo original se lo comió la mina), la Casa 21, la cual era la vivienda del gerifalte minero de la Gran Bretaña en Riotinto.

    El conserje de la Casa 21 está pegando la hebra con una pareja visitante de sexagenarios y, barrunta Rebocato, sufridores, a los cuales se les nota que están aguantando estoicamente la disertación y la situación. Solo habla el conserje y dice –voz en grito en la misma entrada de la Casa mientras Rebocato y señora visitan la planta baja– que tiene 55 años y que cursó, en su día, Formación Profesional y que después hizo Ingeniería.  Mientras sigue con su monólogo, nuestra pareja sube a las plantas de arriba, acabando la visita a su aire y en una media hora. Cuando bajan, el ingeniero sigue dale que te pego a su vida estudiantil y la transigida pareja sesentona sin poder escapar de sus garras. Rebocato piensa que, este ingeniero/ recepcionista ,posiblemente sea más cruel que el Ingeniero Jefe de la Gran Bretaña de antaño.

   Rebocato y contraria se despiden de los tres, salen de la Casa 21 y enfilan hacia el automóvil para regresar al hotel de Matalascañas.


         AMENA VELADA CON APARICIONES Y GAVIOTAS:

    Ya en Matalascañas y después de la toma de cerveza pertinente en la playa y la afluencia de los pertinaces mosquitos del terreno, se dirigen (sin mosquitos) al hotel para asearse, cenar y cafetería/ disco. 

    Una vez cenados, en la cafetería piden unas cervezas y salen a tomárselas al fresco en una de las mesas de los jardines del hotel. Mas tarde, Rebocato se acerca a la barra y pide otra cerveza para él, cuando regresa con ella al jardín ve que una señora/ senior se ha sentado en la mesa junto a su contraria. Al llegar saluda y la abuela –que fuma purillos– dice que tiene 70 años, que le operaron de la cabeza, que estuvo entre la vida y la muerte pero que ella es muy creyente y que se salvó. Cree en las apariciones marianas (no nos referimos a las de Mariano cuando era Presi, sino a las de la Virgen María) y que hay una en un pueblo de Bosnia-Herzegobina llamado Medjugorje (Rebocato se apunta el nombre para comprobarlo después por Google), donde han acudido, y siguen acudiendo dice, que millones de peregrinos de todo el orbe, y que hace, la Virgen, muchos y veraces milagros.

     Al rato se acerca a la mesa un señor/ senior que dice que se va a acostar a su habitación. La senior, cuando se aleja el señor senior, dice que es su esposo y que fue comisario de policía. La señora/ senior continua con su diatriba a la vez que pega caladas a sus purillos los cuales los empalma, uno detrás de otro, sin miedo alguno a contraer –o acrecentar, caso de que lo tenga ya contraído– un posible cáncer de pulmón. De pronto, cambia de tercio, es decir, de la Religión y apariciones pasa a la Política. Dice que ella era mucho de Fraga Iribarne; a lo que Rebocato apunta que, Tierno Galván decía sobre Fraga que era como una hermosa vaca lechera, la cual llena un gran cubo de magnifica leche y que, luego se cabrea y le pega una coz descomunal  y lo vierte todo sobre el suelo.    

    También, la señora senior, dice que Zapatero llevó a la ruina al País y que ahora el Pedro Sánchez está haciendo lo propio. Se declara fervorosa de Aznar y Rebocato le contesta que Josemaripresidente, nos metió, sin comerlo ni beberlo, en la Guerra de Irak a pesar de que las calles de este Pais eran un clamor popular (hasta los votantes del PP salieron a manifestarse) en contra de la guerra, que luego supuso, en Madrid, la muerte de casi 200 personas en los trenes de cercanías.

    La mujer se decanta después por Rajoy y Rebocato le dice que qué opina ella de la Reforma Laboral que inicio Zapatero y que culminó en marzo de 2012 el amigo Mariano, con la cual, actualmente, despiden a un currante con una indemnización máxima de 12 mensualidades en lugar de las 48 de la anterior ley derogada. La mujer dice que a saber si eso será verdad. Rebocato cuenta que eso le ha ocurrido a su mujer después de trabajar y cotizar 40 años (los últimos 35 en la misma empresa que la despidió, hace tres años, con un despido objetivo) y que, a día de hoy, aún no ha cobrado a pesar de haber ganado dos juicios a la Empresa, corroborando la maldición gitana que reza: “En pleitos te veas y los ganes”. 

    PD.-Mucho nos tememos que la Reforma de marras estará en vigor "per secula seculorum", mientras la juventudbaila siga en plan: "tranquilo majete en tu sillón".

    La señora dice que ya va siendo hora de acostarse porque mañana tiene que madrugar para ir de excursión, estruja su purillo en el cenicero y se despiden los tres de forma cordial. Rebocato le da un par de besos y le dice: “Con Dios señora, ya continuaremos otra velada arreglando el País y sus almas, si es posible. Buenas noches”.

   En la cafetería se cruzan con el camarero joven y le dice a Rebocato: “No me diga que usted no ha hecho pesas nunca”. Y Rebocato, bajo los efluvios etílicos de las cervezas suelta: “Yo es que segué mucho; cavé en demasía cesperones de grama, abrojos y ceñiglos de los patatares y sandiales y subía al sobrado de la casa de mis padres sacos de fanega y media de trigo, cebada y centeno”. El camarero se queda un tanto perplejo.

    Ya en el catre nuestro amigo piensa: “Esperemos que la señora/ senior de los purillos no le cuente a su señor comisario senior la conversación que hemos mantenido en la terraza esta noche. Las pipas, si no son de cascar o fumar, me dan yuyo”. 

                                       (Continuará con la 2ª Parte).

         HistoriasdeRebocato@noviembre-2018