14 de mayo de 2015

¿REBOCATO PRESIDENTE?

                        





                      ¿REBOCATO PRESIDENTE?

    Una reciente y bonita tarde de mayo primaveral al regresar Rebocato a su casa sita cerca de la platja (playa, para los no bilingües) después de haber recorrido, a pie como todos los martes desde octubre a junio -ambos inclusive-, cerca de 30 Km., por el monte y alrededores, desde las 08:00h. hasta, más o menos, las 15:00h (la tontuna humana no tiene límites), observa que en su buzón de correos que permanece, impasible el ademán, colgado del muro de circunvalación de su segunda residencia (la cual, posiblemente, como dicen las buenas gentes, “El Coletas” se la birlará cuando gane, este, las elecciones), hay correspondencia asomando por el ventanuco buzonero. Apeándose del coche (como hacia antaño del carro tirado por los briosos machos –de nuestro labriego castellanoviejo– llamados: Terevinto y Cutepla) se dirige nuestro amigo hacia el buzón de marras y abriéndolo hace acopio de una carta de una entidad bancaria y dos notificaciones de aviso, para recogida de sendas cartas, con el asunto de “JUZGADO”, en el domicilio de una empresa privada de reparto cuya dirección se refleja impresa en los panfletos recolectados.

       Rebocato vuelve al coche, lo mete en el garaje (donde en la pared interior del fondo figura un dibujo de unos 2 metros de alto del Capitán Trueno, realizado a mano alzada, mediante Sprays de pinturas de diferentes colores, por un sobrino político – parental, no dedicado a la política– suyo) y una vez aparcado entra en su casa con los papeles en la mano dándole vueltas a la cabeza  sobre que serán las citaciones de marras, una de ellas dirigida a nombre de su hija, la cual reside desde hace unos tres años en Madrid capital, y la otra a nombre de él.




Pie de foto: El Capitán Trueno realizado por Markus sobrino de Rebocato. A los pies del Capitán una lata de Coca-cola olvidada en el garaje por el artista, que no consumida por nuestro Capitan con apellido sonoro de día de tormenta después de la caída del rayo.


        Después de mucho cavilar nuestro amigo sobre el asunto de  “juzgado”, al final, aprovechando la coyuntura, decide ir al día siguiente a almorzar con algunos de sus excompañeros de trabajo –aún en activo y con unas ganas locas de prejubilarse– a un bareto cercano a su antiguo centro de trabajo, ya que la agencia, donde tiene que recoger las cartas, está en la misma calle del bar del almuerzo.

     Concluido el refrigerio, donde coincide, además de con algunos compañeros activos –laboralmente hablando–, con otros dos excompañeros prejubilados como él, Rebocato sale del bar y se dirige calle abajo a por las cartas, encontrándose en la puerta de la agencia de entrega de cartas con otro compañero en activo el cual blandea en su mano derecha un recibo de aviso como los de Rebocato, este le dice al blandeador que los avisos le huelen a figurante, es un decir, de mesa electoral para las elecciones locales y autonómicas que se avecinan a finales del mes de autos. Invita a su compañero, temiéndose lo peor, a que pase delante, y el invitador espera estoicamente, a que le entreguen al invitado su correspondiente carta, la cual, una vez abierta manifiesta que es para que el titular, y receptor de ella, ejerza de vocal en una de las mesas de votación de las mencionadas elecciones.

         En ese momento Rebocato ya sabe que sus recibos de aviso son para recoger lo mismo que su excompañero y, por un momento, piensa echarse atrás (o quizás al monte, como se hacía antaño) y largarse con viento fresco sin recoger las cartas comprometedoras, no obstante, haciendo alarde de un gesto que le honra, decide cumplir con su deber de ciudadano (no todo van a ser, para los de a pie el tener derechos, a los cuales, paradójicamente, parece ser que, quieren cargárselos los de derechas) y entregando los resguardos a la atendedora del mostrador de la agencia, al rato (no el Rodrigo tocacampana de Bankia) recibe las cartas que, efectivamente, son para que ejerza el día de las elecciones, él, de Presidente de mesa electoral, y su hija de suplente del Presidente y padre de ella en la misma mesa, lo cual se nos antoja que será para ahorrar viajes al cartero en el reparto. Casualidades de la vida o, cosas veredes amigo Sancho.



Pie de foto: Hete aquí, al amigo don Rodrigo (nada que ver con nuestro supuesto último rey godo, según unos u otros) dándole a la campana mas majo que un san Luis. En fin, de cualquier manera hay que pasar el rato.

      Y ahora viene lo bueno: nuestro amigo Rebocato tiene previsto desde el mes de febrero, estar de crucero, en el mismo día en el que se celebran las elecciones (municipales en todo el país y autonómicas en algunas comunidades del supuesto país, todavía íntegro) en un país escandinavo, es decir: “viajar para gastar dinero a lo tonto” –con lo bonita que es España, señores– pero con las cartas recogidas y firmados los acuses de recibo pertinentes, pintan bastos, y a pesar de haber pagado, a esas fechas, todo el importe del viaje de marras, con excursiones facultativas, tasas y propinas incluidas, posiblemente tenga que quedarse en Spain con el fin de no acabar entre rejas, y multa incluida sin juicio previo (aplicación de la fenomenal “Ley Mordaza” que se ha sacado nuestro amigo Mariano de la chistera) y, de paso, evitar con su falta de presencia en la mesa electoral, el que se detenga el funcionamiento de la Democracia en este país, ya en vistas de recuperar nuestra genuina identidad de los, antaño, Reinos de Taifas e Imperios Norteafricanos (como si estuviéramos dentro del túnel del tiempo –ahora Ministerio del Tiempo– o vuelta la burra al trigo como las burras blanca y marrón/gitana de nuestro labriego castellanoviejo y padre de Rebocato  y de otros muchos hermanos de este y de muchas hermanas, como diría Zapatero) del siglo XI.

          De todas formas, aunque a Rebocato el viajar le importa un pimiento (bastante viajó montado en carro, en burra y en macho, y lo peor de todo: cuando volvía de vacaciones escolares de Madrid a su pueblo castellanoviejo –un trayecto que hoy en día, si no se coincide en los atascos de los puentes de festividades, o en la vuelta a casa de vacaciones, se tarda en hacerlo en automóvil una hora y cuarto, pero entonces al meterse el coche de línea  por todos los pueblos perdidos de los Montes Carpetanos –para dar servicio a sus moradores– se tardaba en llegar unas cinco horas de vellón) y lo hace, digamos,  por imperativo legal (evitar daños colaterales para la buena convivencia en pareja), no está dispuesto a tirar por la borda “los dineros” –como diría su suegra– ya pagados de su peculio patrimonial y decide ir a la Ciudad de la Justicia de la capital de provincia –donde lleva más de treinta años residiendo e intentando integrarse, con la inestimable ayuda de amigos autonómicos– para presentar alegato en el despacho de la Junta Electoral, con el fin de eludir su presencia en la mesa electoral y poder surcar los fiordos de los vikingos como tenia previsto, junto a su señora, un cuñado de él,  y la mujer del cuñado, que es, su la vez, hermana de Rebocato. 

   Reseñar que estos cuatro personajes ya estuvieron en un viaje autoprogramado, por el “cuñadísimo” (nada que ver con el así llamado –en realidad era concuñado– cuñado de Franco) hace unos tres años por la Irlanda de arriba y por la de abajo (leed, “Rebocato en las irlandas”) donde en una visita guiada por el centro de Dublín, aparte de enseñarles, entre otras curiosidades, la calle donde tocaba Bono (no el súper católico de las procesiones de Castilla la Mancha y pelo implantado, si no el actual líder de U2) la guía -española por cierto- de la excursión facultativa les dijo que los vikingos no eran tan altos como aparecen en las películas y, además, que no tenían cuernos en los cascos. Ante la pregunta de Rebocato de que si en la cabeza tampoco, la guía, y algunos del grupo, se rieron, y dijo que eso lo ignoraba, dejando a aquel con la duda. Y allí en el mismo centro de Dublín, la guía les enseño unas marcas metálicas en el suelo que delimitaban el contorno de las construcciones de lo que fue, en su día, según ella, un asentamiento vikingo, o vaya usted a saber.

          Ante el “despago” (palabro que a veces utiliza la suegra de Rebocato sin que los eruditos de la RAE hayan tenido la delicadeza de haberla incluido –a la palabra, no a la suegra– aún en el DRAE) y la incertidumbre que le generó a Rebocato el asunto de la explicación de la chica-guía sobre que los vikingos no eran ni altos, ni que tenían cuernos en los cascos, desde ese mismo momento se propuso viajar algún día a la península escandinava, o a Dinamarca, o a Islandia (malos lugares para visitar, sobre todo este último, debido a lo caro que está el alcohol en las tabernas de por allí, según dicen) para ver que le contaban al respecto (los guías facultativos, porque con los lugareños del lugar no lograría entenderse, dada la aversión a los idiomas por parte de Rebocato, con lo fácil que sería el que todo el mundo hablara castellano, barrunta él) sobre los vikingos (lo de viajar para ver los fiordos es una excusa ante sus tres acompañantes apuntados a dicho viaje, que serán los mismos que los de la visita a las Irlandas como hemos apuntado anteriormente).

       Rebocato recordaba que en los tebeos apaisados del Capitán Trueno (creado por el guionista Víctor Mora a partir de 1956, justo cuando Rebocato viera por primera vez la luz del sol ) que él empezó a leer allá por los inicios de los años sesenta del pasado siglo, en ellos aparecían los “vikingos buenos” de la reina Sigrid (no confundir con la otra reina escandinava que atendía por Sigrid Storráda –alias la Altiva–) de Thule, la eterna novia del Capitán Trueno, y también se asomaban dibujados los “vikingos protervos” (“mas malos que arrancaos”) haciendo muchas perrerías a las gentes de bien de diferentes partes del mundo, felonías que trataban de subsanar el citado Capitán Trueno, ayudado por los inefables Crispin y Goliat al grito de:”Santiago y cierra España”, alarido que lanzaba el Capitán Trueno sobre todo a la hora de arremeter contra los sarracenos que, dicho sea de paso, también nos los representaban como personajes un tanto malignos y enrevesados.

     Todos esos vikingos de los tebeos aparentaban estaturas formidables, aparecían tocados con cascos provistos de hermosos cuernos,  poseían largas cabelleras, barbas y bigotes, y además, aunque estuvieran entre glaciares y grandes nevadas, iban con sus musculosos brazos totalmente descubiertos, tal cual como si fueran de Bilbao en pleno invierno. (Rebocato da fe de todo esto no solo por lo que recuerda de niño sino porque, hace unos años, se compró, y leyó, la colección completa de 60 tomos del Capitán Trueno de la editorial Bruguera y revisado estos días, con el fin de asegurarse que el asunto de los cuernos, alturas y brazos descubiertos de los vikingos eran reales y no apócrifos. Los vikingos ahí siguen plasmados (que no pasmados por la falta de mangas) en el papel con todos sus atalajes, detalles que ignoraba la “chicaguíaespañola” de Dublín, la cual, al parecer de Rebocato, queda perdonada debido a la juventud de ella y al no haber nacido, aún, en aquellos años del momento álgido de lectura de tebeos.

       Otro caso que corrobora lo que defiende Rebocato se puede ver en la serie de dibujos animados del niño “resuelveproblemas”, es decir de Vikie el Vikingo (el de: ¡yalotengo!!!!!! aparecido a mediados de los años 70, del siglo en el que nació Rebocato), en la que todos los vikingos aparecen con cuernos (en el casco), incluso el tal Vikie tiene también cuernos aunque bastante más cortitos que los de los vikingos ya en edad de guerrear y subidos en sus drakkars para incursiones (que no excursiones, que puede que también) guerreras. Como para que ahora te pongas a viajar de forastero por el extranjero, gastándote una pasta gansa –que no sabes si te va a hacer falta el día de mañana, caso de llegar a viejo, para alojarte en una residencia de ancianos medio decente– y que te tiren por tierra todos tus recuerdos de cuando uno era más joven, y encima que te lo cuente una guía española. Se le van a uno, con estos aconteceres y fábulas, las ganas de salir del suelo patrio, vamos que “te tiran por tierra” (otra frase en la que se apoya, muchas veces, la suegra de Rebocato) todos los castillos levantados, antaño, en tu imaginación.




       Pie de foto: Vikie el vikingo acompañado de su padre y de algunos vecinos guerreros.

        Hablando de vikingos, Rebocato recuerda que en otra excursión guiada (otro tostón de viaje sacadineros) acontecido en las capitales de las repúblicas bálticas, oyó decir a una guía (en este caso autóctona, es decir, de aquellos lugares) por el casco viejo de Tallin, que cuando salían los vikingos de bureo con los drakares –para ver si podían afanar algo– en los sitios donde desembarcaban, aparte de saquear y arrasar todo lo posible, también se surtían de víveres y de mujeres guapas (no solo de pan vive el hombre) y, ante la duda presentada por nuestro amigo Rebocato del por qué el acarrearse solo mujeres agraciadas, no le supo responder  la guía sobre el motivo ya que, aquellos sucesos ocurrieron hace muchos siglos, pero si que añadió, la guía autóctona, que en lugar de llevárselas (a las mozas en edad de merecer) a las poblaciones de residencia habitual de los vikingos apandadores, que las dejaban vigiladas en asentamientos de lo que es ahora Estonia y alrededores (Rebocato cree que sería para evitar discusiones domesticas con las contrarias respectivas de los saqueadores –cosa a perdonarles debido a que si viajaban tanto no tenían tiempo en aprender otro oficio–) y volvían a visitarlas, a las secuestradas, de vez en cuando.

       Rebocato esta historia de los raptos si que se la creyó y da fe de ello basándose en que prácticamente todas las mujeres autóctonas con las que se cruzó (y no es que él estuviera muy pendiente de ellas, ya que estaba más bien recreando la vista en los monumentos del entorno de la ciudad) durante aquellos días que duró la visita a Tallin, eran guapísimas, y no es que solo se lo parecieran a él, incluso el resto de acompañantes del grupo de viaje, tanto mujeres como hombres, coincidían en ello.

        Otra cosa que impresiono a los componentes del grupo visitante fue que a pesar de que el desigual firme de las calles del casco antiguo de la ciudad compuesto de adoquines o cantos rodados, las mayoría de las mujeres nativas jóvenes iban con zapatos de tacón alto y fino, caminando elegantemente y, lo más irreal: sin tropezar. En cambio las mujeres de los turistas, a pesar de llevar calzado plano, hocicaban cada dos por tres por las calles con gran penar y preocupación por parte de los maridos respectivos.

      Se comenta que los vikingos que residían en la actual Islandia, además de raptar mujeres de buen ver, también afanaban esclavos (una manera en aquellos años de viajar a nuevas tierras, que tenían los secuestrados, y además gratis) pero a estos, en lugar de llevarlos a los asentamientos del Báltico, les depositaban en sus propias casas (en las de los vikingos) y cuando salían de nuevo de ruta los vikingos, dejaban a los esclavos para que cuidaran casas, mujeres, ancianos, perros, animales domésticos y niños de los vikingos, sin colocar, ferrosos y herrumbrosos, cinturones de castidad a sus mujeres como hacían nuestros ancestrales batalladores si se iban durante un tiempo a Tierra Santa, o a otros lugares a topar espadas con sarracenos, o con reyes cristianos de por aquí. 

      Antaño ya teníamos líos, y muy graves, en la piel de toro, y que cuando regresaban, si sus parientas estaban embarazadas de los esclavos, no las pegaban, ni las mataban, al contrario, cuando daban a luz a los “charnegos” (dicen que los charnegos auténticos eran los niños nacidos de mujeres catalanas embarazadas por soldados franchutes durante la “Guerra de Sucesión” –no confundir con “Guerra de Secesión” como algunos historiadores, de nuevo cuño y medio pelo, nos quieren liar para que la sabia voluntad popular decida su destino–) les adoptaban y los trataban como si fueran sus propios hijos. Al sentir de Rebocato: ¡Vive Dios!. ¡Cuanta modernez!.

       Pero en fin dejémonos de tabarras y de historias que no vienen a cuento y volvamos a nuestro tiempo para retomar el asunto de la Junta Electoral y la posible Presidencia de Mesa de nuestro, simpar Rebocato,

     Una vez en la Ciudad de la Justicia (Juzgados), Rebocato pasa el arco detector de metales ante un número de la Guardia Civil. Después pregunta en recepción por el despacho de la Junta Electoral, y, una vez en él, le indica el personal de servicio que rellene un documento de alegación informando del motivo de no poder asistir –el día de las elecciones– a la Mesa Electoral que le han asignado, y otro panfleto por su hija, la cual lleva años residiendo en Madrid y no puede estar tampoco ese día como suplente de su padre. A su vez, le dice el funcionario que le atiende, que aporte toda la documentación posible de la que disponga, la cual justifique los motivos de las posibles ausencias.

     Rebocato sale de los juzgados y se va a su casa para recopilar de su ordenador documentación del viaje y, a su vez, llama a su hija para que escanee y le envíe por correo electrónico: DNI, contrato del piso donde ella vive de alquiler, pago del último mes del alquiler, contrato de trabajo y última nómina de la empresa donde labora.

      Después llama a su cuñado, organizador del viaje a Escandinavia, para darle novedades y que vaya pensando en contar el caso a la Agencia de Viajes con la que ha concertado el crucero, con el fin de poder recuperar el máximo dinero posible de la totalidad ya abonada, al presentarse una causa de fuerza mayor, en este caso electoral, (ya sabéis, queridos lectores, ni se os ocurra programar una salida al extranjero en fechas de elecciones) o bien, posibilidad de que en lugar de no poder ir Rebocato que viaje con su contraria una de sus descendientes directas reconocida e hija de aquella.

      Como veréis a continuación es bonito disponer, como dispone Rebocato, de una familia tan amplia. Acontece que ha habido filtraciones y Rebocato esa misma tarde/noche empieza a recibir llamadas de varios de sus herman@s con el fin de interesarse por su asunto de la presidencia y del viaje, y menos mal, ante la avalancha de llamadas, que él, lo del viaje, solo se lo ha comunicado a muy pocos familiares en primer grado, a los de menor grado a ninguno de ellos.

      La primera llamada telefónica, vía móvil, que recibe es la de su hermano que le precede en edad, el cual después del protocolario: “¡hola! ¿cómo estás?” y casi sin dejar responder a Rebocato, le suelta a este:

      –“Eres más tonto que una botija. ¿Cómo se te ocurre recoger las cartas de citación?”.

     Rebocato, ante el ataque verbal del hermano llamante, trata de justificarse con lo de su obligación de cumplir con los deberes como ciudadano y con lo de no hay que comportarse con la picaresca y caradura de algunos de los políticos a los que actualmente criticamos por sus actos.

      Después de un largo rifirrafe entre ambos el hermano llamante zanja el asunto con:

       –“Vete de viaje y que les den. No vas a espabilar nunca en la vida”.

     Al rato otro hermano, sin tanta adrenalina a derrochar, le sugiere a Rebocato que busque un médico que le justifique la ausencia por temas de enfermedad apócrifa. Rebocato ante esto se acuerda de cuando leyó “El enfermo imaginario” de Moliere y la muerte de este después de representar la obra vestido de amarillo lo que ha degenerado, dicen, en darles "yuyo" al elenco de actores: el vestir de amarillo sobre las tablas.

     Después su hija “la madrileña” le comenta que vaya a la dentista habitual y que la pida que le haga un justificante como que le va a intervenir para arrancarle una muela del juicio.

       Aquí recuerda Rebocato que hace unos 4 años su dentista (una mujer) ya le extrajo una muela del juicio. Le andaba molestando (la muela, no la dentista) desde hacía varias días y decidió ir a la consulta. La dentista le dijo que no creía que las molestias provinieran de la muela y Rebocato le dijo que presionando sobre ella (a la muela, no a la dentista) le dolía (a él no a la dentista). Al final, la estomatóloga, le dio cita para el día siguiente y cuando empezó a intervenir para la extracción le dijo a Rebocato que la extirpación se presentaba complicada, vamos, como un parto con la criatura viniendo al mundo, tal como le va a ir en la vida real, es decir: de culo. No obstante la muela salió fácilmente y la doctora dijo: “¿ves que fácil ha sido?”. A lo que Rebocato un tanto dolorido de encías respondió: “y que quieres ¿qué te aplauda?”. Ella un tanto molesta atinó a decir: “hombre creo yo que cuando uno hace una buena labor hay que reconocerlo”. A lo que Rebocato remató: ”modestia aparte, a mi cuando hago bien mi trabajo no me agasajan”.

      La dentista a Rebocato le ha tratado, profesionalmente hablando, desde hace unos 25 años. Hace más de 20 años se encontraron ambos por la calle y ella llevaba a su hijo en un carrito chupando, este, una piruleta, ella al decirle a Rebocato que era su hijo (de ella, no de él) aquel poniéndose agachado a la altura del niño le dijo: “no comas muchos caramelos que al final acabarás en la consulta de la dentista”. Y efectivamente, hace un  par de meses Rebocato fue a la revisión semestral a la dentista y, esta, le dijo que su hijo (el de la piruleta de antaño) estaba de practicas en la consulta de ella. Rebocato le contesto: “me imagino que le puntuarás bien”. En fin, amor de madre.

      Hubo otras llamadas familiares, dirigidas a Rebocato, mayormente para notificarle el apoyo para su elección como “tonto del año”, caso de celebrarse este verano en el local multiusos de nuestro pueblo castellanoviejo.

     Es lo bonito, la familia está siempre ahí, en los momentos duros, para insuflarte ánimo y tratar de reconfortarte con su apoyo.

      A la mañana siguiente, ya con medio kilo recopilado de papeles y documentos bajo el brazo, Rebocato vuelve a los juzgados y se dirige al despacho de la Junta Electoral. Entrega con la mano derecha, toda la documentación a un funcionario, a la vez que, disimuladamente, cruza los dedos índice y corazón de su mano izquierda (no es que nuestro amigo sea supersticioso, pero él piensa que tampoco se pierde mucho en cumplir con el rito, por si acaso) El funcionario reconoce a Rebocato y le dice sonriente: “hombre, usted es el del viaje a Noruega”. Recibiendo como contestación: “ Si, y para cumplir con mis deberes como ciudadano he vencido la tentación del no recoger las citaciones, además, he hecho caso omiso de los consejos de algunos familiares y amigos de que consiguiera un certificado de un medico o de un dentista con el fin de justificar mi ausencia de estar presidiendo la mesa electoral que tengo asignada para el día de las elecciones, etc.”

       El funcionario le contesta: “si usted nos hubiera presentado algún parte médico, justificador, de no poder asistir a la mesa electoral en el día de las   elecciones, automáticamente le enviamos al forense”.

      Rebocato se queda un tanto alelado ante lo que supone una andanada del funcionario porque piensa que la profesión del médico forense es, únicamente, el diseccionar los cadáveres de los finados por causa violenta, muerte súbita, o no natural, e instintivamente piensa que le va a ocurrir algo grave. Luego recapacita y no es que le envíen el forense a él, sino que es Rebocato mismo el que ha de presentarse ante el forense con la documentación del informe médico en mano.

      Rebocato se despide amablemente, abandona la estancia y sale del edificio.

      Ya en la calle, con el corazón dividido entre cumplir con su deber de ciudadano o el de visitar tierras vikingas piensa para si mismo:

        –“¿Cuando volveré a tener otra ocasión de ser Presidente de algo a no ser de escalera de mi Comunidad de Vecinos?”.

     Recapitulamos la historia parodiando a Víctor Mora: al igual que este finalizaba los tebeos del Capitán Trueno, con las preguntas de intriga en la última pagina de color azul de sus tebeos, tratando de animar a sus lectores con lo que acontecería en el siguiente episodio para que adquirieran la próxima entrega:

      ¿Conseguirá nuestro héroe Rebocato ser Presidente de Mesa Electoral?
     –¿Viajará a Escandinavia para tratar de resolver el asunto de si tenían o no, cuernos los vikingos? O por el contrario: ¿seguirá secuestrado por la Democracia?

       “Atención al próximo y emocionante episodio”.



                                HistoriasdeRebocato@mayo-2015