13 de abril de 2019

OPERACIÓN RIÑÓN

                              


                      OPERACIÓN RIÑÓN


      Mensaje enviado por correo electrónico a los lectores de este Blog:

         <Muy buenas, penitentes:

   Ya tenemos la Semana de Pasión a punto de iniciarse y queremos anunciaros que, en este país tenemos un problema, tal como le dijo a Rebocato un cura en un tren en la católica Irlanda en junio de 2012: “En España la Iglesia Católica tiene un problema bastante considerable, el cual consiste en que los españoles no sois practicantes”.
    En base a esto deberíamos ponernos todos las pilas y empezar esta misma semana a ser más practicantes y que no nos venga alguno con lo de la excusa de que él es ATS con dedicación exclusiva. 
   Una forma de iniciarse en la vuelta a la fe y penar un rato practicando, sería el leer la nueva entrada del blog de Rebocato que lleva por titulo: “Operación riñón”.

    Saludos y: "a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga”.

    A 14 de abril de 2019 (día de la Republica de hace 88 años).

P.D.- Añadir que, la entonces novia de Rebocato, también fue a visitarle al hospital de Barcelona cuando aquel  fue intervenido quirúrgicamente>.       



    INTRODUCCIÓN:

         
     Al final de la entrada publicada en mayo de 2018, en este Blog, y que lleva por título: “Rebocato mancillado”, habíamos dejado a nuestro atribulado amigo –ahíto de dolor y a la espera de la incisión del frío escalpelo acerado en su cuerpo serrano veinteañero que gastaba en aquel tiempo y lugar– con su body arrojado obre la mesa de operaciones de un hospital público de la "Ciudad de los Prodigios", y con uno de sus dos compañeros sevillanos, de piso compartido, en la sala de espera mas asustado que el propio candidato a ser intervenido quirúrgicamente de urgencias. (Un saludo para el “seviyano” Manolo, allá donde se encuentre, al que Rebocato se lo encontró –unos veranos después de la operación, ya ambos fuera de Barcelona– en el interior de la catedral de Segovia –la llamada Dama de las catedrales– y, al verano siguiente, el azar les volvió a juntar en el Parque de Atracciones de Madrid. En fin, casualidades de la vida, menos mal que nuestro amigo no tenia cuentas pendientes con ese amigo y compañero de piso en Barcelona).



     OPERACIÓN RIÑÓN

   Rebocato,  ya intervenido y aún medio amodorrado a causa de los efectos de la anestesia, vio a la salida de la zona de quirófanos a su tercera hermana que se había desplazado desde la sureña capital de provincia catalana –la cual dispone del famoso Balcón del Mediterráneo, el cual si se toca (“tocar ferro”) da suerte, dicen por allí– hasta Barcelona para visitarle, avisada por Manolo el sevillano. 

   Más tarde, ya en la UCI, nuestro amigo despertó del todo con la impresión de que volvía del más allá a causa de la anestesia (la cual hay que eliminar por la orina y, caso de que no puedas levantarte de la cama, si no eres capaz de orinar en la botella, te tienen que sondar) que le suministraron (los carajillos de ron Pujol y tercios de Woll-Damm que se había trasegado al coleto, en la tarde del día anterior, con su 4º sobrino –alias “el preferido”– no le habían anestesiado en demasía), y comenzó a palparse y a notar en su cuerpo mas catéteres y bolsas colgando, que santos y mártires existentes en el taco del calendario del Sagrado Corazón de Jesús, aparentemente clavado (el calendario) en una de las paredes de adobe enjalbegadas de la cocina de la casa de nuestro labriego castellanoviejo, y se preguntó: “¿Pero… todos estos cachivaches son a causa de una simple operación de apendicitis abscedada?.





Pie de foto: Hete aquí, una botella de ron Pujol, cuando aún no habían salido a la luz pública los tejemanejes que se traían, con sus negocios, por el bien de Catalunya, el clan político familiar que atiende por ese nombre. 
  Entre el “España nos roba” y el “España se rompe” apañada está la inmensa mayoría de gente silenciosa, de este País S.A., que está entremedias.

  Nuestro amigo, desde su cama rodante, vislumbró a una enfermera –la cual estaba pintándose las uñas y hasta él llegaba el olor del esmalte– y, a su vez, notó que la sabana inferior de la cama estaba un tanto calada, por lo que hizo gestos a la sanitaria para que se acercara hasta él y poder comunicárselo con su queda voz y, de paso, pedirle explicaciones sobre los bártulos que le habían instalado en su afligido cuerpo.

   La ATS le informó a Rebocato de que, una vez abierto en canal y estando tumbado –en posición decúbito supino– sobre la mesa de operaciones, el cirujano observó que el apéndice a intervenir estaba en perfecto estado de revista y, en cambio, reparó que el uréter del riñón derecho estaba suelto del riñón pertinente (hidronefrosis renal derecha a bridas, le dijeron después) lo que provocó un escape de orina, causante aquel y esta de los dolores de nuestro amigo a lo largo de la tarde noche del día de autos.

   Por consiguiente (como diría el Sr. González, otrora Isidoro chaquetadepanagorda al igual que el traje de nuestro labriego castellanoviejo, solo que el de este de color negro en lugar de marrón) en plena intervención tuvieron que localizar, a todo trapo, barruntamos, a un cirujano urólogo en la madrugada del sábado –el día anterior viernes de mayo fue festivo– al domingo para que continuara con la operación con el fin de tratar de salvar el riñón (y quizás la vida) del paciente paciente (sic). 

    Tiempo después, Rebocato pensaba que si en vez de ingresar de urgencias en un centro de la Sanidad Pública se hubiera, o hubiese, ido a uno de la Privada (servicio amparado por su Empresa), posiblemente hubiera perdido el riñón, porque a ver ¿qué centro sanitario dispone de un cirujano urólogo de guardia en urgencias, no ya una madrugada laborable, sino una madrugada de festivo?. Para que ahora le vengan a nuestro amigo con la cantinela, desde hace años, de ciertos políticos y Medios de Comunicación Social de turno, los cuales están tratando de vendernos la moto, con el sainete de que la Sanidad Pública es cara, e ineficaz, frente a la incomparable e inefalible/ infalible Sanidad Privada. El gran negocio de los engañabobos de siempre bombardeando a la gente de a pie con lo de lo buena que es la Sanidad Privada y lo pésima que resulta la Pública. Lo que pretenden es que, a los de a pie que su economía se lo permita, que paguen por dos sitios. De risa, si la cosa no fuera tan seria.

    Esos días, del ingreso de nuestro amigo, el hospital estaba alborotado –además de abarrotado– debido a que recientemente había aparecido el primer caso del síndrome del aceite tóxico (enfermedad de la colza), pero hasta junio de ese mismo año no se descubrió el agente causante. De tal forma que todo el personal sanitario y pacientes tenían la mosca tras la oreja, y parte de los profesionales del centro médico, sobre todos los celadores faenaban provistos de mascarillas. Rebocato, que estuvo todo el mes de mayo ingresado en el hospital, vio, a mediados de ese mes, en la televisión de su habitación –compartidas ambas, la cama no, con otro paciente– al ministro de Sanidad Jesús Sancho Rof dando una conferencia de prensa (hoy en día se convertiría en viral en guasap y redes sociales) al respecto, del aún no definido "síndrome", y soltó una parrafada para la posteridad:

“……es menos grave que la gripe. Lo causa un bichito del que conocemos el nombre y el primer apellido. Nos falta el segundo. Es tan pequeño que, si se cae de la mesa, se mata".

   Alrededor de 20.000 personas (la mayoría –como siempre en estos casos– de escala social baja) sufrieron la enfermedad y, según las últimas fuentes informativas consultadas, han muerto mas de 5.000 personas a causa de ella. Fueron procesados 38 empresarios que se fueron, la mayoría de ellos, de rositas.

   A Rebocato, cuando le sacaron de la UCI a planta, le ubicaron –por saturación de camas del centro hospitalario– en la planta de digestivo (se cumplían 5 años en que había estado en el hospital madrileño La Paz, intervenido de úlcera gástrica duodenal, donde se quitó –le quitaron– de encima 3/4 partes de estómago el cual no era excesivamente amplio, ni mucho menos). Compartió, durante tres días, habitación  con un veinteañero como él, el cual era originario del Principado de Andorra y estaba acompañado por su andorrana madre. El muchacho dijo que, ejercía de guarda forestal allá en los bosques de su tierra y que era un gran amante de la naturaleza, lo cual (pensaba Rebocato) no era óbice para acarrear una diarrea monumental y continua –motivo de su ingreso hospitalario– lo que le condicionaba a estar permanentemente en trance de deposición y, obviamente, más tiempo en posición de sentado en la taza del váter deponiendo, que tumbado en la propia cama; amenizando, el pobre, las noches a Rebocato con los clásicos ruidos que produce la diarrea cuando se evacúa. 

   Días después del traslado de Rebocato  a la planta de pacientes de urología, y con el fin de cumplir, él, con una de las Obras de Misericordia (en este caso: “Visitar al enfermo”, otra de ellas es: “vestir al desnudo”; barruntamos que hoy en día habría que añadir: "visitar a la enferma y “Vestir a la desnuda”) bajó a la habitación para visitar al andorrano y ya, afortunadamente, le habían cortado la colitis, que no la cola, afortunadamente para él y su novia andorrana.



       LA SONDA

   Volviendo a la UCI con Rebocato recién operado, se percató este de que tenia dos sondas en el costado derecho para drenaje del riñón operado y otra conectada a su aparato urinario, la cual, a dios gracias, se la habían colocado durante la operación y bajo los efectos de la anestesia, lo que le ahorró no poco sufrimiento, porque entonces las ponían a pelo, sin anestesia local ni otras mariconadas, si acaso con vaselina y paciencia, tanto de las enfermeras, como del enfermo. Las tres sondas depositaban los fluidos en sendas bolsas de plástico. La causa de estar la cama mojada era que el catéter de la orina se había salido de la bolsa correspondiente.

   Cuando pasaron a Rebocato a la planta de urología se encontró en la habitación con un paciente, poco paciente –valga la redundancia– que rondaba la sesentena, el cual andaba un tanto nervioso y quejoso a causa de la sonda que le habían introducido en el aparato urinario con el fin de, posteriormente, intervenirle de próstata. Le dijo a nuestro amigo que tenia muchas molestias y que cuando pasara el médico visita, le diría que se la quitaran o, en su defecto, que le pusieran otra sonda más fina. A la mañana siguiente, cuando llegó el sequito de médico y enfermeras. El galeno atendió pacientemente las quejas del paciente sondado. Cuando transcurrió una hora, después de la visita médica, entraron en la habitación dos enfermeras que portaban cachivaches sanitarios varios. Le dijeron al compañero de habitación de Rebocato que le iban a cambiar la sonda, ante esto nuestro amigo se levantó de su cama sujetando sus dos bolsas de drenaje y haciendo caso omiso a los consejos de las enfermeras para que continuara acostado en su cama (la de él), se salió de la habitación para que actuaran las profesionales sin mirones a la vista.

   Una vez las ATS acabaron su labor y salieron de la habitación, Rebocato entró en ella y preguntó a su compañero:

      –¿Qué, cómo ha ido todo?

    Y el compañero:

    – No me hables. Si, me han quitado la sonda que tenia pero me han colocado otra de mayor calibre. Dicen que es necesaria para mi intervención de próstata. Quien me mandaría a mi quejarme.

   Reseñar que al compañero de habitación le intervinieron al día siguiente y aún abandonó el hospital (puede que tuviera enchufe) antes que Rebocato.

    Por fin un día le quitaron a Rebocato las sondas. Le metieron en quirófano y un vacilón anestesista le hablaba mientas le inyectaba la dosis para dormirle y sin canción de nana alguna. A su vez le preguntaba que si se dormía y Rebocato le decía que nó, ante ello el anestesista añadio:

   –Te apuesto una caja de puros que acabaras durmiéndote.

  –Mi abuela me dijo que porfiara, pero que no apostara. –le contestó Rebocato ya cayendo suavemente en los brazos de Morfeo, debido al chute.

  Un día nuestro amigo recibió, con alegría austera y controlada, la visita de nuestro labriego castellanoviejo y de la esposa de este y madre de aquel, venidos de nuestro pueblo castellanoviejo y alojados en casa de la tercera hermana de Rebocato en la ciudad del Balcón de ferró del Mediterráneo. Asimismo, otro día, también le visitó un primo hermano suyo que ejercía como cirujano urólogo en otro afamado centro hospitalario de la Ciudad Condal. El primo –al que Rebocato veía muy de tarde en tarde, caso de que ambos coincidieran en agosto en nuestro pueblo castellanoviejo– solicitó, solícito (sic), el historial hospitalario sobre la intervención del primo, y después de hojear las hojas y ojeándolas con los ojos, le comunicó a Rebocato que estuviera tranquilo, que estaba todo bajo control. Ante este diagnóstico, Rebocato pensó por un instante el volver a la grey.

   También recibió visitas de los compañeros de trabajo, los cuales le llevaban la revista Interviú (pa´tias estaba nuestro amigo) y cómics variopintos con Makoki, Anarcoma, Watchmen, Akira,  El muñeco, etc.



Pie de foto: Portada del otrora tebeo (ahora cómic) El Víbora, en concreto el número 5 del año 1980. Rebocato aún conserva los cómics que le llevaron al hospital sus compañeros de trabajo en Barcelona en mayo de 1981 durante su ingreso hospitalario. Quiso devolvérselos pero acabaron regalándoselos.

   Un mes después de la intervención Rebocato abandonó el hospital y se fue de convalecencia –previa solicitud al inspector médico respectivo– a la casa de su tercera hermana en la otrora ciudad romana que atendía por Tarraco.

    En fin, menos mal que la intervención quirúrgica no le costó a nuestro amigo un riñón, ya que, gracias al magnifico equipo médico de la Sanidad Pública que le atendió, consiguió salvarlo. 

   Mientras tanto el Sancho Rof seguía con la conspiración del bicho, el cual, caso de existir y de haber oído en la rueda de prensa la versión del ministro respecto al síndrome, posiblemente se hubiera agenciado un paracaídas para la caída de la mesa.


            HistoriasdeRebocato@Abril-2019