LECHAZOS, CHURRAS Y MERINAS
INTRODUCCIÓN
<Y la
polvareda que había visto
la levantaban dos grandes
manadas de ovejas y
carneros que, por aquel mes-
mo camino, de dos
diferentes partes venían, las
cuales, con el polvo, no se
echaron de ver hasta
que llegaron cerca. Y con
tanto ahínco afirmaba
don Quijote que eran
ejércitos, que Sancho lo
vino a creer y a decirle:
Señor, ¿pues qué hemos de
hacer nosotros? ¿Qué? –dijo
don Quijote–: favorecer
y ayudar a los menesterosos
y desvalidos. Y has de
saber, Sancho, que este que
viene por nuestra fren-
te le conduce y guía el
grande emperador Alifan-
farón, señor de la grande
isla Trapobana; este otro
que a mis espaldas marcha
es el de su enemigo, el
rey de los garamantas,
Pentapolén del Arre-
mangado Brazo, porque
siempre entra en las bata-
llas con el brazo derecho
desnudo . Pues, ¿por qué se
quieren tan mal estos dos
señores? –preguntó San-
cho. Quierénse mal
–respondió don Quijote– por-
que este Alefanfarón es un
foribundo pagano y es-
tá enamorado de la hija de
Pentapolín, que es una
muy fermosa y además
agraciada señora, y es cris-
tiana, y su padre no se la
quiere entregar al rey pa-
gano si no deja primero la
ley de su falso profeta
Mahoma y se vuelve a la
suya. ¡Para mis barbas –dijo
Sancho–, si no hace muy
bien Pentapolín, y que le ten-
go de ayudar en cuanto
pudiere!>
(El Ingenioso Hidalgo Don Quijote
de la Mancha)
Pie de foto: Don Quijote recibiendo una tunda considerable por defender a los menesterosos y desvalidos. Sancho, más pragmático, otea desde el monticulo.
Pie de foto: Don Quijote recibiendo una tunda considerable por defender a los menesterosos y desvalidos. Sancho, más pragmático, otea desde el monticulo.
Que pena que Cervantes, en este pasaje de su, por
todos conocida, novela, y por muchos menos leída, que lleva por título “El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha” en su primera parte (1605), y la “Segunda
parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha” en su segunda parte
(1615), no nos aclare si esos dos rebaños de ovejas, que forman las polvaredas
y que don Quijote confunde con ejércitos enfrentados, sean uno de ellos
compuesto por ovejas de raza churra y el otro por ovejas de raza merina, o ambos,
de ambas razas mezcladas entre ellos (nada bueno esto, haciendo caso al
archiconocido refrán); no obstante nuestro amigo Rebocato hará lo posible para “desfacer
el entuerto” a nuestros lectores a lo largo de este escrito.
LECHAZO
Reza el DRAE:
lechazo
De leche y -azo.
1. m.
Cordero lechal.
2. m.
vulg. Ven.
Golpe de suerte.
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Sobre
estas dos definiciones de la palabra “lechazo” que
figuran en el DRAE, decir
que, en nuestro pueblo castellanoviejo, la primera acepción es totalmente válida; en cambio, la segunda lo es a medias, es decir, vale lo de “golpe” pero no lo que continúa “de suerte”, ya que, por aquellos lares, un lechazo,
aparte de ser un cordero de oveja churra, también viene a cuento, para definir de esa
manera a la acción de cuando algún parroquiano te mete una leche de la órdiga por
un quítame allá esas pajas y, asimismo, igualmente, se dice lechazo cuando te
resbalas y te pegas un guarrazo –de padre y muy señor mío– produciéndose, en
este caso, la consiguiente dualidad: tener como consecuencia inmediata la
producción de dolor en el afectado y, por otra parte, provocar la risa
instantánea –sin mala intención por supuesto– de quienes contemplan la acción del
costalazo (ranazo) en vivo y en directo.
Centrándonos
en el
lechazo que se emplea para la restauración, decir que es un cordero nacido de
oveja churra criado en las riberas del río Duratón, donde se producen, donde va
a parar, los mejores corderos de toda la península hespérica.
En nuestro pueblo castellanoviejo, al cordero
lechal cuando cumple un mes o mes y medio de edad, estando aún sin destetar de
la madre, y con un peso de entre 4 a 5 quilos en canal, se le sacrifica (no en
aras de ofrecimiento al Sumo Hacedor), se le desuella, se le destripa, se le
pone por la noche al relente –con el fin de que oree como Dios manda– y al día
siguiente se le parte por la mitad longitudinalmente y luego, se cortan esas
dos mitades transversalmente, resultando cuatro cuartos de cordero listas para
meter en el horno a la leña en cuatro tarteras de barro –caso de querer asar
los cuatro cuartos– con un poco de agua y sal. Sin añadir especias, ni
laureles, ni ajos, ni tomillo, ni romero, ni posterior ajoaceite. La oveja madre
del lechazo ya ha comido hierbas aromáticas, varias, en los montes de la ribera
del río Duratón y los sabores de dichas hierbas pasan, vía ubre, al cordero en
forma de calostros y leche.
El sabor de la carne de
cordero lechal asado (típico lechazo) en cuartos al horno de adobe, o a la
parrilla en forma de chuletillas asadas al sarmiento de antaño, nada tiene que
ver con el cordero recental (cordero de más de 4 meses de edad y de un peso de
unos trece quilos), ni con el incomible borrego (de uno a dos años) y ya no digamos
con el carnero de cuernos huecos en espiral.
En otros países es una
tarea ardua encontrar carne de cordero lechal, ya que entienden que su producción es antieconómica o bien,
por remordimiento de matar tan tempranamente al corderito. Por ejemplo, en
Irlanda tienen a los corderos, que da gusto verlos, retozando felizmente por los
verdes prados sin estrés alguno, ni perro que les ladre, ni pastor que les
guarde; resultando que cuando, ya borregos, los matan y los cocinan están mas
secos que un perdido sin agua en el desierto, de tal forma que para poder comer
su carne le añaden unas salsas que lo único que hacen es prolongar (al masticar
la carne, en la boca se forma una bola de estopa estopada –aunque esté estofada–)
la agonía culinaria del degustador de turno, como le ocurrió en su día a
Rebocato en su visita a la Verde Erin, aunque reconoce nuestro amigo que las
gentes de por allí son majas, a pesar de que no se atreven a matar los corderos
cuando son lechales.
Volviendo al asunto que nos atañe sobre el
asado, Rebocato sabe perfectamente que cuarto del cordero tiene que pedir para
degustarlo en un restaurante asador, en concreto el cuarto delantero izquierdo
(no penséis que es por el tema de ideas políticas, otra cosa es que, a nuestro
amigo, le timen tanto el político de turno al que vota, como el tabernero al
que paga).
Lo de
“tabernero” no lo decimos en sentido
peyorativo. Nos explicamos: hace unos años Rebocato vio en un programa
de televisión una entrevista al famoso restaurador que regenta un restaurante
de la Cava Baja madrileña denominado “Casa Lucio”, donde entrevistaban al dueño
llamado Lucio –abulense para mas señas– el cual, desde muy joven, trabajó en el
histórico “Mesón del Segoviano” que se encontraba ubicado, en el mismo lugar
que el actual “Casa Lucio”, que tal como se ha dicho está en la Cava Baja del Madrizz
de los Austrias, aunque actualmente nos regenten los Borbones.
A mediados de los años setenta, del siglo
pasado, Lucio, se lució y compró dicho mesón, cambio el nombre de “Mesón del Segoviano”
por el de “Casa Lucio” (la verdad es que no hubo una asonada de segovianos por
el cambio, aunque, Lucio, no fue del todo cruel con sus vecinos de provincia ya
que, al cambiar el nombre del mesón podría haberlo definido como “Mesón
del Abulense”) y se hizo
famoso, entre otras especialidades culinarias, por el plato de huevos
estrellados con patatas fritas –el estrellamiento viene cuando el comensal paga
los platos rotos, perdón los mencionados huevos rotos, por un plato que
Rebocato degustaba en su casa en algunos almuerzos durante la época de la
recolección de cereales–. Pues bien, en dicho programa el famoso restaurador vino
a decir que él gustaba definirse a sí mismo como “tabernero” y que le encantaba
que los clientes y amigos le llamaran profesionalmente así.
Volviendo a los cuartos (los del cordero lechal,
no los de donde se quedaba, otrora, la selección española de futbol en
competiciones europeas y mundialistas) como se ha reseñado antes, el cuarto
delantero izquierdo es más sabroso que el cuarto delantero derecho y la
explicación, dicen los expertos, radica en que el cordero lechal en su corta
vida –antes de acabar asado previa ejecución, despellejado, destripado, oreado y
troceado en cuartos– se tumba, la mayoría de las veces, sobre el lado derecho
(no nos consta que por seguir órdenes, antaño, del General Franco, ni después de
nuestro gran timonel Josemaripresidente el de ¡Españavabien!,
que como canta el Sabina refiriéndose al tema: “Será
para él, si, total, le tocó en una rifa”) con lo cual esa parte se endurece más. Barruntamos que esto
es trasladable a los cuartos traseros derechos.
En nuestro pueblo
castellanoviejo, casi nunca ha habido restaurantes, solo tabernas,
aunque a una de ellas, cuando se construyó, durante unos años se le definió
como Pub.
Hubo dos intentos para que un mismo restaurante
funcionara como tal, pero, después de un cierto tiempo abierto al público, acabó
cerrando ambas veces (esperemos que se cumpla el dicho de: “No hay dos sin
tres”, después de la experiencia cumplida de: “Segundas partes nunca fueron
buenas” –salvo, al menos, la de El Quijote–.
Un verano entrando Rebocato en una taberna de
un pueblo ubicado al lado del suyo –donde vio por vez primera la luz del sol
aunque nació en un día nevoso de invierno– se encontró con un paisano suyo
jarreando cerveza y le preguntó a este el porqué del poco éxito, a pesar de la
segunda tentativa, de los restaurantes en nuestro pueblo castellanoviejo, recibiendo
por respuesta lo siguiente:
–“¿Pero cuando se ha visto que nosotros
merendemos en un bar de nuestro pueblo castellanoviejo? Siempre hemos salido a
buscar el buen yantar a los pueblos limítrofes o, si me apuras, hasta la
capital de provincia (caso de tener que arreglar papeles), incluso, los mas
osados, se aventuran hasta la capital de España, por el efecto llamada, con el
fin de visitar a algún paisano o familiar que otro, en visas a quedarse a trabajar
allí . Somos así de chulos”. –Concluyó el paisano, el cual tenia por costumbre,
cuando visitaba alguna capital de provincia, el comprar un abanico en el que
viniera reflejado el nombre de dicha capital, con el fin de dar fe ante sus
amistades de que había estado allí de visita.
CHURRAS Y MERINAS
Las ovejas churras son originarias de Castilla, están provistas de larga y basta
lana por todo el cuerpo excepto en
su cabeza y las patas donde tienen pelo grueso. Poseen manchas negras en el
hocico, en las orejas y en los alrededores de los ojos. Dan excelente carne (el lechazo, que es un
cordero lechal) y estupenda leche (de la de beber). Son muy dóciles,
maternales y longevas aunque a sus corderos lechales, que acabarán en el horno,
les sirve de poco esto de la esperanza de vida longeva). Se adaptan
perfectamente a las condiciones meteorológicas extremas de la Meseta y al poco
pasto existente en la Meseta del Duero, se barrunta que por la cuenta que les tiene.
Pie de foto: Oveja Churra y su pobre y desvalido retoño lechazo con escasas
posibilidades de llegar a viejo, ya que acabará en el horno y sin previo Juicio
Final. ¿Dónde están los ecologistas?. ¿Comen lechazo, estos?.
De las merinas se dice que son
originarias del norte de África, de donde las pasaron a Andalucía y luego a la
Meseta Castellana. Tienen un gran
hocico, la nariz con arrugas transversas, y la cabeza y las patas cubiertas,
como todo el cuerpo, de lana muy fina, corta y rizada. Su lana es muy apreciada
por ser fina y suave.
Puede
que Rebocato ya lo haya relatado en alguna entrada de su Blog, pero dado los
tiempos que sufrimos, económica y laboralmente hablando, y como toda
experiencia laboral, acumulable
para el currículo (esta palabra suena peor que su homónima “curriculum”, que ya
es decir) es poca, no está de mas el recordar que nuestro amigo –cuando nevaba
copiosamente en nuestro pueblo castellanoviejo y por lo tanto el pastor no
podía sacar a las ovejas churras a carear– tocaba acercarse al corral de ovejas
a lomos de las burras o, en su defecto, en los de los machos, cargados con
grandes alforjones llenos hasta los topes de paja de algarrobas con el fin de
dar de comer al ganado ovino que se recogía durante la noche, cerca de los
pastos y alejado del pueblo, en un corral hecho artesanalmente y en redondel con ramas (rameras) de pino, cabrios, candalijas y
agujos.
En Castilla existían
grandes ranchos de esquileo y lavaderos para lavar la lana. Cuando se
realizaba el esquileo se lavaba la lana, se dejaba secar y se ensacaba para
venderla. Prácticamente toda la lana de la Meseta se llevaba a los puertos de Santander
y Bilbao donde se embarcaba para Flandes donde la vendíamos barata y allí, que
disponían de industria textil, se manufacturaba y regresaba de nuevo a nuestro
país en forma de paños que pagábamos a precio de oro.
En aquellos años disponíamos de la mejor lana
de oveja merina y ciudades como Cuenca y Segovia (fieles a la causa comunera) donde
la industria textil era fundamental, los mandamases en lugar de fomentar dicha
industria lo que hubiera potenciado la economía de la zona en aquella época,
seguían apoyando la exportación de lana hacia el exterior.
Pie de foto: Oveja Merina causante indirecta, por su lana, de que Burgos
traicionara a la causa Comunera. En este caso no aparece su cordero ya que, al ser de peor carne que el Churro se supone que se librará del horno y por lo tanto no es necesario concienciar a los ecologistas..
Para acceder al mar por los puertos del actual
Santander (hasta 1833 perteneció a Burgos) y Bilbao –principales puertos de
salida de la lana para Flandes– era necesario pasar por Burgos y la economía de esta ciudad
se basaba principalmente en la exportación de la lana de oveja merina a través
de su consulado (los Reyes Católicos constituyeron el Consulado de Burgos
otorgándole el monopolio del comercio exterior cantábrico), quizás esa fue la
causa principal por la que Burgos “la traidora” se inclino finalmente por
ponerse de parte de los imperiales de Carlos I de España y V del Sacro
Imperio Romano Germánico cuando la
Guerra de las Comunidades de Castilla, con el fin de no perder los privilegios
del transito de la lana.
Desde entonces debe de venir aquello de: “natural
de Burgos y revolucionario es en oxímoron”, hasta la revuelta de vecinos (que
ocasionó muchos heridos y detenidos) que empezó en octubre de 2013 en el barrio
de Gamonal de Burgos capital, en protesta por el proyecto del Ayuntamiento para
la construcción, en dicho barrio, de un bulevar y un parking subterráneo de
pago, que acarrearía la destrucción de más de 300 plazas de aparcamiento
gratuitas (negocio redondo para los de siempre). El resto del país se frotaba
los ojos y no daba crédito a lo que estaba sucediendo en la mencionada capital.
Con la derrota de los Comuneros la industria
textil del centro de Castilla no pudo evolucionar. Además el Honrado Concejo de
la Mesta de Pastores que creó, años ha, Alfonso X el Sabio y que amparaba a
todos los pastores de León y Castilla dándoles unas dispensas tales como
librarles del servicio militar, testificar en juicios, privilegios de paso (red
de cañadas reales para la trashumancia estacional) y de careo (esto último solo
para el ganado), todas estas prerrogativas se vieron mermadas. Lo que viene a
demostrar que de nuevo Castilla fue ninguneada, ya que, por la derrota en la
guerra contra los imperiales, perdió sus fueros con la regencia de la Casa de
Austria, unos 200 años antes de que a la futura Cataluña (en ese tiempo, aún,
bajo el yugo de la Corona de Aragón en forma de Condados Catalanes) le
ocurriera lo mismo con los Borbones.
Retomando el tema de las ovejas churras y
merinas que nos atañe, decir que, en aquellos años disponíamos de la mejor lana
de oveja merina y que ciudades como Cuenca y Segovia (fieles a la causa
comunera) donde la industria textil era fundamental, los mandamases en lugar de
fomentar dicha industria lo que hubiera potenciado la economía de la época,
seguían apoyando la exportación de lana hacia el exterior.
¿Qué ocurre si mezclamos
churras con merinas? el resultado es que no mejora la carne, ni la leche, ni la
lana, de ahí el dicho de. “No mezclar las churras con las merinas”. (No
confundir con el dicho en el que ha degenerado, que es: “No mezclar los churros
con las meninas”).
Luego está el tema
religioso, las churras de Castilla se supone que estaban educadas por pastores
católicos, practicantes o no, pero católicos, que asistían los domingos y
fiestas de guardar al Santo Oficio de la Santa Misa, aunque después hayan
adjurado o no, ya que es imposible –dicen, que dicen los que mandan en la
Iglesia– borrarlos de la base de datos del Santo Clero.
Las merinas al proceder
del norte de África se da por hecho que serán de creencias musulmanas.
LOS PASTORES
Empecemos por nuestro principal pastor (de almas) que responde al
nombre de pila de Jorge Mario Bergoglio y al de Papa por el de Francisco I
(Paco para los amigos), que es el máximo representante de Cristo en la Tierra. Hay
quien dice que es un Papa que habla mucho pero que, al final como casi todos, hace
poco, o bien, es que no le dejan hacer casi nada.
Lo que no está claro es si el pastor es el que guía al rebaño o bien,
si es el rebaño el que guía al pastor (en el caso del Papa está claro que es él el que guía con su
curia romana).
Ahora tratemos de los pastores mucho más terrenales:
<Estando Paco
repaco cuidando las ovejas
vino una abeja y le pico en
la oreja.
Paco repaco de un sopapo mató
al animalito
Y poco a poco y con gran
trabajo se sacó el pico.>
Poesía pastoril de cuando los niños desempeñaban
la función del pastoreo y eran los que anunciaban al vulgo las apariciones
Marianas (no nos referimos a las de Mariano que como buen gallego no se sabe si
va o viene, y permanece impertérrito ante la que nos está cayendo, como la
Puerta de Alcalá: “Ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo…”, en fin, como el
que tiene un tío en Alcalá, para los de a pie, obviamente) que antaño fluían a
menudo –esto dicho sin ánimo de herir sentimientos religiosos–, no como en los
tiempos materialista en los que ahora estamos imbuidos en los que los niños
como no salen al campo a pastorear no hay posibilidades de que acontezcan en
nuestro suelo patrio las anunciaciones de antaño. Posiblemente también influya
en ello el que nuestros rabadanes actuales –aparte de no ser niños– sean
norteafricanos, rumanos o búlgaros tal como ocurre actualmente en nuestro
pueblo castellanoviejo, y claro si en lugar de ser católicos como Dios manda, son
musulmanes u ortodoxos las apariciones brillan por su ausencia o en caso
contrario es que no trascienden porque no les interesa, a los pastores infieles
de ahora, comunicarlo a sus dueños católicos o a la autoridad eclesiástica
pertinente.
Al sentir de Rebocato una de las posibles
causas de que las apariciones no sean tan frecuentes como en tiempos lejanos,
quizás sea por la falta de fe que nos asola. En un viaje que realizaron
Rebocato y señora (junto al cuñadísimo y hermana de aquel), en junio de 2012 por
las Irlandas, coincidieron en un desplazamiento en tren por la República de
Irlanda, con un párroco del lugar y al entablar conversación con él y decirle
que eran de Spain, les manifestó, después de un largo rato de pegar la hebra,
que uno de los problemas religiosos de España era la pertinaz falta de fe de
los spanish y su poca asistencia a los eventos religiosos.
Al final de la larga y grata conversación,
durante el trayecto a lomos del caballo de hierro –que diría un indio de USA–
entre los tres susodichos, Rebocato se quedó con cierto regomeyo en el cuerpo y,
a su vez, un tanto despagado con el cura irlandés ya que este desconocía la
existencia del magnifico Acueducto de Segovia (dos mil años de historia tirados
por los suelos y con lo bien que lo han cuidado los paisanos del lugar) a pesar
del énfasis que puso nuestro amigo en describírselo– incluso llegó a
dibujárselo (no el total de las arcadas que lo componen, claro) a mano alzada sobre
papel, pero ni por esas, que si quieres arroz Catalina, el reverendo jamás
llegó a dar síntomas de haberlo visto ya no en televisión, sino ni tan siquiera
en fotografía.
CONCLUSIONES
En aras de la parrafada expuesta, solo queda por
añadir que, cada lector siendo fiel a su libre albedrío, decida por si mismo
que raza de lechazo tiene que comer, que leche de oveja que beber y que jersey
de pura lana virgen mercarse. Sin ánimo de influir en las decisiones de cada
cual, reseñar que Rebocato se decantaba por la raza churra a la hora de comer
carne y beber leche, y la verdad es que no tenia muchas ocasiones para ello y
no era por aquello de refrénese la gula. Por otra parte añadir que, los
calcetines que le hacía su madre –a mano con cuatro agujas– eran de pura lana
virgen de oveja churra recién esquilada, pero a pesar de ello no se libraba de
los sabañones en los pies en los crudos inviernos de la Meseta. Ecologismo puro
y duro.
Volviendo al parrafo de El Quijote que abre este
escrito y teniendo en cuenta la procedencia de las ovejas churras y merinas y,
a su vez, en vistas al tema religioso, barrunta Rebocato que, el ejercito
fingido por don Alonso Quijano perteneciente a Alifanfarón/ Alifanfarón,
estaría formado por ovejas merinas/musulmanas y el de Pentacolén/
Pentacolín por ovejas
churras/ católicas.
PD.- El escritor Martín de Riquer era una de
las personas que mas sabía sobre El Quijote –la otra es Paco Rico– y en una
entrevista aquel dijo, más o menos: “dichosa la persona que aún no ha leído El
Quijote, ya que, aún tiene la posibilidad de disfrutar al leerlo”.
HistoriasdeRebocato@mayo-2016