6 de diciembre de 2018

REBOCATO EN HUELVA (2ª Parte)

             
            
           
           REBOCATO EN HUELVA (2ª Parte)          



    Mensaje enviado por correo electrónico a los lectores de este Blog:


       Hola:

     Se dice, se comenta, se rumorea, nos han dicho que han oído que decían que: “segundas partes nunca fueron buenas”.

    Parece ser que  dicho dicho estaba enfocado, sobre todo, al amor en pareja. Después se le aplicó también a la literatura (excepción mas conocida: la segunda parte de El Quijote es magnifica) y al cine (El Padrino 2ª y 3ª parte son extraordinarias, por mentar alguna). 

    En fin, que os llega una nueva historia de Rebocato que se denomina: “Rebocato en Huelva (2ª Parte), y que Dios reparta suerte.

    Saludos, majos.

PD.-Otra cosa no, pero mas fotos inéditas si que aparecen. Hay que ver como afecta el paso del tiempo a las cortas entendederas de nuestro amigo.



                 CUARTO DÍA.-



             ALMONASTER LA REAL:

   Nuestra pareja desayuna en el hotel y sobre las 08:30h. cogen el coche para adentrarse en la Sierra de Aracena. Hoy tienen previsto recorrer, entre ida y vuelta, unos 400 Km. Rebocato piensa: "mientras conduzco no ando".

   En Almonaster la Real visitan la mezquita que está en un cerro y desde donde se divisan unas vistas del pueblo y de la sierra bastante interesantes. Al lado de la mezquita hay una plaza de toros de piedra que nuestra pareja encontró cerrada, la verdad es que tampoco tenían intención de lidiar cornúpeta alguno: “al sentir de Rebocato, los toros mejor en el plato” (perdón por el pareado). 






Pie de foto.- La mezquita de Almonaster la Real. No es la de Córdoba, pero al menos no hay tanto gentío pululando entre tantos arcos variopintos, cada uno hijo de su padre.

    Hacen un recorrido por las calles del pueblo. Toman un café –con el fin de que los lugareños del lugar no digan que los turistas llegan, ven la mezquita y se largan sin más– y enfilan con el coche hacia Cortegana localidad que se encuentra a unos 10 Km. de distancia.




         CORTEGANA:

   En Cortegana existe un pequeño castillo fortaleza bastante apañado. Está ubicado “en todo lo arto” (como se dice por allí)  de un cerro, no obstante, se puede acceder en coche hasta él y se visita en una media hora, caso de que no se ensañen contigo en las mazmorras de tortura. 


    En el patio del castillo hay un aljibe con bastante agua (puede que haya truco con el agua que contiene) al que se puede acceder bajando unos escalones. Rebocato, una vez en su interior, vio instalada una acometida de agua corriente –no sabemos si también vulgar– y luego se lo comentó a la recepcionista del castillo, la cual no le aclaró si el grifo surtía de agua, o nó, al aljibe en temporadas de sequía.    

   La muchacha de recepción –con un acentuado acento andaluz– les da una pequeña disertación informativa sobre el castillo y les dice a nuestra pareja que, el mobiliario de los interiores de las diferentes salas, lo donó, mayormente, gente del pueblo.

    Añade que se construyó como defensa a los potenciales ataques de los portugueses (nosotros también les atacábamos a ellos. Comentar que, siglos ha, los portugueses ante una eventual invasión nuestra vociferaban: “Que vienen los castellanos” y prestos ponían a buen recaudo las orzas que contenían la matanza (sin comprobar, previamente, si los castellanos estaban a régimen o no); escondían a los animales domésticos; guardaban las cosas de valor, etc. y se ponían en guardia. Hoy en día, si oyen decir lo mismo, se alegran porque vamos a dejarnos allí –en su bonito país poblado de amables gentes– los cuartos.




Pie de foto.- Vista de Cortegana desde las almenas del castillo.




Pie de foto.- En las almenas del castillo de CorteganaEs lamentable que, en pleno siglo XXI y en un país miembro de pleno derecho de la Unión Europea, sigan ocurriendo estas cosas tan denigrantes, propias de la Edad Media.


     Acabada la visita al castillo nuestra pareja se sube al coche y se acercan hasta la localidad de Aracena. 




            ARACENA:

   En Aracena visitan la gruta de Las Maravillas (una maravilla, de verdad) que se descubrió a finales del siglo XIX y se accede a ella desde una calle que se encuentra dentro del mismo casco urbano. 




Pie de foto.- No había forma humana de encontrar la entrada de la gruta de marras, pero esta simpática y amable fémina se prestó a acompañar a Rebocato hasta ella, A día de hoy, nuestro amigo, aún no ha conseguido zafarse de la espontánea guía de aquel día.


    Después de la visita a la cueva –que en su interior tiene pequeños lagos y todo– Rebocato y contraria, comen en un restaurante de los que hay en la misma calle donde está la entrada a la gruta.

    Acabada la comida nuestro amigo pide la cuenta. Se la traen y el camarero le dice: “al café y chupito está invitado el señorito” (no piensen nuestros lectores que el camarero, con pinta de ser el jefe del restaurante, era machista por invitar solo a nuestro amigo, es que la contraria de Rebocato no tomó café ni chupito alguno). 

     Rebocato sonríe y revisa la nota, cosa que solo hacen los ricos, pues a los pringados les da corte, pero al haberle dicho "señorito",  nuestro amigo osa en comprobarla y observa en ella que, en efecto le han invitado al café y al chupito (2€+3€) pero, en cambio, le han incluido una cerveza de más (2€) y, por si fuera poco, un postre (5€). Con lo cual la invitación se transforma en que le han dejado de cobrar 5€, sí, pero le han añadido 7€ por algo que no han consumido. Las ovejas que entran por las que salen, medita Rebocato. 

   No obstante, nuestro amigo reclama al camarero y se lo solucionan descontándole de la nota los 7€ de marras que intentaban cobrarle de más, por un posible error, barrunta.

    Después nuestra pareja se levanta de la mesa y se acercan, paseando por las calles del pueblo, hasta el castillo e iglesia anexa, que están ubicados en una zona bastante empinada. “Cuestión de estrategias de antaño”, resopla Rebocato durante la dura subida, a la vez que piensa en cuidar su sufrido cuerpo: “con lo bien que estoy yo, normalmente, en casa a estas horas echando la siesta en el sofá”.

    Acabadas las visitas en Aracena, se montan en el coche y se dirigen a Matalascañas donde, una vez llegados toman en una terraza unas cerveza en compañía de los pertinaces mosquitos. Después, ya en el hotel, cenan y más tarde, en la cafetería, toman algo en la barra mientras ven actuaciones de algunos artistas contratados en la disco anexa. 

   No vislumbran a la senior de las apariciones marianas, simpatizante de los de la gaviota azul y mujer del señor comisario senior que se suele acostar pronto, como Dios manda.

   Cuando están en la barra el camarero joven indaga a Rebocato: “usted hace pesas ¿verdad?”. Nuestro amigo niega con la cabeza.





                          QUINTO DÍA.-


        PALOS DE LA FRONTERA:

     Nuestra pareja de visitantes tenia previsto el acercarse hoy a visitar un par de ciudades de Portugal, pero como el día ha amanecido un tanto lluvioso y, no teniendo reservado nada de antemano para visitar que les hiciera perder la reserva, deciden posponer el viaje hasta el día siguiente, por lo que optan por dirigirse a Palos de la Frontera, Moguer y Huelva capital, respectivamente.

    Llegan al Muelle Museo de las Carabelas sito en Palos, en el cual están las reproducciones –que se hicieron en 1992 por lo del V Centenario del Descubrimiento– de las tres carabelas, aunque en realidad la Santa María es una nao. 

    Rebocato quiere subirse a las carabelas (sin ánimo de emular a Christophorus Columbus –este es su nombre auténtico en latín, todas las demás formas de llamarle son traducciones a la lengua vernácula de otros países, dicen– pero un empleado del Centro (con deje andaluz, por supuesto) le dice que no dejan subir a los visitantes a las naves porque pueden resbalar en cubierta. Rebocato pregunta que si el grumete acaba de limpiar y baldear las cubiertas. El empleado –pacientemente y sin dejar su deje andaluz– le informa que a causa de la lluvia (está chispeando, el pertinaz chirimiri no acontece, ni se manifiesta, solamente en Bilbao) y que con el fin de evitar caídas sobre la cubierta que no se pueden abordar las naves. Rebocato le cuenta que lleva mas de 1.000 Km. recorridos hasta llegar allí y que le gustaría abordarlas antes de abandonar el lugar. El empleado le contesta (su contumaz deje persiste) que vayan a ver el documental sobre el Descubrimiento, que se va a proyectar en unos minutos en la sala de proyecciones del Centro, y que a ver si mientras tanto escampa.

    Ven el documental –el cual es bastante didáctico y por lo tanto instructivo– y como ha dejado de llover les dejan subir a las dos carabelas y a la nao. 

    Recorren los cascarones de nuez y se hacen cruces al imaginarse de cómo podrían estar conviviendo, con ese poco espacio físico disponible, decenas de personas durante meses de travesía atlántica y cada uno hijo de su madre.



Pie de foto.- Rebocato se quedó a cuadros cuando vio –en esta lámina del Museo de las Carabelas– que dos de los ocupantes de las carabelas que fueron en el primer viaje de Colón a Las Indias, eran procedentes de Segovia tierra adentro. Concretamente un marinero y un escribano. Viajar para ver, y no solo Las Indias.


     Cuando salen del muelle se dirigen a visitar el monasterio de Santa María de La Rábida que, en realidad. es un convento franciscano, dicen.

    Acabada la visita al monasterio salen al exterior y llueve de nuevo. Se suben al coche y se dirigen a la ciudad de Moguer.



          MOGUER:

   Moguer es la ciudad donde nació el poeta Juan Ramón Jiménez (premio Nobel de literatura en 1956, ignoramos si contribuyó a ello la venida al mundo de Rebocato que aconteció en ese mismo año, en el cual también nos llego a España la “caja tonta T.V.”) famoso por su “Platero y yo”.

    Se dan un garbeo por la ciudad y paran a informarse en la oficina municipal de Turismo. Les atiende una bonita, y además simpática, muchacha ¿con?......lo han adivinado nuestros lectores: “un marcado acento andaluz”.

    Una vez informados con lo recomendado para ver y visitar de interés, se dirigen a la casa natal del poeta de marras. En ella una adolescente (derrochando, al hablar, un sin par deje andaluz) les da una explicación de unos 20 minutos sobre los avatares de Juan Ramón (el padre de este se dedicaba al negocio del vino) y su paso por el mundo, que acabó, como tantos otros españoles –célebres o nó– en el exilio a causa de la Guerra Civil y ya no regresó a España nunca jamás.




Pie de foto.- En Moguer jugando a titulo de obra de Juan Ramón Jiménez. El titulo de la fotografía sería: "Platero y yo". 

PD.-El burro de marras (nos referimos al de metal al que acaricia Rebocato): “Ni peludo, ni suaveni tan blando por fuera, que se diría todo de algodón”.

     En el monasterio de Santa Clara, de esta ciudad, durmió Colón al regreso de su primer viaje a Las Indias.

   El puerto de Moguer tiene la particularidad de que no se encuentra ubicado en el mar, sino en el río Moguer.

    Sobre las 14h nuestra pareja deja atrás Moguer y se dirige a Huelva capital.



        HUELVA:

     Poco que mentar de sustancia sobre esta capital, excepto sus famosas y riquísimas gambas que nuestra pareja degusta en un céntrico restaurante recomendado por un lugareño bohemio y cuarentón que estudió administración y dirección de empresa, que regenta un bareto de tapas cercano y que –al sentir de Rebocato– está más sonado que las maracas de Machín, eso sí, simpático y dicharachero como él solo. 

      En el centro de Huelva la aplicación del Waze se vuelve loca y nuestra pareja deambula dentro del coche por el casco urbano, hasta que, finalmente, recupera el juicio la aplicación y consiguen salir de la ciudad de vuelta a Matalascañas.

     Una vez llegados, disfrutan de cervezas y mosquitos (ya, hasta confraternizan con ellos) en las terrazas de la playa.

    Cenan en el hotel. Luego se van a la cafetería y, estando ambos sentados al lado de la barra, pasa el camarero joven, Rebocato le saluda y le dice a su contraria: “¿te quieres creer que este señor me ha descubierto y sabe que hago pesas?”. La mujer se queda un tanto extrañada y el joven camarero, con alegría de triunfo suelta: “Eso ya lo sabía yo, desde la primera noche que le vi, aunque usted me lo negara. Nada más ver su espalda y su cuello deduje, rápidamente, que usted hacia muchas pesas”. A lo que Rebocato contesta: “Razón no te falta, he levantado muchas mancuernas”.

      Es tal la satisfacción del camarero joven que les invita a las copas.

    A través de las cristaleras ven en el jardín a la senior admiradora de los populares y devota de las apariciones marianas, la cual esta fumando un purillo sentada en una mesa junto a su señor comisario y otra pareja de seniors, departiendo todos animosamente, aparentemente.




                           SEXTO DÍA.-


    VILA REAL DE SANTO ANTÓNIO– AYAMONTE:

   Nuestra pareja, después de desayunar, se dirige a las 9h. por carretera hacia Portugal a la región del Algarbe, en concreto a la localidad Vila Real de Santo António. Una vez llegados aparcan el coche al lado del muelle de donde sale el ferry que cruzando el río Guadiana –que hace de frontera natural entre Portugal y España (gracias enciclopedia Álvarez)– llega a la ciudad de Ayamonte.

   Toman el ferry y en 15 minutos han cruzado para llegar hasta Ayamonte. Visitan la ciudad durante unas tres horas y retornan a Vila Real, donde se montan en el coche y se dirigen a Tavira ciudad portuguesa del distrito de Faro.




Pie de foto.- Cruzando el Guadiana en el ferry desde Vila Real del Santo António hacia Ayamonte. En la instantánea –con Ayamonte al fondo– se interpone la grumete de a bordo, la cual, al sentir de Rebocato, rezumaba un protagonismo excesivo, ya que lo único que hacía era hacer fotografías en lugar de baldear la cubierta.


   Rebocato conecta el móvil al puerto USB del coche y la aplicación Waze empieza a hablar en portugués. Menos mal que, más o menos, se defiende para tomar los desvíos y que solo son unos 38 Km. por la A-22 desde Vila Real hasta alcanzar la bonita ciudad de Tavira.



          TAVIRA:

    Entran en Tavira y aparcan en zona azul en una calle que desemboca en la misma plaza de la Republica. Como ya son las 14h y es sábado pueden dejar el coche allí estacionado hasta las 8h horas del lunes sin pago alguno.

    Se dirigen a comer al restaurante Matías que le recomendó a Rebocato un compañero de senderismo (líder nº2) que anduvo cencerreando por Huelva el año pasado y que le dio el planning (que bonito es saber idiomas) del viaje. 

   Llegan al bar Matías y…¡Sorpresa! se encuentra cerrado por vacaciones. Rebocato se acuerda de su amigo andante y le envía un guasap con la foto del restaurante y la nota que anuncia el cierre por descanso del personal. y añade debajo de ellas: “Obrigado”.   




Pie de foto.- Restaurante Matías. Barruntamos que el Matías anduvo listo y enterándose de la visita de Rebocato (posiblemente avisado aquel por el líder nº2 de los senderistas de los martes) se tomó unas vacaciones.


    Acierta a pasar por allí un lugareño y Rebocato –por no volver al centro de la ciudad son ya las 15h y urge el comer– le pregunta, en castellano, por un lugar próximo para rellenar los estómagos. El lugareño le ha entendido y con un marcado acento portugués (o eso le parece a nuestro amigo) les dice que cerca hay un restaurante que se llama Três Palmeiras (Tres Palmeras, para los no bilingües).

     Hacia allí se dirige nuestra pareja y al llegar ven que en la terraza cubierta del restaurante hay una descomunal parrilla de brasas, la cual esta llena de pescados variopintos asándose. El local está a tope de gente –variopinta también, pero sin escamas, aunque ignoramos si acabarán escamados al pagar la cuenta– y a nuestra pareja les asigna una mesa un empleado del local. 

    Acto seguido y sin preguntar, el camarero les saca: una cestillo con pan; una ensalada; aceitunas y un plato con patatas blancas cocidas, enteras y sin pelar (a Rebocato le saben igual de bien como las que cocía, nuestro labriego castellanoviejo por la mañana pronto, en un gran caldero en la lumbre baja de la cocina, para los cerdos  –ya cocidas, se machacaban y se mezclaban en el dornajo con salvado, harina de cebada y agua–). Luego les pregunta que van a beber (el camarero a nuestra pareja, no a los cerdos) y piden vino y gaseosa. En vez de gaseosa, que Rebocato no ve sobre ninguna mesa les traen una botella de Sprite para acompañar al vino. 

    Rebocato pide a los comensales de la mesa de al lado (un matrimonio treintañero y heterosexual –a no ser que fueran disfrazados– y un niño –no sabemos si adoptado–) las vinagreras. Se las alcanza el supuesto hombre portugués. Aliña nuestro amigo la ensalada y al devolvérselas les dice: “Muito obrigado” (“muchas gracias”, para los no bilingües).

     El matrimonio de las vinagreras le contesta al unísono en un perfecto castellano: “De nada”. 

    Nuestro amigo piensa para sus adentros: “Me he cubierto de gloria. A ver como les digo, yo ahora a estos, que les he confundido con portugueses, que lo mismo se lo toman como un insulto, porque, hoy en día, hay gente para todo con esto de la xenofobia, mejor me la envaino y me quedo calladito que estoy más guapo”.

   Luego el camarero aparece con un plato que contiene 4 pescados enteros (dos a dos diferentes) y unas tostadas de pan con tomate. 

   Cuando están acabando los pescados, les sirven dos sepias enteras con hueso incluido.

   Al terminar con las sepias (desestimando el hueso) el camarero les pregunta si quieren más pescado, a lo que nuestra pareja –ya totalmente saciada– contestan ambos que nó.

   Después, de postre, les sirven una cestilla con manzanas y plátanos.

    Piden la cuenta y son 30€. Los cuales paga Rebocato con el fin de que los lusos (nos referimos a los portugueses, no somos chinos mentando a los rusos) no piensen que “los castellanos” seguimos esquilmándoles con nuestras invasiones aunque ahora sean turísticas y en son de paz.

    Por la tarde siguen visitando Tavira y sobre las 18h regresan a Matalascañas. Como no funciona el GPS y el Waze no responde ni en portugués, se encaminan hacia Vila Real de Santo António fiándose de las señales fijas de carretera y en vez de coger la A-22 se meten por la N-125 donde pillan un atasco considerable.

   Cerveza como todas las tardes al regreso en la playa de Matalascañas, acompañados a la caída del sol por las enjambres de mosquitos.

    Una vez en el hotel cenan y después en la barra de la cafetería el camarero joven guiña un ojo a Rebocato (no malpiensen nuestros lectores sobre un posible lanzamiento de tejos, no era el caso) y le dice: “Yo también hago pesas”.





                           SÉPTIMO DÍA.-


«Así fueron hechos el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos. Dios terminó su trabajo el séptimo día, y descansó en este día de todo lo que había hecho. Bendijo Dios el séptimo día y lo hizo santo porque ese día El descansó de todo su trabajo de creación». (Gén. 2, 2-3)

PD.- Estas alusiones bíblicas son con el fin de tratar de catequizar y de inculcar su posible vuelta al redil, al recalcitrante líder nº 1 (el cual ejerce cual Buen Pastor, semejante al de la Parábola del mismo nombre) de los sufridos senderistas de los martes mañaneros con los que senderea Rebocato.


    Nuestra pareja hoy no tiene programado nada de antemano, no tienen  reservas de entradas  para visitar sitio alguno. Piensan tomarse el día de asueto (como todo buen cristiano) dentro de lo que cabe, claro.

   Por lo tanto, esta mañana se levantan, sin prisas, alrededor de las 9h. y van a desayunar tranquilamente al comedor del hotel. 

    A Rebocato, en el sector de zumos del comedor, se le aparece la señora –con la que mantuvo hace unas noches una conversación político/ social/ religiosa y de apariciones, de lo mas interesante– del comisario  retirado, el que se acuesta pronto mientras ella sigue las veladas de la terraza de la cafetería, purillo en mano y disertando –barruntamos– sobre lo divino y humano. 

    Nuestro amigo la saluda y ella tarda en reconocerle, se queda un tanto alelada, pero al final cae, o dice que cae (aunque siga en pie) y manifiesta cierta alegría ante el “casual” encuentro y ella le pregunta por la señora de él. También le dice que mañana regresan a Madrid.

   Ya desayunados, nuestro par de dos salen del hotel y suben al coche (todas las mañanas, antes de viajar, con un trapo seco tiene Rebocato que quitar el rocío acumulado en los cristales durante la noche) dirigiéndose a El Rocío, por si no tuvieran bastante con el acumulado en las lunas. 

   En la romería de El Rocío se congregan mas de un millón de personas, pero esta mañana de domingo en que se ha acercado hasta allí nuestra pareja hay muchísima menos gente, por supuesto. A las 11h. empieza el oficio de la Santa Misa y la Ermita está bastante llena de feligreses. Entra en ella nuestra pareja, y Rebocato al rato sale y estando en una de las puertas de acceso se le acerca un señor setentón y le comenta que si puede ajustarle en el móvil la hora actual (en la madrugada anterior se había hecho el cambio de horario de invierno).  

   Mientras Rebocato manipula el simple y anticuado móvil del anciano (perdón, mejor dicho: senior) este le cuenta que su mujer está dentro escuchando la misa y que todo esto es un rollo montado por el Vaticano y sus dirigentes para sacar las perras al prójimo. Nuestro amigo le contesta: “Hombre, de todo hay en la viña del Señor”. 

   El hombre apunta que es de Ciudad Real pero que ha venido, con su señora, por el Inserso desde Mallorca donde residen, y que hace unos tres años le dio un ictus y que a veces está en casa y que si le da algún ligero telele que su mujer ni se entera, y que cualquier día la palma y que ni se dará cuenta su parienta. Cuando Rebocato, por fin, acaba de ajustar la hora en el móvil, el hombre se despide muy agradecido.

   Pasa nuestra pareja el resto de la luminosa y agradable mañana paseando por las calles de tierra de la aldea y de vez en cuando circulan por ellas carros de alquiler tirados por caballos, o mulos, con ocupantes variopintos montados en ellos.




Pie de foto.-  La ermita de El Rocío. A sus pies los carros y los equinos que tiran de ellos, menos mal que no era el día del salto de la reja (no nos referimos a la del arado romano de nuestro labriego castellanoviejo).

  Regresan Rebocato y señora al hotel y después de comer echan la siesta, cosa que nuestro amigo no ha hecho en toda la semana y ya lo echaba en falta. Esa tarde se juega el clásico de liga Barça–Madrid y Rebocato barruntando lo peor, ni se molesta en salir de la habitación para visionarlo. Se confirman los peores pronósticos (5-1). La “manita” de Piqué acarrea el posterior fulminante cese del Lopetegui. No obstante, el central culé, durante el partido tiene un gesto elegante con su rival Ramos defendiéndole ante los “piropos” con el que le agasajan algunos aficionados blaugranas. 

   Después de la cena y ya en la barra de la cafetería (para no perder ripio), Rebocato se despide del simpático camarero de las pesas y este le suelta: “Desde el primer momento que le vi, supe que……(Rebocato se teme lo peor)……….. usted hacia pesas”.




                                   OCTAVO DÍA.-

(Esto no tiene fin, pensará alguno de los osados lectores que haya seguido leyendo hasta aquí).

     Con el fin de no hacer en el mismo día los mas de 800 Km. de retorno al “hogar, dulce hogar”, nuestra pareja decide partir el trayecto y hacerlo en dos días, por lo tanto  visitarán Andujar y después comerán, harán visita facultativa, cenarán y harán noche en Almagro. 



       ANDÚJAR:

     Es el municipio con mayor extensión de toda la provincia de Jaén. Lo que más llamó la atención de Andújar a Rebocato fue que, visitando su centro urbano no vislumbraba bar alguno (aquello parecía un país nórdico), de tal forma que tuvo que preguntar a un lugareño que donde había alguno. El hombre (con clásico deje andaluz) le indicó la ubicación de una taberna, pero al final ni se encaminó nuestra pareja a ella. Acabaron las visitas pertinentes y se dirigieron a Almagro para comer.



Pie de foto.- Pasquín en la fachada de una casa en Andujar, referente a una intervención de la Divina Providencia. Rebocato lo leyó y en ese mismo momento, quiso el azar que acertara a pasar por allí una venerable anciana con andador incorporado, la cual se paró y se persignó ante el cartel. Nuestro amigo le preguntó si lo del escrito era cierto y la mujer –interrumpiendo el Ave María que había comenzado a susurrar– le contestó: "Como que hay Dios" y le relató la historia. Pero eso ya es otra historia.


             ALMAGRO:

    Ciudad famosa por sus berenjenas aliñadas, que a Rebocato no le dicen ni fu ni fa pero que a su contraria la encantan. 

    Llegan a Almagro sobre las 15:15h y como el tiempo apremia, por la hora, se han metido en el primer sitio que han visto abierto, donde comen y no muy bien por cierto.

   Después se van a la casa rural donde han alquilado una habitación y que estará, esa noche, totalmente vacía de huéspedes, aparte de nuestra pareja, claro. Allí se asean, dejan el equipaje y salen a visitar la ciudad.




Pie de foto.- Plaza Mayor de Almagro, la cual dispone de unas bonitas sombrillas, mesas y sillas apiladas que se mimetizan con el entorno.

   Por la noche cenan –y muy bien, por cierto– en el Bar El Gordo. El camarero pregunta a Rebocato si quieren vino y este le pide un Ribera del Duero, a lo que el camarero ligeramente ofendido dice que estamos en La Mancha y que lo normal es beber vinos de la tierra. Rebocato está un tris de decirle que entonces por qué pregunta, pero se muerde la lengua ya que no quiere líos con los autóctonos de allá donde vaya a plantar la era, por lo que delega en el mozo (ya casadero "pasao") para que saque el vino que él quiera, siempre y cuando no le cueste un ojo de la cara.

    Ya cenados piden cafés y, además, Rebocato demanda al camarero un chupito de güisqui de la tierra y recibe como respuesta que no tienen, entonces le dice pues ponme un DYC de la mía.

       Salen del restaurante –sito en la Plaza Mayor– y hace un relente considerable por lo que se dirigen con el coche a la casa rural. Mañana es día de regreso a la terreta. 

       Rebocato ya sueña con el dicho de:  ‘Home! Sweet Home!’ (que bonito es saber idiomas).

PD.- Un mes después de andar cencerreando Rebocato por Andalucía, un domingo noche, durante el escrutinio de los votos de las elecciones autonómicas de esa Autonomía, nuestro amigo se quedó sin VOZ ante los resultados de VOX.   


       HistoriasdeRebocato@diciembre-2018



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23 de noviembre de 2018

REBOCATO EN HUELVA (1ª Parte)




            REBOCATO EN HUELVA (1ª Parte).


     Mensaje enviado por correo electrónico a los lectores de este Blog:


    Buenos días nos de Dios (aquí se solía responder en nuestro pueblo castellanoviejo: "Dios nos los dé buenos":
   Vayamos por partes, si alguien se queja porque el fin de semana se le antoja un tanto corto, anunciaos que hay una nueva entrada en el Blog de Rebocato que se titula: “Rebocato en Huelva (1ª Parte)”.  Con su lectura seguro que el fin de semana se os hará eterno, al menos durante el tiempo que dediquéis a ello.
   El relato contiene alguno de los avatares de más sustancia que le acontecieron a nuestro amigo por aquellas tierras del sur/oeste peninsular que se nos antojan un tanto lejanas.
  Que bonito es viajar, señoras y señores, aunque el choque cultural (y de abejorros en este caso) suele ser brutal.

       Saludos y prudencia (caso de que estéis en la adolescencia, que lo dudo). 


          INTRODUCCIÓN:

   Cierto día Rebocato decidió acercarse hasta el Parque Nacional y Natural de Doñana, en concreto a la zona que está ubicada dentro de la provincia de Huelva. Para ello, previamente, reservó habitación de matrimonio en un hotel de Matalascañas, que es un núcleo hotelero y residencial, el cual se encuentra rodeado totalmente por el citado Parque. 

   En la zona urbana, en la que está ubicado el hotel, las motocicletas que circulan son totalmente eléctricas, barruntamos que, para no molestar a los animalitos salvajes, porque las motos que se ven (y se oyen) circulando por nuestras ciudades y pueblos del resto del País, van ejerciendo una ruidera considerable a causa de sus trucados silenciadores del tubo de escape, sin que los padres, de los salvajes descerebrados que las montan, ni las autoridades competentes (esto es un decir) hagan mucho al respecto por evitarlo.  



Pie de foto.- Una de las motos que pululaban por Matalascañas. Al ser eléctricas no molestaba su carente ruido, pero sí el que las dejaran aparcadas en mitad de la acera. Caso de que uno volviera –medio bolinga– andando al hotel: si ibas por la calle, al no oírlas por carecer ellas de motor de explosión, podía atropellarte el motorista silencioso; y caso de ir tú tranquilamente paseando por la acera, corrías el riesgo de tropezar con ellas.




                              PRIMER DÍA.-

    
         LA PARTIDA:

   Rebocato y contraria sobre las 09h. se ponen en camino hacia Huelva en su turismo particular. Tienen por delante mas de 800 Km. por recorrer hasta llegar a su destino: el hotel que han reservado. Van a utilizar la aplicación gratuita de navegación GPS (que atiende por WAZE, Güizi para los no bilingües) instalada en el móvil (gracias a los altruistas amigos de Rebocato: Manu por recomendársela y a Rafa por prestarle su Ton ton, no queremos líos con amigos) y este se conecta por cable USB al automóvil. 

    Todo va sobre ruedas (y nunca mejor dicho). El día es espléndido, reina un sol radiante y el trafico es mínimo, no obstante, al transitar por la A-43 en la provincia de Albacete, de improviso, empiezan a estamparse abejorros por doquier en el parabrisas del coche de nuestro amigo. Tales fueron los sucesivos actos de los kamikazes himenópteros (gracias DRAE) contra la luna del coche, que Rebocato, hasta el desvío de la A-4, tuvo que parar para limpiar dos veces, a mano y con trapo, la luna delantera ya que, no había forma humana de conseguirlo, como Dios manda, con los limpiaparabrisas –y el agua pulverizada– de los que dispone el automóvil. Debía de haber –ese día y en aquella zona– convocada una manifestación de bichos voladores. Recalcar que en el viaje de regreso a casa al pasar por la misma autovía y lugar no había ni rastro de los abejorros, posiblemente se suicidarían todos a la ida. 

    Lo que Rebocato no entiende es que si matas un lince con el coche puedes tener un lío considerable a nivel nacional e internacional, en cambio si matas cantidades ingentes de abejorros suicidas, nadie se inmuta, ni tan siquiera los partidos políticos reinantes por colores, a saber: ni verdes, ni azules, ni rojos. Incluso ni los de los nuevos colores políticos aparecidos no hace tanto tiempo: naranja y morado.

    A los 300 Km. de recorrido detienen el automóvil con el fin de estirar las piernas, repostar y retirar el empaste de fluidos de los abejorros estrellados sobre la luna delantera.

   Unas horas más tarde, a 600 Km. del punto de partida, se detienen en La Carlota donde preguntan a un lugareño por un restaurante para comer y lo primero que les suelta el parroquiano es: Estáis ustedes (sic) en el barrio mas bonito de toda Europa”. Luego les indica el bar “Pasaje del pulpo”. adonde se dirige nuestra pareja y comen.

   Después de comer y de repostar gasolina (el gasolinero resulta ser un treintañero, madrileño por mas señas –sin deje andaluz–, que lleva trabajando allí unos dos años), el viaje continua sin cosas de sustancia que mentar y, nuestra pareja sobre las 18:30h. toman posesión de su habitación en el hotel de cuatro estrellas, eso no es óbice para estrellarse como los abejorros: la mujer de Rebocato observa que, en el bidé del cuarto de baño de la habitación que les ha tocado en suerte, hay pequeñas motas de salpicaduras de excrementos, y en el váter –aunque dispone de su plástico protector aséptico que denota control de limpieza– sobre la tapa de abajo hay un par de pelos (dicho sea de paso: no rizados), por lo que dice que va a bajar a recepción (la mujer, no la tapa) para dar novedades. Rebocato le dice que da igual, que ya lo limpia él, pero ella decide bajar a la vez que murmura: “¿qué quieres, que coja una infección?”. 

    A los pocos minutos vuelve la prójima y le dice a su prójimo que tire de maletas para emigrar a la nueva habitación que les han asignado. Bajan de la tercera a la primera planta y se instalan en el nuevo aposento una vez pasada la revisión, y visto bueno pertinente, del nuevo habitáculo. 

    Luego, ya aseados, van a dar un paseo por la urbanización, donde se pierden por la rareza del diseño laberíntico de las calles, ni con plano se aclara uno. 

   Vuelven al hotel, cenan, toman una copa en la barra de la cafetería, donde hay baile de abuelos (en el hotel les dicen séniors, cosa que desagrada a Rebocato ya que él, prefiere que le llamen viejo o abuelo, aunque lo segundo no lo sea aún. Eso de tercera edad, grupo de mayores, etc., siempre le ha parecido a nuestro amigo como un quiero y no puedo (el DNI lo deja todo bien claro), solo le faltaba lo de sénior venido de yankilandia. 

    Mas tarde, sobre las 23:00h, se retiran a sus aposentos para descansar. El viaje ha sido largo y hay sueño.

   Sobre las 23:30h. estando ya encamada nuestra feliz pareja (aunque no metidos en harina) oyen como unos ruidos, y ante las quejas de su pareja, Rebocato los achaca a las perchas de la habitación de al lado debido a que la pareja ocupante esté deshaciendo las maletas y colgando la ropa. Pero unos minutos después la mujer de nuestro amigo grita: “Están entrando en nuestra habitación” Rebocato salta, en gayumbos, como un resorte de la cama, se asoma al pasillo de dentro de su habitación y, efectivamente, un par de los llamados séniors, con maletas arrastradas en mano, están traspasando la puerta de la habitación. Hay un empleado detrás de ellos que se quita de la puerta al gritar Rebocato: “está ocupado”. Los séniors retroceden un tanto confusos hacia el pasillo del hotel y el supuesto empleado cierra la puerta.

    Rebocato, en ese momento, aunque piensa que los abejorros persisten zumbando a su alrededor, desiste de vestirse e ir a la recepción del hotel a pedir explicaciones. Al día siguiente hay que madrugar.




                            SEGUNDO DÍA.- 
          
         EN RECEPCIÓN

    Madrugón, como estaba previsto, ya que, a las 07:45h. ha de estar nuestra pareja –sorprendida ayer noche por el allanamiento de morada y sin presentar orden judicial pertinente– en El Rocío para la visita guiada (y nunca mejor dicho) en bus todoterreno, del coto de Doñana, no obstante, Rebocato antes de abandonar el hotel, se acerca a recepción a pedir explicaciones sobre la irrupción nocturna de la pareja heterosexual de séniors en su habitáculo.  

    El recepcionista, alega que el matrimonio invasor tenia asignada esa habitación de antemano y el allanamiento fue debido al cambio de habitación hecho al matrimonio Rebocato a causa de la reclamación del baño sucio, y que, después, se olvidaron, en recepción, de dar nueva asignación de habitación a la pareja allanadora, por consiguiente ocurrió lo que ocurrió:  que el marido senior "abrió" la puerta de la habitación con la tarjeta. 

    Rebocato alega que con la tarjeta no se puede abrir la puerta (el lo comprobó antes de ir a reclamar) ya que, al acostarse, echaron el pestillo y el senior invasor intentó abrir la puerta (oyeron trastear, pero Rebocato creía que era el trasiego de las perchas del armario de la habitación de al lado) y que, después, los invasores volverían a recepción a comunicar que no podían abrir la puerta y que entonces (barruntaba y alegaba Rebocato) les acompañaría un empleado con una llave maestra, el cual abrió la habitación, momento en el que, nuestro amigo, saltó –raudo y veloz– de la cama en gayumbos, viendo al matrimonio senior invasor (con nocturnidad pero sin alevosía, ignorantes ellos) cruzando el umbral de la puerta y al operario de marras al que, en ese mismo momento, trataban de negar su intervención el personal de recepción.

    El recepcionista ante la alegación de Rebocato hizo mutis por el foro y pidió disculpas por la violación del espacio privado del senior Rebocato y señora.

    Los abejorros de la A-43 persistían en forma de personas.

   Acto seguido salió nuestra pareja del hotel, sin desayunar ya que hasta las 07:30h no se abría el comedor. Se montaron en su coche y, aún de noche cerrada, se dirigieron a El Rocío.


        DOÑANA Y LA GUÍA (que no se llamaba Ana)

   Llegados desde Matalascañas en unos 15 minutos a El Rocío, Rebocato deduce el porqué llaman así a esa aldea perteneciente a Almonte (que no a Ayamonte): hay una rociada de tres pares de narices. 

  Se sube nuestra pareja –junto con el resto de visitantes apuntados a la excursión facultativa de El Coto– al bus todoterreno, y, ya rompiendo el alba, comienza la visita guiada (una mujer habla –con acento andaluz– micro en mano, pero el que guía de verdad es el conductor del bus todoterreno).

   Son unas 20 personas variopintas a bordo y la guía (no el que guía) es una mujer de mediana edad con pinta de bohemia, la cual, micro no inalámbrico en mano, anuncia que como en el grupo hay extranjeros (además de las diferentes nacionalidades del Estado, este nuestro, aunque no nombra el origen de ellas) que dará las pláticas tanto en Castellano como en Inglés. Ante esto Rebocato considera el alegato como una especie de discriminación hacia algunos de sus compatriotas, porque lo mismo hay personas nacidas en nuestro Estado que tienen, entre ellos, lenguas maternas diferentes al Castellano y, por supuesto, al Inglés, por lo que la guía –al sentir de Rebocato– debería haber preguntado a las gentes de este Estado nuestro que de donde procedían y así, dar las charlas según las lenguas madres de cada cual correspondientes a su lugar de origen (Bable, Aranés –Occitano–, Galego, Catalá, Euskera, Valenciá, Estremeñu, Castúo, Gacería…. perdón, por si obviamos alguno). 

    Evidentemente eso conllevaría disponer, en las visitas guiadas, una guía poliglota o, en su defecto, contratar guías que supieran las otras lenguas madres, de forma que se cubrieran todos los idiomas existentes del Estado de aquí. Ya se sabe: entre mas idiomas dominemos mejor que mejor. A Rebocato cualquier día le da la venada y se aprende todas las lenguas de este país en un pis-pas.

  Después de unos minutos de las presentaciones discriminatorias de la guía –al ser solo emitidas en Castellano e Inglés– Rebocato pregunta a la guía el porqué todas las calles de  El Rocío están sin asfaltar existiendo alcantarillado y que si las tuberías no se rompen al paso de camiones, autobuses, turismos, etc.

   La guía responde que las calles son de tierra por los numerosos equinos que pululan por aquellos lares, a lo que nuestro amigo expresa: “pues resulta que en mi pueblo castellanoviejo se llevaron a cabo las obras de alcantarillado y acometida de agua corriente en 1960 en todas las viviendas, y se adoquinaron muchas calles a pesar de los muchos machos, bueyes y burros que pisaban las calles para acceder a cuadras y corrales, es decir, no se respetaron todas las calles de tierra, ya que es lo que tienen los adelantos”. 

   La guía cambió de tema dejando a Rebocato un tanto dubitativo y meditabundo.

   Las marismas de Doñana en esa época de visita de Rebocato (finales de octubre) estaban muy secas con lo cual no se veían muchas aves acuáticas migratorias. Lo que vieron Rebocato y su grupo de excursionistas fueron pinos piñoneros, matorrales, regueros, algunos caballos, burros, vacas, cervatillos, jabalíes, perdices, abubillas, urracas y otras aves que para que mentarlas. Nada que no se pueda ver en nuestro pueblo castellanoviejo y contornos de por allí. También pululaban mosquitos a mansalva, acebuches (olivos silvestres) y alcornoques (hasta en nuestro pueblo castellanoviejo hay uno: cuando va de visita en verano  Rebocato).

   Apunta la guía que es mentira aquello de que, si se quita el corcho al alcornoque, este viva mas. 

   Rebocato le pregunta que si tiene algo en contra, por ejemplo, de los recolectores de corcho de la Sierra de Espadán y que si le gustan más las botellas de vino con tapones de silicona que con los de corcho. Ella dice que prefiere el corcho, pero no contesta sobre los habitantes recolectores de la sierra mencionada y sus posibles perjuicios económicos ocasionados caso de que no cosecharan el corcho (apuntar que Rebocato tiene un amigo nato de la Sierra de marras). 

    Después hacen un alto en el camino de la vista al Parque. Bajan los excursionistas del bus todoterreno para desentumecer los músculos, y dice la guía que no se salga nadie de las senda. Rebocato pregunta que, si los que padecen de próstata (no es su caso, de momento) que si pueden salirse del sendero para miccionar detrás de un pino o de un arbusto donde no haya jabalíes y/o linces. La guía mira a nuestro amigo  tratando de adivinar si habla en serio o si está vacilando, pero finalmente suelta: “Hombre, si es una urgencia….”

   Posteriormente, ya un tanto paseada la tropa, la guía les muestra ufana lo que dice ser un revolcadero de jabalíes (donde se dan baños de barro los mamíferos artiodáctilos para desparasitarse, dice) y Rebocato apunta que, cuando él era chaval los marranos de nuestro labriego castellanoviejo, tenían un revolcadero particular en el corral de la casa.

   Nuestro amigo le pregunta, a la ya sufrida guía (la cual denota que no rezuma mucha paciencia acorde con su profesión), que cuando van a ver a los linces ibéricos (estos son como los gatos que tenia nuestro labriego castellanoviejo en casa, pero más grandes aunque sin domesticar) en libertad, y ella contesta que hay que tener suerte para ello, y que suelen salir a cazar conejos al amanecer y al atardecer (los linces, claro). 

   Acto seguido muestra al grupo un arbusto y dice que da una especie de pequeñas peras silvestre y que, ella, las ha probado varias veces y que tienen un sabor exquisito. Ante esto Rebocato dice que si nó está prohibido, por ley, el coger cosa alguna de los Parques Nacionales así como de los Parques Naturales, ya que, en nuestro pueblo castellanoviejo, años ha, los lugareños cogían té de roca del actual Parque Natural de las Hoces del Río Duratón y que, actualmente, los del Seprona, no te dejar coger ni una pluma (vigilan desde la distancia con prismáticos y hábilmente camuflados entre enebros y sabinas) de buitre leonado o de alimoche, ni tan siquiera de grajo, aunque la hayan perdido de forma natural.

    Ya han vuelto hasta el bus todoterreno y la guía da la orden de subir todos a bordo. Una vez que arranca el bus, Rebocato, que está sentado detrás del conductor, le dice a este si ha matado, con el bus todoterreno, a algún lince en las excursiones, sin querer, claro. El chofer un tanto malhumorado (nuestro amigo piensa que hace piña con la guía) contesta que ninguno que él sepa. Y Rebocato le informa que él, linces no, pero que gatos caseros mató muchos de pequeño porque cada vez que paria la gata había que exterminar la camada para evitar que en casa de nuestro labriego castellanoviejo se juntaran mas gatos que hijos de aquel, que ya era decir.

    Ya en marcha, de pronto, un guiri del bus, se pone a gritar en el idioma de los hijos de la pérfida Albión para que parara el conductor el bus todoterreno. Rebocato cree que la alarma es a causa de un posible problema de próstata (parece ser que los descendientes de piratas ingleses también sufren de ese mal), pero no, es porque, según le explica después la guía, el anglosajón es un gran aficionado a las aves y ha visto una pareja de abubillas, por ello se ha vuelto loco y con su súper cámara fotográfica (la cual, por su teleobjetivo, se asemeja a un bazuca), pulula de ventana en ventana por el bus tratando de fotografiarlas, sin mucho miramiento para con los sorprendidos autóctonos de este País de países, o lo que sea.

   Rebocato piensa que el pajarero está grillado ya que, lo que él recuerda de su niñez en nuestro pueblo castellanoviejo era que, la abubilla era un pájaro que no se comía (desmintiendo el dicho rural que reza: “ave que vuela a la cazuela”), debido a que se decía que tenia sarna y hasta que olía mal, como alguna vez comprobó él mismo.

    Una vez que el guiri ha fotografiado a la pareja de las supuestas y malolientes abubillas –hasta el aburrimiento, es decir hasta que emprenden el vuelo, sino estarían todos aún allí dentro del bus–  con ráfagas del disparador de su descomunal cámara fotográfica,  Rebocato le susurra a la guía: “joder, ni que el gachó hubiera o hubiese visto al Espíritu Santo en forma de abubilla”.

   Después de mas de cuatro horas de excursión regresa el bus todoterreno, y su variopinta tropa ocupante, a la aldea de El Rocío. Rebocato acarrea un despago descomunal a causa de no haber visto un solo lince ni por asomo, pero masculla para sus adentros: “En fin, esto no acaba aquí, tengo muchos días por delante y estoy de turismo en la zona donde mas linces hay de todo el mundo”.

    Ya bajados del bus Rebocato se despide del conductor y de la guía agradeciéndoles los servicios prestados y la infinita paciencia demostrada para con su persona. En fin, al menos no ha habido agresiones físicas con el grupo de personas variopintas encerradas en un pequeño bus todoterreno, cuales descubridores surcando los mares dentro del cascarón de una carabela.


          EL ROCIO:

   Rebocato, sobre las 12h., se dirige a la oficina de Turismo de El Rocío con el fin de conseguir información para visitar a pie la aldea. Allí pregunta a la muchacha de información (la cual rezuma deje andaluz) sobre el porqué están sin asfaltar las calles, recibiendo la misma contestación que le dio la guía del bus todoterreno: “Es por los caballos que trotan por aquí”. Rebocato, armado de paciencia, se calla lo del alcantarillado y adoquinado de las calles de nuestro pueblo castellanoviejo.

    Sale nuestra pareja de la oficina emprenden un alegre trote por los calles terreras de la  aldea.

   Pululando por las calles llegan hasta una plaza donde hay casas de Hermandades.

  En una de ellas ve Rebocato en el balcón, una descomunal bandera Rojigualda del Estado Español y se acerca hasta allí cámara fotográfica en ristre. Una vez delante de la casa de la bandera observa que hay unos azulejos en su fachada que rezan: “Hermandad de Barcelona”. Se da la paradoja, en estos tiempos que corremos con lo del asunto catalán, que el resto de casas no luce bandera alguna en sus fachadas. Dispara la instantánea resultando que capta a un lugareño que se interpone entre su objetivo y la casa de marras.



Pie de foto.- Hete aquí al lugareño, con deje andaluz, que se interpuso en la instantánea de Rebocato. Solo le faltó al espontáneo decirle a nuestro amigo que le remitiera una copia de la fotografía a su domicilio. Viajar para ver.

   Luego de callejear y ver la plaza de los acebuches, la ermita de El Rocío, las marismas de los alrededores, etc., sobre las 14:00h. nuestra pareja se suben en su turismo y enfilan hacia Almonte. 



           ALMONTE:

    Llegan felizmente a Almonte, aparcan y se dirigen a la oficina de Turismo la cual están cerrando. Rebocato alega que vienen desde el Levante Mediterráneo Español, que ya llevan casi 1.000 Km. a sus espaldas y que si pueden atenderles un momento para recibir información de la ciudad. La empleada amablemente –aunque con deje andaluz– les atiende encantada.

    Ya de visita por las calles del lugar, en la plaza Virgen del Rocío –la cual está en obras– preguntan a un albañil por algún sitio para comer, y les manda al Mesón el Tamborilero, un restaurante anexo al Museo del Vino. Paseando llegan y entran al restaurante y, una vez sentados a la mesa (o sea en las sillas respectivas) un señor (ya senior y puede que socio o dueño del negocio) se dirige a ellos y les invita a entrar en las cocinas. Rebocato, extrañado le dice que aún no han comido y que piensan pagar después de hacerlo, para evitar tener que fregar platos. El hombre le calma diciendo que les va enseñar los platos cocinados de los que disponen en su cocina para que elijan lo que más se acomode a sus gustos.

   Mas tarde, ya con la andorga llena, nuestra pareja paga la cuenta para no tener que volver a entrar a la cocina –que esta vez sería para fregar de verdad– y continúan visitando la ciudad. Sobre las 18h. se encaminan con su coche hacia el hotel de Matalascañas pero 10 Km. antes paran en el Centro de visitantes de El Acebuche.



           EL ACEBUCHE:

   Una vez llegados, en recepción les atiende una simpática joven (también con acento andaluz, por allí, por lo que ve Rebocato a lo largo de su viaje, los autóctonos con deje idiomático autóctono deben de tener prioridad para colocarse en sitios públicos) que les informa sobre lo que se puede visitar. 

    Dice la muchacha que hay dos senderos con piso de tablas para no salirse de ellos y no molestar a los bichos, uno a la izquierda de mas longitud y otro a la derecha mucho mas corto. Rebocato apunta: “Claro si eliges la izquierda se sufre mas”. Los senderos te llevan a los observatorios (cabañas con ventanucos) para ver la fauna acuática de los humedales, pero en esa época los humedales están mas secos que el ojo de un tuerto (no sabemos si esta expresión, hoy en día, es éticamente correcto el usarla) y, por lo tanto, los pajarracos brillan por su ausencia.

   Pajaritos volando, entre árboles, si que contempló nuestra pareja, pero pajarracos acuáticos y linces, ni en libertad ni en cautividad, bueno, si acaso en algunos carteles informativos. 





Pie de foto.- Aquí presentamos al único pájaro que vio Rebocato en uno de los múltiples observatorios ubicados estratégicamente en los senderos de madera de El Acebuche. Ni se espantó al hacerle la fotografía, es lo que tiene el saber observar a las aves de forma sigilosa en su hábitat natural, aunque este sea temporal.

    Después toman una cerveza en el bar del Centro y pasan a la sala de proyecciones donde ven un simpatico documental explicando un poco el tema de la flora y fauna de por allí.


   Sobre las 19:30h regresan a Matalascañas dan un paseo por la playa, toman un refresco en una terraza acompañados por un enjambre de mosquitos y, más tarde, se dirigen al hotel para asearse y cenar.

   Una vez cenan van a la discoteca del hotel toman unas birras. Hay entrega de premios a los ganadores de: la petanca, de la yenka, del karaoke, de chistes, etc. Un camarero joven de la cafetería le dice a Rebocato: “usted hace pesas ¿no?” y Rebocato le contesta: “¿yo?. Nó, que va….

   Esa noche se acuestan sobre las 00:30h y no les invaden la habitación.


                                   
                               TERCER DÍA.-

         
             NIEBLA :

    Al decir Niebla (boira en Valenciá), no nos referimos a las nubes bajas, ni a la novela de Unamuno, ni al perro de Heidi que en realidad se llamaba Joseph (amigo caminante Josep, esto no va con segundas intenciones, respecto a ti), sino a la que era la capital del Condado de Niebla y ahora Comarca de El Condado y territorio vitivinícola del mismo nombre. 

    En el asedio a la ciudad amurallada en el siglo XIII, se utilizó por vez primera la pólvora con fines bélicos ¿Los adelantos?.

   Nuestra pareja llega a Niebla (sin niebla durante el trayecto) sobre las 09:30h y tiene que esperar, paseando por la ciudad, hasta las 10h. que es cuando abren el castillo para la visita al público.

  Llegada la hora de visita nuestra pareja, previo pago de entradas, accede al castillo y ven que el patio de armas lo están engalanando con banderas, escudos y demás. Rebocato pregunta a un joven empleado allí presente (este con deje andaluz, al igual que la recepcionista de las entradas) que si van a hacer una fiesta medieval (hoy en día hay mas ferias y mercados medievales por las localidades de todo el Estado, que abejorros por la A-43 cuando viaja Rebocato) y que el 1 de noviembre celebran la feria todos los años. 

    Rebocato le indaga que si ese día no van al camposanto a honrar a sus difuntos, y el muchacho dice que eso después de acabados los días de feria. Por lo que se ve allí, los muertos pueden esperar.

   Vistan el castillo que es muy majo, incluso en las mazmorras del sótano exponen las diferentes cachivaches de tortura, de antaño, con explicaciones escritas y dibujos bastante didácticos. Pasan los siglos y el hombre no cambia.

    Salen del castillo, entran en la Casa de la Cultura, acaban de visitar los monumentos de la ciudad, calles, murallas y puente romano. A continuación, sobre las 12h. se montan en el coche y se dirigen hacia la localidad de Riotinto.




Pie de foto.- Al salir de la ciudad de Niebla dirección a Riotinto, nuestra pareja se encontró con estos asentamientos de cigüeñas sobre, barruntamos, torres de alta tensión. Creemos que los actuales animalistas (no nos referimos a los artistas pintores y escultores, según el DRAE) estarán al tanto de esta situación.


        RIOTINTO:

    Llegan al pueblo de Riotinto y se dirigen al Museo Minero de Riotinto-Centro de Recepción de Visitantes, con el fin de hacer la excursión en el tren de vía estrecha siguiendo el curso del río Tinto.


     Como andan sobrados de tiempo, antes de informarse, se paran en una terraza a refrescar el gaznate resultando que casi llegan tarde al tren de marras.

     Les dicen –después de la cerveza y refresco– en el Centro  –sito en Plaza Ernest Lluch– que, desde allí, tienen que salir del pueblo de Riotinto para ir a la estación del Ferrocarril Turístico Minero Diesel –en los coches particulares de cada cual– que se encuentra a unos 3 Km. del pueblo. Con lo cual, casi llegaron tarde a coger el tren cuya salida estaba prevista a las 13h.

    Rebocato y señora al no tener que comprar los billetes del tren ya que, los sacaron vía Internet días antes del viaje, podían haberse ido directamente a la estación de salida del tren de vía estrecha sin necesidad de ir al Centro de Recepción de Visitantes.

    La ruta en tren dura  unas dos horas y media con una parada para bajar al río en la estación de Los Frailes. Es recomendable sentarse en el lado izquierdo del tren para poder observar mejor el río. 

    Asignan los vagones a los pasajeros presentes y Rebocato una vez instalado en su asiento observa que hay un vagón completamente vacío. Faltan unos 5 minutos para la salida del tren y de repente aparece un torrente de niños de entre 6 y 10 años, acompañados de los que deben ser sus profesores. Se suben al tren y aquello es la marabunta, una algarabía impresionante, menos mal que van aislados todos en su vagón, no obstante dos profesoras y unos 8 niños ocupan los bancos vacíos del vagón donde está Rebocato, el cual, cuando llevan unos minutos  aguantando la matraca  de los niños, rumia para sus adentros:_ “cuanta faena se dejó por hacer Herodes”. 

   El tren se pone en marcha y contemplan el paisaje que se presenta de color rojizo, anaranjado y ocre, dicen que parecido al planeta rojo (Marte). Asimismo el color de las aguas del río son de color rojo a causa de los minerales del entorno. Dicen que en la cuenca del río hay unas 200 minas, explotadas a lo largo de 5.000 años.





Pie de foto.- Barruntamos que, por mucho que le guste a uno el tinto, al ver esto uno, fijo que, se decanta por decantar y paladear el vino blanco.


   El tren hace una parada en la estación de Los Frailes y salen sus ocupantes para acercarse al río (les avisan de que no toquen sus aguas) y, de paso, para estirar las piernas. Mientras tanto cambian la locomotora del vagón delantero al de atrás para efectuar el retorno a la estación de origen en sentido contrario, claro.

   Una vez abandonado el tren en la estación de origen, nuestra pareja vuelve con el coche al pueblo de Riotinto y en la parte  lateral del Museo Minero, comen en el Restaurante Galán un menú regado con vino blanco de El Condado.

   Después de comer visitan el Museo Minero y mas tarde, en el Barrio Inglés del pueblo nuevo (el pueblo original se lo comió la mina), la Casa 21, la cual era la vivienda del gerifalte minero de la Gran Bretaña en Riotinto.

    El conserje de la Casa 21 está pegando la hebra con una pareja visitante de sexagenarios y, barrunta Rebocato, sufridores, a los cuales se les nota que están aguantando estoicamente la disertación y la situación. Solo habla el conserje y dice –voz en grito en la misma entrada de la Casa mientras Rebocato y señora visitan la planta baja– que tiene 55 años y que cursó, en su día, Formación Profesional y que después hizo Ingeniería.  Mientras sigue con su monólogo, nuestra pareja sube a las plantas de arriba, acabando la visita a su aire y en una media hora. Cuando bajan, el ingeniero sigue dale que te pego a su vida estudiantil y la transigida pareja sesentona sin poder escapar de sus garras. Rebocato piensa que, este ingeniero/ recepcionista ,posiblemente sea más cruel que el Ingeniero Jefe de la Gran Bretaña de antaño.

   Rebocato y contraria se despiden de los tres, salen de la Casa 21 y enfilan hacia el automóvil para regresar al hotel de Matalascañas.


         AMENA VELADA CON APARICIONES Y GAVIOTAS:

    Ya en Matalascañas y después de la toma de cerveza pertinente en la playa y la afluencia de los pertinaces mosquitos del terreno, se dirigen (sin mosquitos) al hotel para asearse, cenar y cafetería/ disco. 

    Una vez cenados, en la cafetería piden unas cervezas y salen a tomárselas al fresco en una de las mesas de los jardines del hotel. Mas tarde, Rebocato se acerca a la barra y pide otra cerveza para él, cuando regresa con ella al jardín ve que una señora/ senior se ha sentado en la mesa junto a su contraria. Al llegar saluda y la abuela –que fuma purillos– dice que tiene 70 años, que le operaron de la cabeza, que estuvo entre la vida y la muerte pero que ella es muy creyente y que se salvó. Cree en las apariciones marianas (no nos referimos a las de Mariano cuando era Presi, sino a las de la Virgen María) y que hay una en un pueblo de Bosnia-Herzegobina llamado Medjugorje (Rebocato se apunta el nombre para comprobarlo después por Google), donde han acudido, y siguen acudiendo dice, que millones de peregrinos de todo el orbe, y que hace, la Virgen, muchos y veraces milagros.

     Al rato se acerca a la mesa un señor/ senior que dice que se va a acostar a su habitación. La senior, cuando se aleja el señor senior, dice que es su esposo y que fue comisario de policía. La señora/ senior continua con su diatriba a la vez que pega caladas a sus purillos los cuales los empalma, uno detrás de otro, sin miedo alguno a contraer –o acrecentar, caso de que lo tenga ya contraído– un posible cáncer de pulmón. De pronto, cambia de tercio, es decir, de la Religión y apariciones pasa a la Política. Dice que ella era mucho de Fraga Iribarne; a lo que Rebocato apunta que, Tierno Galván decía sobre Fraga que era como una hermosa vaca lechera, la cual llena un gran cubo de magnifica leche y que, luego se cabrea y le pega una coz descomunal  y lo vierte todo sobre el suelo.    

    También, la señora senior, dice que Zapatero llevó a la ruina al País y que ahora el Pedro Sánchez está haciendo lo propio. Se declara fervorosa de Aznar y Rebocato le contesta que Josemaripresidente, nos metió, sin comerlo ni beberlo, en la Guerra de Irak a pesar de que las calles de este Pais eran un clamor popular (hasta los votantes del PP salieron a manifestarse) en contra de la guerra, que luego supuso, en Madrid, la muerte de casi 200 personas en los trenes de cercanías.

    La mujer se decanta después por Rajoy y Rebocato le dice que qué opina ella de la Reforma Laboral que inicio Zapatero y que culminó en marzo de 2012 el amigo Mariano, con la cual, actualmente, despiden a un currante con una indemnización máxima de 12 mensualidades en lugar de las 48 de la anterior ley derogada. La mujer dice que a saber si eso será verdad. Rebocato cuenta que eso le ha ocurrido a su mujer después de trabajar y cotizar 40 años (los últimos 35 en la misma empresa que la despidió, hace tres años, con un despido objetivo) y que, a día de hoy, aún no ha cobrado a pesar de haber ganado dos juicios a la Empresa, corroborando la maldición gitana que reza: “En pleitos te veas y los ganes”. 

    PD.-Mucho nos tememos que la Reforma de marras estará en vigor "per secula seculorum", mientras la juventudbaila siga en plan: "tranquilo majete en tu sillón".

    La señora dice que ya va siendo hora de acostarse porque mañana tiene que madrugar para ir de excursión, estruja su purillo en el cenicero y se despiden los tres de forma cordial. Rebocato le da un par de besos y le dice: “Con Dios señora, ya continuaremos otra velada arreglando el País y sus almas, si es posible. Buenas noches”.

   En la cafetería se cruzan con el camarero joven y le dice a Rebocato: “No me diga que usted no ha hecho pesas nunca”. Y Rebocato, bajo los efluvios etílicos de las cervezas suelta: “Yo es que segué mucho; cavé en demasía cesperones de grama, abrojos y ceñiglos de los patatares y sandiales y subía al sobrado de la casa de mis padres sacos de fanega y media de trigo, cebada y centeno”. El camarero se queda un tanto perplejo.

    Ya en el catre nuestro amigo piensa: “Esperemos que la señora/ senior de los purillos no le cuente a su señor comisario senior la conversación que hemos mantenido en la terraza esta noche. Las pipas, si no son de cascar o fumar, me dan yuyo”. 

                                       (Continuará con la 2ª Parte).

         HistoriasdeRebocato@noviembre-2018