7 de septiembre de 2021

REBOCATO Y "SUS" KINTOS1956


                   



                      REBOCATO Y “SUS” KINTOS DEL 56

 

 

INTRODUCCIÓN:

 

Aconteció  –como todos los años desde que cumplieran 50 abriles en canal–  que, a todas las criaturas (chicos y chicas, no tengamos un lío) nacidas a lo largo del año 56 del siglo pasado en nuestro pueblo castellanoviejo, se les animó por la coordinadora, y Kinta, del Grupo de Kintos1956, a través de la aplicación de móvil guasap (WhatsApp para los puristas), para inscribirse a la comida anual y agostera del ya clásico evento de Quintos previsto a celebrar, Dios mediante y como todos los años, en las instalaciones municipales de las piscinas, sitas, estas, en los arrabales de la antigua dehesa municipal. Reseñar que, antaño, en la dehesa había mucha mas actividad, producción, participación y entretenimiento veraniego (desempeñando las labores propias, que se ejercían en las eras de nuestra dehesa en el estío, por los componentes de casi todas las familias del municipio, desde abuelos hasta nietos, inclusive las bestias de labranza, además del agradable receso de  las tardes para merendar a base de: tacos de jamón, pan candeal de hogaza y tomates, cuando pasaba el milano surcando el azul cielo y/o el coche de línea, tan campante él, rodando con sus ruedas sobre el asfalto por la carretera lindante a la dehesa que unía a Aranda de Duero con Segovia capital) que en los veranos actuales, “pachasco”, que diría el otro.

      




            LA CELEBRACIÓN DE LOS 50 AÑOS:

 

Rebocato estuvo presente en la primera celebración de sus quintos que aconteció en agosto de 2006. En ese año, los quintos que aún seguían vivos, cumplieron 50 años, obvio. No es que aquel encuentro fuera: “La mas alta ocasión que vieron los siglos” (parafraseando al gran don Miguel de Cervantes –inventor de la novela moderna– y su dicho sobre la batalla de Lepanto –dicho sea de paso, uno de los clásicos enfrentamientos de siglos ha, de cristianos contra otomanos, y viceversa, cuando aún no existía el futbol ni falta que les hacía–), pero, es verdad que, fue la celebración mas popular, y participativa que las ya celebradas por otros quintos/as en nuestro pueblo castellanoviejo, digan lo que digan los quintos/as de celebraciones cincuentenarias anteriores. 

 

Los quintos/as del 56, empezaron ese día de celebración (sábado 5 de agosto de 2006) con orden y tronío: primero almorzando; después, comiendo; mas tarde, cenando; y luego bailando en la plaza de España, ante la Casa Consistorial de 1905, en la fiesta de las amas de casa (ya parece que, en nuestro pueblo castellanoviejo, todos los días sea Santa Águeda, cuantas ganas de mandar tiene el mal llamado “sexo débil”, por Dios) con la correspondiente ingesta de alcohol –a discreción, bueno, también a mansalva, voluntariamente, claro–  al cual acarreaban en el interior de un bidón lechera de aluminio (utilizada, en aquel tiempo y lugar, para todas las mañanas, temprano, transportar la leche de las vacas lecheras, previamente ordeñadas, claro está, hasta el camión recogedor de ella en la plaza de España) relleno de limonada (sangría) y paseado, por las calles principales (siempre hubo clases) de nuestro pueblo castellanoviejo, a manos de los Kintos-1956, en un aparente carrito de mano, y ofreciendo, el liquido elemento  –en vasos de plásticos reciclables, por supuesto–  a todo aquel lugareño/a del lugar con el que se toparan y que, buenamente, se prestara a degustar la gratuita bebida. 






PIE DE FOTO.- La Casa Consistorial de nuestro pueblo castellanoviejo construida en el año 1905 está ubicada en la plaza de España. Al sentir de Rebocato: "cuanto derroche en banderas, por Dios Bendito". Las modas son lo que tienen.



        En aquella celebración de los 50 años cumplidos de los Quinto-1956, se reunieron, los quintos/as que se ofrecieron explícitamente a ello, en el recinto del antiguo almacén de trigo (vacío ya de cereales en el aquel entonces desde hacía años, a Dios gracias, mas que nada por facilitar la movilidad de los quintos celebrantes y, que conste que, no se requirió a la entrada el DNI a los asistentes) de nuestro pueblo castellanoviejo, el cual (nos referimos al almacén) no era físicamente tan vertical, ni espectacular –pero mucho mas acogedor, donde va a parar–  que el silo (los silos de antaño dicen que son las catedrales del campo) de la “ciudad” vecina, en la cual empezó a desmoronarse la ancestral y pertinaz endogamia de los moradores de los pueblos limítrofes y mesetarios de la comarca, al comenzar a mezclarse, y emparejarse, los mozos y mozas de los pueblos adyacentes a la “ciudad” vecina, los fines de semana confraternizando  –y no solo a base de la ingesta de medios cubatas y pelotazos, en pub´s y discotecas existentes que empezaron a aflorar por doquier en los incipientes años 70 en la mentada ciudad–,  mayormente, mozos de nuestro pueblo castellanoviejo con mozas de la ciudad limítrofe, y, en menor medida, chicas de nuestro pueblo castellanoviejo con chicos de la mencionada ciudad. 

 

Como hemos dicho en el Almacén de la Hermandad de Labradores y Ganaderos de nuestro pueblo castellanoviejo, se instaló, en agosto de 2006, el presunto Cuartel General para la celebración de los 50 años de los entonces Quintos1956 (hoy en día ya definidos/as como Kintos/as, cosa de las moderneces actuales), y en las posteriores conmemoraciones agosteras  y kinteras de los/as Kintos/as del 56, ya se permitió acudir al evento a los contrarios y contrarias (parejas respectivas, otra modernez) de las/os correspondientes Kintas/os del 56. 






 Pie de foto.- Un sobrino, y único ahijado de Rebocato, le envió a este, unas fotos de un antiguo almacén de trigo. Dicho almacén es descendiente de los del antiguo organismo oficial español denominado, en su día, Servicio Nacional del Trigo (SNT) creado en 1937 en el territorio donde “imperaba” el bando sublevado durante nuestra última, de momento, guerra civil, fue una forma de obligar a los labradores a vender las cosechas de trigo al Estado rebelde. En fin: "grandes gestas imperiales". La foto pertenece a un almacén, aún en pie y en reformas (no políticas), de un pueblo castellanoviejo de por allí, lástima que los azulejos estén molidos a cantazos lanzados, a lo largo del tiempo, por los zagales del lugar, y los de los alrededores cuando asistían a las fiestas de nuestro pueblo castellanoviejo aunque, bastante bien han soportado, tanto los azulejos las pedradas, como las sucesivas jarcas de chicos el reprimirse con el lanzamiento de cantos a lo largo de los años, desde su construcción (mas de 70 años, según le dijeron, al sobrino de Rebocato los viejos del lugar) hasta el día de hoy. Que decir del yugo y las flechas, están prácticamente indemnes, "impasible el ademán". Lo dicho: barruntamos que, demasiado bien parados han salido dichos azulejos con el transcurrir del tiempo.

 



LA CELEBRACIÓN DE LOS 65 AÑOS:

 

Nuestro amigo Rebocato –después de la celebración de los cumplidos primeros 50 años– solo acudió, otro año posterior que se terció, a otra fiesta Kintera, esa vez acompañado por su parienta (ya estaba en vigor la norma que permitía a los Kintos/as acudir al evento acompañado/a del/la contrario/a respectivo/a. Por fin más libres), pero Rebocato, desde esa fiesta hasta este año, brilló por su ausencia en las sucesivas celebraciones Kinteras/ agosteras, bien por motivos de trabajo; bien por emprender tontos viajes, como turista, a países europeos donde no se le había perdido nada, con el agravante de que, al llegar allí, no conoces a nadie y cuesta el que te entiendan–; bien por causa del impedimento del COVID 19. No obstante, en la reciente celebración de este agosto de 2021 (la de los 65 años en canal) nuestro amigo se animó –incluso animado por su pareja–  a asistir , ambos, a la comida de Kintos/as, a pesar de que, a Rebocato, a priori, no se lo pusieron relativamente fácil, debido a la impuesta comanda, ya que, se optó (es un decir) por degustar paella, según el aviso de confirmación que recibió por el guasap dichoso del Grupo de Kintos1956. El asunto tenia guasa –a través del guasap por medio– resultó que, se decidió como menú para la celebración de 2021 de los/as Kintos/as y contrarios/as de ellos/as, el comer el llamado: “arroz con cosas” –aclarar que, esta forma de definir a la supuesta “paella” por Rebocato, es debida a su contaminación cultural y lingüística por los años que lleva morando en la terreta (sic) donde mora–. 

 

A causa de ello, Rebocato, a través del guasap, envió mensajes al Grupo de Kintos1956 quejándose del impuesto (nada que ver con los útiles, y necesarios en plural, de la tan defenestrada nuestra Hacienda Pública) menú Kintero, alegando que, estando exilado (voluntariamente, claro, no tengamos un lío) desde hace casi 40 años (+IVA, por la Mili, sin Pili) y residiendo en la terreta (sic) de las paellas autenticas (no de las de “arroz con cosas” castellanovieja y las de los aledaños, que se hacen por las 17 españas actuales, cada una a su bola al menos respecto a la hora de la elaboración de paellas) que, como que, en la cuna del lechazo se imponía de menú “arroz con cosas”, con el agravante de tener, nuestro amigo, que cascarse mas de 500Km de distancia, en coche por carretera, desde el lugar donde él reside hasta llegar a confluir con sus Kintos/as en la dehesa de nuestro pueblo castellanoviejo. Asimismo, apeló a que él era (es) el mas viejo de los Kintos/as del 56 de nuestro pueblo castellanoviejo, mas que nada, por tratar de que se avinieran a razones por aquello del dicho aquel que dice: “Del viejo, el consejo”, pues "que si quieres arroz, Catalina” (otro dicho, no sé si respetado), no hubo manera ni respeto alguno a las canas y demandas de nuestro postulante culinario amigo y, además, Kinto Mayor, valga la redundancia, del 56 de nuestro pueblo castellanoviejo. Al final se impuso (democráticamente, es un decir) como menú de celebración Kintera, el susodicho arroz de marras y, encima, resultó cumplirse el dicho de: “no quieres caldo (en este caso arroz), pues toma tres tazas (en este caso tres platos)”, es decir, para mas INRI, durante la comida de Kintos/as hubo opción de repetir –entre los Kintos/as–  adicional/es plato/s de paella por cabeza, cosa que no aprovechó Rebocato, y no porque el “arroz con cosas” no estuviera bastante potable  –prueba de ello es que, él, no echó limón al arroz como hacen los puristas paelleros del levante español (sin incluir, en este caso, a Murcia) cuando la paella no está en su debido punto para ser ingerida como Dios manda–  sino porque, nuestro amigo, ese día de celebración, acabó ya un tanto ahíto. –gastronómicamente hablando–  metiéndose, entre pecho y espalda, el único plato de “arroz con cosas” que, al inicio del ágape, le sirvieron en mesa, todo ello con el fin de no delatar su ansia culinario ante los demás comensales, que, dicho sea de paso, comían con cierta alegría.

 

Lo del menú dichoso en la celebración de Kintas/os del 56 y sus respectivos contrarias/os en agosto de 2021, en una zona con fama, obviamente reconocida hasta por los menos puristas gastronómicos de nuestros 17 países (“me cachis en la mar”  –forma menos vulgar que utilizar el clásico: “me cago en la mar”–  podíamos haber sido 18, caso de que, en su día, Segovia se hubiera mantenido en sus 13 –no nos referimos a los 13 hijos/as de nuestro labriego castellanoviejo, padre de Rebocato y de los 12 restantes hermanos/as de este–  de constituirse como CAU –Comunidad Autónoma Uniprovincial– cuando el “lío autonómico” acontecido durante la Transición rematado con el “café para todos/as” frase del entonces ministro Manuel Clavero), de degustar, tanto autóctonos como visitantes, el delicioso cordero lechal asado, era/es –al sentir de Rebocato– un ataque a la clásica y ancestral gastronomía castellanovieja por antonomasia. Un desvarío total y absoluto. En fin: doctores tiene la iglesia. Por otra parte, solo falta que acuda un paisano, de fuera a la fiesta, que se lo den todo hecho, y encima venga, antes y después del evento, a criticar a los que se encargan, desinteresadamente y con gran dedicación, de prepararlo todo para que no falte de nada en la celebración de marras. 

 

Decir que, durante el transcurso del degustar “el arroz con cosas” en buena armonía entre Kintos/as y contrarios/as respectivos/as, el kinto Eu (por cierto, estando en párvulos con doña Maruja de señorita, se le eligió por votación, sin urnas –era 1961, aunque contando los votos con el gran ábaco existente en el aula–  como el chico más bueno de la clase. Sobre el elegir la mejor chica no se votó, ignoramos la causa, lo mismo se declaró desierta la elección) le dio la razón a Rebocato respecto al tema de que había que haber comido lechazo en vez de paella, lo que vino a corroborar al sentir de Rebocato que, Eu, sigue siendo el mejor de la clase. 

 

Añadir que, Rebocato, en la clase de párvulos de las magnificas escuelas (impresionantes los ventanales, no acordes para lo que se construía en aquellos oscuros, paupérrimos e infelices tiempos) de nuestro pueblo castellanoviejo (Rebocato por traslados, a causa de las sucesivas oposiciones aprobadas para cambios de categoría laboral  dentro de la empresa donde laboraba y, después, visitando pueblos de distintas provincias para desarrollar sus diferentes funciones profesionales, no ha visto escuelas tan espectaculares en esos pueblos, incluso en los que eran mucho mas grandes que el de él, ni tan siquiera, entonces, en la “ciudad” adyacente al suyo). Detallar como curiosidad que, en párvulos, estuvo con niñas y niños en clase, y que no volvió a estar en clases mixtas hasta que estuvo cursando COU. Ya había llovido desde párvulos. Pero eso ya es otra historia.



 


Pie de foto.- Hete aquí las escuelas de nuestro pueblo castellanoviejo construidas durante la II República ejerciendo de alcalde el hermano mayor  –y tío de Rebocato– de nuestro labriego castellanoviejo. Una pena la entrometida portería de balonmano que se interpone entre el objetivo de la cámara y el “imponente” (estamos hablando de las escuelas de un pequeño pueblo construidas en los años 30 del siglo pasado) edificio.



En fin, que a Rebocato, respecto a la elección del menú, de nada le sirvió ser el mas viejo del grupo de Kintos/as presentes cumplidores de 65 años en 2021. ¿De qué te vale el que tu madre te para antes para que, años después, te veas metido en estos arroces? Una pena y echando por tierra el refrán de nuestros viejos que reza: "Del viejo, el consejo".

 

 

 

DEL VIEJO, EL CONSEJO;

 
Deja la charla, Consuelo,
que una moza casadera
no debe estar en la era
si no está el Sol en el cielo.

Tu hogar tendrás apagado,
y al mozo que habla contigo
le está devorando el trigo
la yunta que ha abandonado.

Mira que está oscureciendo,
que en las riberas lejanas
ya están cantando las ranas,
ya están las aves durmiendo.

Que tocan a la oración,
y hay gentes murmuradoras
cuyos ojos a estas horas
cristales de aumento son.

Y es que los oscureceres
son unas horas menguadas
que han hecho ya desgraciadas
a muchas pobres mujeres.

Mira, muchacha, que ha sido
la tarde muy bochornosa
y va a ser fresca y hermosa
la noche que ha producido.

Mira que son muy contadas
las fuerzas de la memoria;
mira que huelen a gloria
las mieses amontonadas.

Y está tu galán delante,
y está tu hermanillo ausente,
y está el amor en creciente
y está la Luna en menguante.

Y a luz tan débil yo creo
que sola a salir no atinas
del laberinto de hacinas
donde metida te veo.

Tal vez si el mozo me oyera
pensara que esto es perfidia,
creyera que tengo envidia,
que tengo celos dijera.

Pues con la venda de amor
no viera que soy un viejo
que solo con un consejo
puedo acercarme a tu honor.

Vete, muchacha, y no quieras
llorar prematuros gozos,
que sé lo que son los mozos
y sé lo que son las eras.

Y en tales oscureceres
pláticas tales de amores
dicen los murmuradores
que son de tales mujeres...

Y tienen razón, Consuelo,
que una moza casadera
no debe estar en la era

si no está el Sol en el cielo.

 


          NOTA.- El amigo José María Gabriel y Galán haciendo de las suyas, líricamente hablando, claro. Que forma de coartar a la pobre moza.

 

            PD1.- Ya lo lo dice el dicho: el que no quiera polvo (nos referimos al tamo –evitemos dobles sentidos interpretativos de las posibles mentes calenturientas de los/as lectores/as de este Blog–), que no vaya a la era. 

 

 


            EPÍLOGO:

 

Recapitulando: para nuestro amigo Rebocato, el día de la celebración de marras, discurrió de forma placentera, tanto en el momento del inicial vermú  –rompehielos en la cuadrilla–  en el Jairos’Bar (antes nuestro amigo estuvo en Juli’sBar) como en la posterior comida llevada a cabo en el recinto de las piscinas; así como el cordial ambiente reinante, y las charlas pertinentes, que acontecieron a lo largo del día, que fueron bastante llevaderas entre las Kinteras gentes. La jornada transcurrió de forma pacífica y agradable, y la compañía digna de reconocimiento. No hubo discusiones violentas ni se llegó a las manos, a no ser que no fuera para utilizarlas para  sujetar las cartas, los cubiertos y los vasos, con el fin de tratar de ganar la partida, ingerir el “arroz con cosas” y beber líquidos para acompañarlo, más que nada por evitar posibles deshidrataciones, ya se sabe que, a las edades de los concurrentes Kintos/as–56 las alarmas de avisos de sed no suelen estar muy activadas que digamos y, por lo tanto, hay que beber a menudo aunque se carezca, aparentemente, de sed.

 


     


 Pie de foto.- Nuestro segoviano Acueducto en plata mazonado de sable sobre diez piedras, también en plata, que simbolizan los diez Sexmos (sesmos) de la Tierra con fondo de gules y coronado por cabeza de mujer que simboliza la Cabeza de la Extremadura castellana.

 

Decir que, las mujeres segovianas son mucho mas guapas (independientemente de que nuestro amigo Rebocato optara por casarse con una mujer originaria de una provincia un tanto harto lejana de la suya natal, aparte de por amor  –que bonito es el amor cuando es bonito– con ello, él, se prestaba a evitar la pertinaz endogamia, clásica a lo largo de nuestra historia en nuestros pueblos mesetarios de nacimiento) que la cabeza de mujer (esperemos que no la decapitaran para coronar el Acueducto) que aparece coronando nuestro famoso –al menos en Segovia– Acueducto. Añadir al respecto que, en conversación mantenida por Rebocato  –en junio de 2012 año de la Eurocopa de naciones de futbol ganada por España–  en un tren de regreso de Cork a Dublín donde coincidió, durante el trayecto, con un sacerdote católico irlandés, este ya mayorcito, y el cual decía no conocer el Acueducto de Segovia. A pesar de que nuestro amigo intentó dibujárselo, que no construirlo piedra a piedra porque el tren ya estaba llegando a Dublín, pero si que apuntaba el cura que, en España, teníamos (tenemos) un problema gordo: el religioso, debido a que no somos lo suficientemente practicantes, es decir, que no acudimos habitualmente a la iglesia, ni tan siquiera al acto de la celebración de la Santa Misa, como sí que hacíamos antaño. Rebocato se quedó a cuadros, con lo del no conocimiento del Acueducto por parte del cura, no así con lo de la no asistencia a misa de sus compatriotas, o lo mismo se explicó malamente ante el cura. Mira que el sacerdote no conocer el Acueducto segoviano……así se le van a uno las ganas de viajar, como lo de anteponer  de menú Kintero el “arroz con cosas” al clásico lechazo de siempre. Que chascos, por Dios Bendito, y a estas edades.

 

Después de los postres hubo partidas de cartas Kinteras, pero Rebocato se quedó sin jugar aunque manteniendo amena conversación con su Kinto Javi, hablando, entre otros temas que no vamos a relatar (no se puede estar en misa y repicando, que dejen el juego de cartas), a destacar el del futuro arreglo "definitivo" de la iglesia de nuestro pueblo castellanoviejo, de forma material, claro (quitar el terrazo –instalado cuando Rebocato era monaguillo– del suelo de la iglesia y dejar a la vista las tapadas originales losetas de “piedra rosada de Sepúlveda” que están debajo y a las que pisó, tantas veces, Rebocato como monaguillo rezando Viacrucis en la Semana Santa, ayudando a misa y rezando el Rosario, desde el Altar Mayo, ante los feligreses; así como descubrir los frescos de los laterales del mencionado Altar), no nuestro "grave problema" que tenemos en España sobre el asunto del no practicar y la no asistencia a la Santa Misa, según le anunció el sacerdote irlandés en el tren de Cork a Dublín a nuestro amigo.

 

PD.2- Un 10 de puntuación (en el rango comprendido entre cero y diez, siendo 10 la puntuación más alta y 0 la más baja) para la/las/los/ organizadora/as/es de la celebración Kintera de los Kintos1956 cumplidores de 65 años. No tengamos un lío por un quítame allá esas pajas, no pretendemos enzarzados en discusiones que no llevan a ninguna parte ni acarrean nada bueno al respecto, barruntamos.



                HistoriasdeRebocato@septiembre2021



30 de abril de 2021

CONTROL DE ALCOHOLEMIA



                          CONTROL DE ALCOHOLEMIA

 

En el verano de 1985 tuvo nuestro amigo Rebocato su primera, y única (de momento, adiós gracias) experiencia con un control de alcoholemia, el cual lo coordinaba un teniente de la Benemerita, ayudado por un numero del Cuerpo de unos 50 años y un chaval con boina (“pitufos” los llamaban cariñosamente en la Guardia Civil, según comentaba el hermano nº7 de Rebocato) de los que hacían el Servicio Militar en la Guardia Civil en aquel entonces. Estuvo en vigor, esa posibilidad de hacer la Mili, desde noviembre de 1981 hasta diciembre de 1993).

 

Eran las 04h. de la mañana de una noche calurosa de verano y Rebocato volvía desde un chiringuito discotequero de la playa hasta su casa. Iba acompañado por su contraria y de otra pareja (heterosexual) amiga, y viajaban en el R-5 de Rebocato conducido por este, y con todo el grupo acompañante bastante jarreado debido a la ingesta de alcohol a lo largo del tiempo de esa tarde/ noche, sin miedo alguno a la correspondiente resaca de la mañana siguiente, porque…. ya se sabe el mejor secreto guardado del mundo para estar en forma es: “tener 20 años”. 

 

       Habían estado toda la tarde/ noche en una despedida de soltero y soltera –amigos y amigas de la pareja todos mezclados– celebrando la despedida. Comieron en la calle de un barrio de El Grao y bebieron como cosacos (y cosacas) aunque sin vestir casacas.

 

        Acabaron todo el grupo –de edades comprendidas entre los 25 y 30 años–  la fiesta en un bar-restaurante, el cual, de noche, se convertía en bar de copas y discoteca a pie de playa. Entonces, llegado ya el momento de regresar cada mochuelo (y mochuela) a su olivo, nuestro amigo, su pareja y la pareja (también heterosexual) de amigos se metieron los cuatro en el R-5 con Rebocato al volante. Se enrutaron desde la costa hacia la ciudad que se encontraba (aunque, a día de hoy, sigue donde estaba) a una distancia de unos 7 Km. Para acceder a la ciudad contemplaron un par de alternativas (no había muchas más) y se decantaron por la equivocada. (Recordar que, en Madrid, un profesor de nuestro amigo impartiendo la clase pertinente a sus impertinentes alumnos, en un momento dado en el devenir de la impartición, daba dos opciones a elegir al alumno de turno en la tarima y, casi siempre, este contestaba de forma errónea, entonces el profesor alegaba: “La desgracia del alumno, si tiene que elegir entre: sí o no, blanco o negro, bien o mal, siempre se equivoca”, ante el regocijo general del resto del alumnado del aula).

 

         Volviendo a la despedida decir que, en la entrada a la ciudad, en un conocido bulevar  en el que al final de él se encontraba (y se encuentra) un afamado ermitorio muy venerado por los feligreses (y feligresas) de la urbe, Rebocato y acompañantes observaron a un guardia civil plantado en mitad de la calzada del bulevar que les daba el alto, dicho sea de paso, malditas las ganas que tenia nuestro amigo conductor de entablar conversación alguna, con nadie y menos con un guardia civil que, seguro que, le iba a acarrear problemas a esas horas ya intempestivas, a las 4 de la madrugada –cubata arriba, cubata abajo–  que marcaba el reloj luminoso de pulsera de Rebocato, al cual este miró de soslayo guiñando un ojo con el de fin evitar el verlo doble  por la ingesta de alcohol acontecida.

 

 

       JOSÉ MARIÁ:

 

     José María era (y seguirá siéndolo, aunque Rebocato le ha perdido la pista desde años ha, ya que, aquel, cambió de Comunidad de vecinos y Autónoma) un hombre simpático y dicharachero, madrileño para más señas, vecino del rellano de escalera del piso de Rebocato. Dicho vecino ejercía de Policía Municipal en una localidad próxima, y una semana antes del encuentro en el mentado bulevar de Rebocato con el guardia civil, le dijo a nuestro amigo que si alguna vez se encontraba este –yendo jarreado y conduciendo– con un control de alcoholemia que: aparentase tranquilidad, no entrara en debates con la autoridad competente y que soplara en el aparato que le presentaran, ahora bien, le recalcó a Rebocato que, en el momento en que el artilugio empezara a pitar ante el recibimiento interior del aire expelido, interrumpiera el soplido, con lo cual el aparato no tendría tiempo suficiente para dar un veredicto del índice de alcohol del soplador. El azar quiso que, una semana después de recibir los consejos del vecino, Rebocato se encontró con la ocasión de poner en practica dichos consejos.

 

 

        EL TENIENTE DE LA GUARDIA CIVIL:

 

El agente que dio el alto en el bulevar a Rebocato y acompañantes resultó ser un teniente, el cual, muy amablemente, se acercó a la ventanilla del conductor del R-5, la cual se encontraba con el cristal totalmente bajado, por la canícula y la falta de aire acondicionado, y le dijo a Rebocato:

 

     –Buenas noches, estamos haciendo un control de alcoholemia, ¿sería tan amable de soplar en el alcoholímetro? –a la vez que introducía una boquilla de plástico en el artilugio y se lo extendía a Rebocato.

 

      A nuestro amigo se le fue la embriaguez de golpe, murmuró un –“Dios nos la dé buenas” como antaño se contestaba en nuestro pueblo castellanoviejo a esos pertinentes saludos de rigor, y tomando el aparato se dispuso a soplar acordándose de su vecino de rellano José María.

      Cuando el artilugio comenzó a sonar Rebocato interrumpió el soplo, el aparato dejó de silbar y el soplador retomó el soplido.

 

    –No, no, eso no vale  –dijo el teniente –el soplido ha de ser continuo  y duradero, inténtelo de nuevo.

 

    Rebocato sopló de nuevo y en cuanto aquello empezó a pitar volvió a interrumpir el soplido.

 

     –Vamos mal –dijo el teniente. –Usted se está negando a soplar. ¿Ha ingerido alcohol?.

 

     –Mire agente, a mi lo que me pasa es que fumo mucho y tengo poca capacidad pulmonar. –Aludió nuestro amigo.

 

    –Creo que van a tener que acompañarme al Cuartel. Por favor, déme su carnet de conducir y la documentación del vehiculo. –Contestó el teniente, ya un tanto tenso y mosqueado.

 

      Entonces, para liar más la madeja, la mujer de Rebocato, que iba de copiloto suelta: 

–¿No le está diciendo mi marido que no puede soplar más? ¿Qué quiere..... que le de un soponcio?

 

      Rebocato piensa en Vargas LLosas y en el arranque de su novela "Conversaciones en la catedral" y cree que, ahora si, "ya se jodió el Perú" por la intervención de su pareja, y le dice a ella: 

–Cállate, por favor. –Y acto seguido coge la documentación de la guantera del coche, saca su carnet de conducir de su cartera y se lo entrega todo al teniente, el cual les dice que esperen en el coche pero que el conductor le acompañe. 

 

Se dirigen ambos (Rebocato se esfuerza en mantener la verticalidad y aparentar marcialidad), bulevar abajo, hasta una DKW de la Guardia Civil de Trafico, aparentemente aparcada en una orilla del bulevar. 





         Pie de foto.-
Tal que así era la furgoneta, aunque bastante mas discreta.


Al lado de ella se encuentran un número de la guardia civil de unos 50 años y el guardia civil auxiliar de unos 20 años. El teniente les dice a sus dos subordinados que se queden con Rebocato y que a ver si consiguen hacerle soplar como Dios manda. Dicho esto se mete él en la DKW documentación en mano, se supone que para comprobar datos, y posibles antecedentes de Rebocato, a través de la emisora de la furgoneta. En aquel tiempo y lugar no habían llegado aún los adelantos cibernéticos que tanto nos retratan y atosigan hoy en día.

 

 

       EL NÚMERO Y EL PITUFO:

 

Ya eran las 04:20 de la mañana y nuestro amigo seguía sin pegar ojo, pero eso si, bien pegado al numero de la guardia civil  y al mudito guardia civil auxiliar (Pitufo) que el muchacho no abrió la boca durante todo el proceso.

 

Si situaron los tres en una de las aceras del bulevar al lado de un huerto de naranjos. El teniente le había entregado al número el alcoholímetro y las cánulas respectivas. El número tiró la boquilla usada anteriormente por Rebocato, puso una nueva y llevándose a la boca el cacharro dijo:

 –Observe. –Y dicho esto pegó un soplido largo y continuado, con lo cual el aparato emitió un pitido de tres pares de narices (procedía mejor decir los otros órganos, pero…...no lo expresamos por si hay niños leyendo, bastante cruz tendrían los pobres tratando de asimilar con el relato).

Una vez acabada la demostración el numero mostró el display del artilugio a nuestro amigo y……sorpresa: marcaba todo ceros.

 

Rebocato no daba crédito a lo que acababa de ver y pensaba: debo de estar más borracho de lo que creía. Él había estado, algunas veces, acompañado por su hermano nº7  –que era del gremio– en Madrid en las cantinas de la Benemérita, tanto en la de la Dirección General de la Guardia Civil, sita en Guzmán el Bueno y como en la del Parque Móvil de Príncipe Vergara (antes General Mola). Allí se trasegaba alcohol al coleto de lo lindo y a un precio bastante asequible respecto a los bares de todo hijo de vecino del lugar, por lo tanto a nuestro amigo le chocaba que un número, ya metido en edad que, de madrugada y en fin de semana, no hubiera bebido ni tan siquiera una sola gota de alcohol. En ese momento llegó a pensar tres cosas: que el aparato estaba averiado, que el número había hecho trampas al soplar, o bien que era musulmán.

 

Comprobado el resultado de la demostración, el número sacó la cánula del aparato, con cierta elegancia la lanzó al interior de los naranjos y, acto seguido, colocó una nueva boquilla ofreciendo el alcoholímetro a Rebocato para que le emulara en el soplo.


Rebocato se introdujo la boquilla en la boca e inició el soplido, pero acordándose de José María, cuando empezó el pitido dejó de soplar en seco.


El número, con mas paciencia que un santo, retiró la boquilla, volvió a lanzarla –como a las otras– al huerto, puso una nueva en el cacharro y tornó a soplar él en él. Acabado el soplido enseño de nuevo los dígitos a Rebocato: todo ceros. Retiró de nuevo la boquilla, la arrojó al huerto, puso una nueva y le ofreció el aparato otra vez a Rebocato. Este sopló, al oír el pitido paró, el número comprobó, y la prueba de nuevo, erre que erre, sin marcar resultado. Tiró la boquilla al huerto, puso otra….etc. etc.

 

Estando en estos bretes se aproximó hasta su altura, por el bulevar, un coche con dos chicas dentro, el número les dio el alto, explicó lo del control, sopló con éxito la conductora y mostrando el numero el resultado negativo a Rebocato le dijo:

       –¿Lo ve? Hasta la señorita ha superado la prueba.

 

      –Ya, pero es que yo fumo en demasía y no tengo capacidad pulmonar para aguantar el soplido el tiempo necesario (pensó en añadir que de pequeño segó mucho y que anduvo, en verano, por los pajares de la casa de nuestro labriego castellanoviejo almacenando paja para el invierno, con el consiguiente efecto secundario de la acumulación de tamo en los pulmones y, lo más grave, sin Seguridad Social, aunque tirando de médico de iguala, pero desistió en decírselo porque el número no le creería). –Le contestó Rebocato.

 

      –Mire, yo a usted no le veo mal. Pero es que el teniente tiene un cabreo monumental (un par de veces asomó la cabeza por la ventanilla de la furgoneta y vio las maniobras del trío). Debería de soplar como es debido y acabarímos de una vez, que ya son las 5 de la mañana. –decía el número.

 

    –Mas prisa tengo yo, que mañana hemos quedado en el restaurante El Perrico con una prima de mi mujer y su novio el cual vota al PP (faltaban casi 30 años para la aparición de VOX en escena)  a las 9 de la mañana, para almorzar pronto e irnos después a la playa de una localidad que dista 40 Km. de aquí, pero en fin, vamos a intentarlo –el soplar de nuevo–, y espero que no me monten ustedes mañana otro control a la salida del almuerzo de El Perrico, después de la ingesta de callos, sepia, conejo, vino, cerveza, carajillo, chupito..... –Le contestó nuestro amigo.

 

     El número, no prestando demasiada atención a la retahíla de nuestro amigo, tiró al huerto la boquilla de la señorita, colocó una nueva y le alargó el aparato a Rebocato. Este sopló, interrumpió y cánula a los naranjos.

 

    El número (que al sentir de Rebocato, era una buena persona y hasta le daba un poco de pena a este por lo que le estaba haciendo con no prolongar el soplido) le dijo a nuestro amigo:

   –Mire, voy a decirle al teniente que ha soplado usted como es debido y que ha dado negativo. Váyase al coche y, por favor, no cuente nada a sus acompañantes.

 

    Rebocato se dirigió a su R-5 rojo (como era él entonces) y se acordó de su carné y de la documentación del coche. Volvió sobre sus pasos y se lo dijo al número, este entró, por atrás en la furgoneta y a los dos minutos salió de ella con ella (documentación, no con la furgoneta) y se la entregó a nuestro amigo.

 

    –Buenas noche. – dijo el número.

 

    –Buenas noches, agente. –Correspondió Rebocato.

 

    Cuando llegó al R-5, tanto la pareja del asiento de atrás como su mujer en el del copiloto, estaban dormidos. Fue una hora y pico intensísima. 

 

    Jamás de los jamases le han vuelto a parar en un control de alcoholemia a Rebocato. La primera y la única hasta hoy. Crucemos los dedos. 


  ¡Aaaadios! (Como dice el Guillermo Fesser en las despedidas de sus divertidas crónicas sobre Yankilandia en el Intermedio)

                 

                 HistoriasdeRebocato@abril2021