INTRODUCCIÓN
Muy buenas:
A resultas del reciente viaje de
nuestro amigo Rebocato a tierras escocesas, aconteció que en una de las
excursiones facultativas que realizó por allí, con guía en castellano (es la única manera de enterarte
de algo de lo que visites, ya que aquellas gentes hablan en inglés, gaélico
y/o escocés, resultando que si preguntas a un lugareño y no entiendes ni
papa de esos idiomas y el preguntado no tiene nociones de tu idioma, apañado
vas para saber que te contestan) llegó a visitar una destilería de güisqui, por
lo tanto, para relatar su experiencia, ha creado una nueva entrada en su blog
que lleva por título:
LA DESTILERÍA ESCOCESA
Mas… Yahveh
descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y
dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua,
siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo
todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su
lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». (Génesis.
La torre de Babel)
Rebocato y acompañantes, durante su
visita a Escocia (si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña) antes
del Brexit (la sabia voluntad popular triunfando, posteriormente) se apuntaron a excursiones,
con desplazamiento en autobús, impartidas, ellas, por guías y conductores
españoles que utilizan el idioma de Cervantes para amenizar a los viajeros. Dentro
del bus confluyen viajeros de, prácticamente, todos los sitios de España,
inclusive alguna pareja sudamericana conocedoras de dicho idioma. Y, ante esto, Rebocato
reivindica: ¿para cuando excursiones facultativas en el extranjero con guías que
hablen en galego, bable, gacería, catalá, euskera, valenciá, andaluz con deje, etc.?.
Ya se sabe que el saber idiomas enriquece el intelecto y entre muchos más, de
ellos, conozcamos y practiquemos, mejor que mejor, y más fácil será colocarse y sin
necesidad de hacer botellón. Si los idiomas que se hablan en el suelo patrio
están amparados en nuestra Constitución, deberíamos exigir excursiones con
guías dominadores de nuestras diferentes lenguas de aquí, allá donde vayamos a
pintar la mona –aunque sea allende los mares– y proponernos el tratar de acabar
con estas exclusiones, en las excursiones, que tanto daño hacen en la convivencia cotidiana de las
personas en todos los países que componen España.
Por el Génesis, barruntamos que, el inventor de
los idiomas fue Yahvé, debido a que cuando bajó del cielo para ver la ciudad y la torre
(nada que ver con un chalet de Cataluña) confundió las lenguas de todos los
constructores (maestros de obras, albañiles, peones y hasta las de las familias
de todos ellos, suegras y cuñadas incluidas) de la torre de Babel, de tal forma
que, todo el personal en su conjunto que habitaba la Tierra de entonces hablaba hasta ese momento una única lengua; al confundirlas el Sumo Hacedor, las
gentes tuvieron que dispersarse por el mundo, más que nada porque aquello empezó
a ser un guirigay y no era plan de ponerse a estudiar idiomas, además del hándicap añadido de que, entonces, no existían profesores que enseñaran el conglomerado
de lenguas confundidas, ni academias para reunir a los potenciales alumnos en
ellas, ni mucho menos escuelas oficiales de idiomas que expendieran títulos de distintos niveles.
Resultando, por todo ello que, en lo concerniente
a España –que entonces no estaba inventada, pero es lo que principalmente nos
atañe a los de aquí– los que sabían castellano, catalá, valencía, euskera, galego,
bable, andaluz, gacería, etc,. se establecieron dentro de la piel de toro
(obviemos a Portugal por separarse, de nosotros, en su día, y ahora es mucho más pobre que Catalunya que intentó separarse como aquella y no lo logró) en: la Meseta
Castellana, Cataluña, Comunidad Valenciana, Euskadi, Galicia, Asturias, Andalucía
y Cantalejo, etc., respectivamente, y así hasta completar las 17 comunidades
autónomas actuales y aledaños.
Pie de estampa: Españoles por el mundo: Un Catalán, un vasco y un castellano, obnubilados, porque no logran entenderse a causa de la bajada de Yahvé. No busquéis al gallego,
porque ya se ha ido a hacer las Américas con la intención de regresar como
un indiano acaudalado, con el fin de construirse una casa en su pueblo del copón bendito
(nos referimos a la casa, no al nombre de su pueblo).
Una vez en predios escocesas, en una de las
excursiones que realizó nuestro amigo Rebocato por las tierras (altas, bajas e intermedias)
de los pelirrojos (estos no se dejaron avistar apenas) visitó una destilería de
güisqui, en concreto la que lleva por nombre el de Deanston. Ya con todos los excursionistas dentro de la destilería
–excepto la conductora del bus y la contraria y la hermana de Rebocato, las cuales no
querían respirar los efluvios etílicos a esas horas de la mañana– se procedió a
iniciar la visita guiada, impartida por una guía, empleada de la factoría, que era
española (la guía no la factoría) y dio toda la plática en castellano. Rebocato
pensó, que qué pena que no hubiera hablado, también, en gallego y en catalán
porque concurrían, dentro del grupo de visitantes, una pareja procedentes de
Ourense (Orense para los no bilingües) y dos matrimonios natos de Cataluña. En fin lo que mentábamos antes
sobre la discriminación lingüística que nos asola, una pena, pues la visita
hubiera durado el triple de tiempo al impartirse en tres idiomas distintos.
La visita a la factoría costaba 8 libras por persona –que
no te libraba ni Yahvé de abonarlas– que incluía la visita guiada y, al final de
ella, una degustación de un güisqui, escocés por supuesto, de mezcla de 12 años. Caso
de una segunda degustación, voluntaria, había que pagar dos libras más.
Les explica la guía que el güisqui, una vez
elaborado, se introduce en barriles de madera –de reutilización, ya que antes han contenido Bourbon o vino
fino– para su envejecimiento y, una vez los barriles llenos, se meten en una
bodega que se cierra bajo llave. Durante el proceso de envejecimiento, a lo
largo del tiempo, se evapora, aproximadamente, un 10% del total de la cantidad
de alcohol que contiene cada barril,
a través de los poros de la madera de la cuba (Rebocato cree que un porcentaje del 10% no se evapora, sino que se lo bebe el que guarda la llave), por lo que cuando sacan
los barriles para embotellar el güisqui y ante la presencia de un funcionario
de la administración, pesan los barriles y de esta manera solo paga la factoría
el impuesto sobre el güisqui existente, no así del güisqui evaporado (o bebido por el bodeguero del candado).
Rebocato piensa que no están muy acabados los
bodegueros de por allí, más les valdría que embotellaran el güisqui, nada más
elaborarlo, directamente a las botellas y evitarían, de esa manera, pérdidas
por las evaporaciones, así como que, no tendrían necesidad de comprar barriles
de segunda mano a los Yankees ni a los andaluces, porque, a saber que no habrán
echado en el interior de los barriles los bodegueros dueños de los barriles
antes de enviarlos a la destilería de marras para su reutilización.
Pie de foto.- Hete aquí la
factoría de marras con un amable lugareño que pasaba casualmente por allí y al
ver a Rebocato haciendo la instantánea
se puso en medio y posó de la forma en que se aprecia su fina estampa plasmada
en la fotografía. Lo dicho, la gente escocesa es muy agradable.
En Escocia el alcohol está muy penalizado,
económicamente hablando, hasta las cervezas que se venden por allí procedentes de España (por
lo que vio Rebocato tanto en Edimburgo como en su visita en marzo a Londres) marcas de San Miguel y Estrella Damm, las rebajan de grados de porcentaje de alcohol del
5,4% al 5% y del 5,4% al 4,8%, respectivamente, con el fin de poder competir en
precio con las autóctonas de por allí, claro. Los pubs los cierran a diario
antes de que se cumplan las 00:00h y en los supermercados no te venden alcohol
antes de las 10:00h., ni después de las 22:00h., debe de ser porque tienen muy
mal beber, a pesar de ser buena gente, las gentes de por allí.
Estando
Rebocato, y su gente, en un pub de Edimburgo –cercano al hotel donde se
hospedaban– celebrando que volvían a su Patria al día siguiente, sobre las
23:40h. los camareros apagaron y encendieron varias veces las luces del local
(esto también lo hacen en las Irlandas), lo cual significa que te arrimes a la
barra, caso de querer tomar la última ronda (En España se dice siempre la
penúltima porque siempre hay una siguiente), allí es la ultima o te echan a
patadas si estás bajo los efluvios del alcohol y te pones modorro con la
repetición. Rebocato, contraria y hermana de aquel se acercaron a repetir. El
cuñadísimo no, porque adujo que ya iba tocado de morro. Cuando vuelven los tres
peticionarios a la mesa, birras en manos, se acerca un camarero y le suelta una
parrafada a Rebocato y este como el baturro de más abajo dice: “chufla, chufla…soy
spanish y no me entero”. Al rato vuelve el camarero y le enseña el móvil a
Rebocato en el cual pone, literalmente: “Dentro de un cuarto de hora cerramos”.
Rebocato le da el OK con una sonrisa y pulgar hacía arriba de la mano derecha. Para
no buscar líos, ya que es el último día de visita a los escoceses, antes de que
les echen de malos modos del pub y dejar en mal lugar a todos los spanish, controlando
el tiempo que falta para el cierre, apuran las birras (no es cuestión de
dejarlas a medias, ni de pedir vasos de plástico para transportarlas) y,
después de despedirse amablemente de los camareros (lo cortés no quita lo valiente)
salen del local.
Ya en la calle dice Rebocato que va a entonar
el “Asturias patria querida…”, pero ante la mirada inquisitoria de su contraria
(que por cierto no es asturiana) desiste y, sin montar gresca, los cuatro se
dirigen, en buena armonía, hacia el hotel.
Prosigamos con la visita a la destilería: Después
de visitar las diferentes salas y bodegas del recinto se inicia la degustación del
güisqui, y la guía va ofreciendo a cada uno de los visitantes del grupo, una
copa de vidrio transparente en forma de tulipa –dicen que son las mejores copas
para degustar el líquido elemento mencionado–, avisa de que nadie beba hasta
que ella lo diga y comienza a dar órdenes sobre el protocolo de degustación
anunciando a la concurrencia (pagadora de las 8 libras de rigor) en plan
Señorita Rottenmeier –(Fräulein
Rottenmeier) ya que andamos metidos en la, tan traída y llevada, inmersión lingüística–)
lo siguiente:
1º.-
Muevan la copa dando ligeros giros, sin brusquedad, de tal forma que se aprecie
el alcohol que se pega en las paredes del cristal de la copa a causa del
movimiento circular.
(Rebocato, al ver la ínfima cantidad de güisqui que
contiene tanto su copa, como la de su cuñadísimo que lo tiene al lado, al igual
que las del resto del grupo de catadores, piensa: “barrunto que, nadie se
emborrachará con estos copazos”).
2º.- Metan
la nariz dentro de la copa con el fin de aspirar los aromas de la bebida y
aguanten, aspirando profundamente, con la nariz (napia) dentro, (Rebocato obedece e
introduce su apéndice en la copa, pero como empieza a picarle la membrana
pituitaria y, sin sacar la nariz de la copa, deja de aspirar no sea que le dé por
estornudar y se vaya el poco güisqui, que le ha tocado en suerte, a hacer
gárgaras, y sin pasar por la garganta).
3º.- Beban un sorbo y sin tragarlo muevan el
líquido en el interior de la boca durante tantos segundos como años tiene el güisqui
–en este caso doce–.
(Rebocato
da un sorbito y el contenido de la tulipa se queda temblando, a la vez que
empieza a pasear lo bebido de un carrillo a otro y se acuerda de cuando entró
a trabajar –hace ya la friolera cifra de 40 años– en la sede central de una
empresa monopolista –el dictador cobraba de ella, un “donativo mensual” de 10.000 pesetas
(11.000 euros de hoy en día, dicen las malas lenguas), según relata nuestro historiador Ángel
Viñas en su libro “La otra cara del Caudillo” articulo informativo en El País http://cultura.elpais.com/cultura/2015/09/05/actualidad/1441482173_263106.html)– de telecomunicaciones, en cuyo
edificio existían en todas las plantas escupideras de bronce, ubicadas aparentemente en el
suelo a la salida de los ascensores; escupideras donde daba pena esputar por lo
relucientes (tanto o mas que los clavos del carro robado, antaño, al Manolo Escobar) que estaban siempre, y, de paso, mira a su alrededor buscando algún
lavabo o papelera para echar toda la bebida de su boca con las babas generadas
incluidas, pero hete aquí que, la persona que imparte la cata, después de los 12
segundos de movimiento del liquido en boca, dice que: “a tragar….”.
Todo el mundo obedece la orden, inclusive nuestro sin par Rebocato).
4º.- Ahora –continúa la guía de Spain– es el momento de
dar un pequeño sorbito de la copa y tragarlo tranquilamente para degustarlo bien.
(Rebocato se bebe lo poco que queda al igual que tres maños presentes –con trazas físicas
de estar, todos ellos, ya en la sesentena– los cuales tienen la copa más limpia
que una patena).
5º.- A continuación –prosigue la guía– echaré
dos gotas de agua en cada copa para mezclarlo con el güisqui que les queda y lo
catan ustedes de nuevo.
(Con una probeta en la mano la guía va
repartiendo gotitas en las copas del grupo, excepto en las de los tres maños y
en la de Rebocato, que se miran como diciéndose menos mal que nos lo hemos
acabado ya, porque si no nos agua el güisqui de 12 años la muchacha esta. Con esto, al
mentar a los maños, no queremos herir susceptibilidades regionales/nacionalistas
tal y como está, hoy en día, el tema de las nacionalidades –o como se diga–
dentro de la nación, es decir, no insinuamos que a los maños les guste el
alpiste en demasía, sin ir más lejos nuestro amigo Rebocato da fe de ello ya que
tiene amigos maños y no quiere dar a entender que sean personas tendentes a
amorrase al jarro en exceso, ni que anden bolingas todo el día, son, más bien, comedidos
en ese aspecto, al menos en público –bueno, en ocasiones especiales de
celebraciones varias, se arrancan a cantar alguna que otra jota aragonesa,
dicen que improvisada– pero tampoco sabe Rebocato lo que hacen en su casa,
puertas adentro, con el contenido de las botellas de su mueble bar o cervezas
de la nevera o en sus respectivos Centros Aragoneses o bares de la esquina de
sus barrios respectivos).
Actualmente, estos temas de las peculiaridades
de las personas originarias de cada autonomía, es un asunto que levanta ampollas
a menos que uno se descuide. Siempre se han hecho chistes sobre los: madrileños,
catalanes, vascos de Bilbao y vascos de sus alrededores, andaluces (Lepe se
lleva la palma), gallegos, baturros (chufla, chufla, como no te apartes tú)-, valencianos,
murcianos, etc. Y a pesar de ello hemos sobrevivido (bueno, algunos han quedado
en el camino) y, lo más difícil, hasta convivido. Pero,
desde unos años a esta parte las modas políticas, dirigidas al antojo de algunos
políticos, nos han llevado, como se dice vulgarmente, al huerto, para perjuicio
de los de siempre, es decir, de las buenas gentes de a pie.
Pie
de video.- Escena de
la
película “Nobleza baturra” dirigida por Florián Rey en 1935. Durante la II
República fue uno de los mayores éxitos comerciales del cine español
En fin, dejémonos de cuestiones que van a tener
mal arreglo, hasta que vuelva a bajar Yahvé y nos desconfunda las lenguas, y centrémonos en finalizar la cata de los
visitantes variopintos de la destilería:
Una vez acabada la primera cata, la guía pregunta que
quien se apunta a la segunda –recordar que, el que se anime, tiene que apoquinar
dos libras más de vellón, además de las ocho previas–. A pesar de que hay gentes de
distintos puntos de España solo se animan a la segunda cata los tres maños y
Rebocato. El cuñadísimo de este –que es, según él, madrileño castizo del barrio
de Chamberí, a pesar de estar bajo sospecha de residir, en su juventud, en Canillas–
en principio está dispuesto a trasegarse otro güisqui al coleto pero al recibir
una llamada en su móvil desiste y sale del recinto en busca de cobertura, Rebocato cuando su cuñado
sale de la sala de catas dice a la guía:
–“Ese chulo madrileño se larga y se libra de pagar
las 8 libras”.
La guía un tanto absorta responde:
– “Hombre, me imagino que después volverá”
Y Rebocato apunta:
–“Posiblemente, pero para el siguiente verano, como
hacían en mi pueblo castellanoviejo, de un agosto a otro, los madrileños arrebañaorzas
de tajadas de lomo y chorizo, y arramplacorrales de huevos y gallinas en pepitoria”.
A continuación, Rebocato, añade:
–“Tranquila, que es una broma, es cuñado mío y te
abonaré sus 8 libras, mal que me pese, ya que llevo una treintena de años
residiendo por el litoral Este Mediterráneo y estoy un tanto contaminado a
causa de seguir el, tan traído y llevado, consejo de: <allá donde fueres
actúa como vieres>”.
Que paciencia tuvo la guía de la destilería que, a pesar de lo dicho, era muy maja, atenta y competente.
Que paciencia tuvo la guía de la destilería que, a pesar de lo dicho, era muy maja, atenta y competente.
El güisqui de la segunda cata de los tres maños
y Rebocato, es de una antigüedad de 20 años en canal (al menos eso les
asegura la guía, aunque en la etiqueta de la botella no hay dígito alguno que lo
garantice), o sea, hay que pasearlo entre carrillos durante 20 segundos, en vez
de los 12 del anterior (imaginaos como estará el güisqui a la hora de tener que
bajarlo, faringe abajo, hasta que llegue al esófago y asentarse en el estómago–
pero esta vez tanto los maños de Zaragoza, como Rebocato, prefieren no
estropear el güisqui de mezcla con sus propias babas y se lo beben a su aire,
eso sí, saboreándolo poco a poco, debido a que la cantidad servida en las copas
sigue siendo un tanto paupérrima y dos libras no son dos euros, aún no había
llegado el Brexit a Escocia (la mayoría de escoceses e irlandeses del norte
votarán en contra) con la consiguiente rebaja del valor de la libra con
respecto al euro.
El personal de la segunda toma, sale de la
destilería sin problemas, caso de presentarse el hipotético caso, de tener que sentarse
al volante y toparse con un control de alcoholemia. Ya no digamos el personal que
tomó una sola toma, eso sí, esta, con babas personales de cada cual incluidas.
Una vez en el autobús, ni jotas aragonesas improvisadas, ni gaitas, bueno jotas cantadas no, quizás a causa de que a los maños les ha faltado algo de combustible, en
cambio si que habrá gaitas debido a que más adelante el bus tiene una parada
técnica en una vista panorámica (“lugar pintoresco” que se decía por Spain, antaño, cuando Fraga, antes de reciclarse a demócrata de toda la vida) donde paran para hacer fotografías y pulula por allí hay algún que otro
gaitero tocando la gaita. La guía dice que esos gaiteros (a los cuales la gente
les echa monedas) donan un porcentaje de su recaudación para obras sociales, es
lo que tienen estos protestantes/ calvinistas/ presbiterianos.
Pie de foto.- Hete aquí a un gaitero presbiteriano retratado a traición por Rebocato
con el fin de no tener que soltarle la mosca, ya que, como dedican un
porcentaje de su recaudación a su comunidad.religiosa, no quiere Rebocato ser
excomulgado por el Papa Francisco –caso de enterarse, este, del hecho de echarle
limosna– a causa de subvencionar obras del protestantismo por muy nobles y
altruistas que ellas sean.
Posiblemente lo de la, tan traída y llevada,
tacañería escocesa, provenga de lo rácanos que son los “escotes”, a la hora de
servir el güisqui, al menos –más menos que más– con los que visitan sus destilerías.
Por otra parte, hay una leyenda urbana que apunta a que los escoceses no son
tacaños, simplemente es que tienen los bolsillos muy profundos y los brazos bastante
cortos. Así no hay manera de que alcancen su billetera.
A Rebocato no le hubiera importado realizar la
visita a la destilería con una guía que hablara, por ejemplo, en euskera, a
cambio de que las copas de tulipa las llenaran de güisqui como Dios manda.
Un par de consejos para los que cometan el
error de visitar Escocia y con el fin de que no gasten peniques a lo tonto:
1º– “No paguéis ni un solo penique por visitar
una destilería en Escocia”.
2º– “No compréis güisqui en Escocia, ya que, es
mas caro comprarlo allí que el hacerlo en España, incluso en la tienda del gourmet de El Corte
Inglés, que ya es decir”.
HistoriasdeRebocato@junio-2016