REBOCATO
EN GETXO
INTRODUCCIÓN
Rebocato
cuando estuvo en Euskadi, se quedó con las ganas de contemplar alguno de los
deportes rurales vascos (herri kirolak, para los bilingües), sobre todo, el de los
levantapiedras, aunque, a falta de pan…. Si que vio un aurresku de honor (con dantzari
y txistulari incluidos, provisto, este último, de su chistu y tamboril
respectivos–) concretamente en Getxo, años ha, en una boda motivo de su viaje
al norte.
Pie de foto.- Txistulari y dantzari, respectivamente, entrenando.
EL ALTERNE
-,"Ponme pintxos variados" / -"¿Eso qué es, un tipo de
tortura?"
Nuestro amigo Rebocato, antes de desplazarse a Algorta –que es el barrio más poblado de todo el
municipio de Getxo– ya se había leído (sin sospechar que años después se
dejaría caer por aquella zona del famoso: “… puente colgante leré, mas elegante
leré,” etc. ) “Zalacain el aventurero” del escritor Pío Baroja y Nessi (que no
Messi, no tengamos un lío con Leo/ Lío y la Hacienda Pública) y “Las ciegas
hormigas” (Premio Nadal en 1960) de Ramiro Pinilla–, aunque para conocer más
profundamente a aquellas gentes de la zona de Getxo y alrededores mejor leed la
trilogía del mismo autor que lleva por titulo: “Verdes valles, colinas rojas”, lo cual Rebocato tiene aún pendiente
por hacer.
La víspera de la festividad de
San Juan, Rebocato y su familia directa se desplazaron por carretera en
automóvil, –obviamente, porque si hubieran tenido que ir andando desde el este valenciano hasta allí, tendrían que
haber salido con muchos días de antelación– en dirección a Euskadi para asistir
al enlace matrimonial que estaba previsto celebrarse en la tarde/ noche del día
siguiente.
Hicieron parada para comer en
Zaragón, perdón, en Zaragoza capital, donde, ya de paso, visitaron La Pilarica
y el Ebro, que guarda silencio al pasar por el Pilar, que dice la canción.
Por la tarde reanudaron la marcha
hasta llegar a Las Arenas donde tenían reservado el hotel, a un paso del
elegante puente y a tiro de piedra de Portugalete.
Las calles de los alrededores del
hotel resultaron ser zona azul, (no sabemos si fascista también) por lo que Rebocato, con el fin de no rascarse
el bolsillo, ni de estar pendiente de las horas para cambiar el coche de lugar,
bajó el equipaje del automóvil y optó por largarse a aparcar a zona gratuita,
mientras su contraria y cachorras (estas con cierta pachorra en esos momentos
de arrimar el hombro) subieron las maletas a las habitaciones del hotel donde
tenían previsto pernoctar.
Ya con Rebocato mortificado por
un reseco espectacular, a causa de no haberse podido llevarse al gaznate ni,
tan siquiera una simple birra con alcohol en todo el santo día, y no por
respetar el Ramadán precisamente, sino por el tema de evitar líos con la
Benemérita y sus disuasorios controles de alcoholemia. Aparcó y entró en una
taberna que se le presentó de forma aparente justo al lado de donde dejó su
coche, “a veces la Divina Providencia no te abandona y te echa una mano, aunque
uno, ahora mismo, no sea creyente”, piensa nuestro amigo.
Dentro del local, aparte del tabernero, había una
pareja –aparentemente heterosexual– de treintañeros, y dos hombres de mediana
edad –supuestamente no homosexuales–. Ambas parejas estaban sentadas en dos mesas
diferentes y distantes entre ellas, con lo cual Rebocato tenia toda la barra
del bar libre a su disposición, hacia donde arrimó su deshidratado cuerpo.
Se le acercó el camarero y en un
castellano cuasi perfecto (luego ya metidos, ambos, en conversación le confesó
a nuestro amigo que era nato de un pueblo de Palencia) le indagó el clásico:
–¿Qué va a tomar?.
A lo que nuestro amigo en un
castellano ya un tanto contaminado a causa de los años que llevaba residiendo
fuera de La Meseta, en concreto en el litoral levantino de la Comunidad de
Valencia, contestó:
–Una cerveza, pues. (Con esta
respuesta, sin tratar de llamar en demasía la atención, nuestro amigo ya trataba,
utilizando la jeringonza utilizada por allí, de integrarse con los autóctonos
del lugar).
El camarero le saca un botellín
de cerveza, y como, de antemano, Rebocato denegó el:
–¿Quiere un vaso? –aquel coloca,
de forma aparente, una servilleta de papel alrededor del cuello del botellín y
rematada en la boca del mismo, cual cachirulo en cabeza de aragonés de pro que
se tercie (sin tercios).
Rebocato, al ver la consumición
sobre la barra, piensa: “mal empezamos, yo siempre creyendo que por aquí se
hacia todo a lo bestia en lo referente a la comida y bebida y ahora me apañan con
un simple botellín”.
Nuestro amigo está acostumbrado a
los bares del lugar donde él reside –donde no se andan con “mariconadas” de
botellines– donde pides una cerveza y te plantan un tercio o una jarra, con un
par, y sin "pinxto", ni leches. Y le dice al camarero de la taberna, en plan de
broma, con el fin de tratar de romper el hielo y entablar conversación:
–¿Esto no será un coctel
Molotov?.
El camarero le sonríe (es
maqueto, y posiblemente no hable ni vasco) y contesta:
–No hombre, no. Puede beber
tranquilo.
Y Rebocato rumia para sus
adentros:
“¿Tranquilo?, con la sed que
tengo…”
Se bebe el botellín en un par de
tragos y le pregunta al camarero (el cual anda un tanto desfaenado ante la poca
concurrencia de clientes, son las 17:30h, y están retransmitiendo por TV. un
partido, en vivo y en directo, del Mundial de Futbol 2006, en concreto el España –
Arabia Saudita. Va ganando España por 1-0 y Rebocato teme que, si vuelve a marcar
España, quizás no pueda reprimir su alegría y celebre el gol con gran jolgorio,
y si, en ese mismo momento, entra al bar un abertzale, o varios, puede tener un
lío mucho más grave que el de
Leo/Lío Messi con la Hacienda de “Hacienda somos todos”, cambiado recientemente
por el de “Messi somos todos”. Afortunadamente acabaría el partido sin mas
goles que celebrar):
–¿No tendrás tercios de cerveza?,
es que he venido de la Comunidad de Valencia hasta aquí a plantar la era, para
mañana asistir a una boda en Algorta y estoy seco del viaje.
Recibiendo por respuesta:
–Por aquí no solemos gastar
tercios.
Y Rebocato suelta:
–¡Ahí va la órdiga! (por lo de
tratar de integrarse, Rebocato ya se parecía a Gurb el simpático extraterrestre
de la novela “Sin noticias de Gurb” del, no menos campechano, escritor catalán
Eduardo Mendoza, uno de los más admirados escritores catalanes, junto al sin
par Manuel Vázquez Montalbán –a pesar de que este era del Barça–, de nuestro amigo Rebocato). ¿No será por
aversión a los Tercios del Imperio español, nuestra eficaz infantería de siglos
ha, pues?.
El camarero se ríe y dice:
–Que va, hombre, que va, aquí se alterna
mucho y sí se consumieran tercios en cada ronda, en lugar de beber: quintos, txikitos, zuritos, etc., la gente se
iría a casa mucho más perjudicada, no como con el chiquiteo de siempre con el
que la gente marcha a casa contenta,
pero no borracha"-.
Nuestro amigo remacha:
–Pues sírveme otro botijo, si tienes a bien, y sin cachirulo ni hostias, sino te importa, pues.
Ya con Rebocato asentado, es un decir, dentro de Euskadi, en concreto en el
interior del municipio de Getxo, como cabeza de puente del Imperio Mesetario (tal cual como EE.UU.
facilitó y consintió, con el dinero de los judíos, crear el estado de Israel en
Palestina, con el fin de servir como cabeza de puente para acceder a los pozos
del oro líquido existentes bajo el subsuelo de los países árabes) y sentado en
un taburete al lado de la barra del bar y con España que ha finiquitado el partido
ante los árabesauditas –estos
con reservas de petróleo en sus pozos para aburrir–, hace acto de
presencia un nuevo parroquiano en la taberna que disfruta de una edad, más o
menos, cercana a la de Rebocato, por lo que este barrunta, así a groso modo.
El llegado saluda y se pone en la barra cerca
de nuestro amigo, pide un botellín y saca a colación el partido, el cual acaba de
finalizar hace unos minutos y que dice haber visto en casa y que no le ha
gustado nada, si acaso el resultado final.
Rebocato pide otro botellín (quiere hidratarse
rápidamente y regresar al hotel antes de que sus féminas le echen en falta) y
principia una conversación a tres bandas, entre el recién llegado, el camarero
y él mismo.
Pasa el tiempo y Rebocato, piensa en sus chicas
abandonadas a su suerte en el hotel (toda una planta, del susodicho, está
reservada para los familiares del novio venidos del Este mediterráneo) paga sus
tres botellines –servidos con la pulcritud de los, asépticos, cachirulos de
papel, a pesar de no devengarlos de esa manera– que se ha trasegado al coleto, además del que se ha tomado el llegado
dicharachero y, acto seguido, decide regresar al hotel.
Pero al hacer ademán de abandonar el garito
escucha:
–“¡Quieto parao!” (sic) –que ha bramado el
recién llegado metido en ronda por nuestro amigo, y que añade:
– “Es la noche de San Juan y esto hay que mojarlo”.
Pide dos botellines y continúan, Rebocato y él, con la charla.
Dice, el vasco, que él y su familia viven en Madrid desde hace años y que
llevan 15 días en Las Arenas a resultas de que su mujer vino a dar a luz a
Euskadi (según le explica a Rebocato es una costumbre extendida entre las
vascas –que no vacas– emigradas, la de venir a parir al lugar de origen,
–Rebocato piensa: ¡coño! como los salmones de los documentales de la 2 remontando río
arriba para desovar y morir río arriba–) con el fin de que los retoños sean vascos auténticos
con denominación de origen, también a nivel burocrático, es decir, como Dios
manda.
Viene a colación el recordar que, en 1993, el entonces
presidente del PNV –el pobre Xavier Arzalluz– fue tachado de xenófobo al hablar
sobre: la raza vasca, el Rh negativo y su procedencia directa de los cromañones,
basándose en unos estudios realizados por una universidad de yankilandia, en
concreto la de Florida.
El lugareño, recién llegado hace rato, pide
otra ronda de botellines y, siguiendo pegando la hebra, resulta que iba a
bailar a la discoteca Toft´s ubicada en la calle Jorge Juan nº 20 de Madrid
cuando era mozo (Rebocato alguna vez llevó a sus dos sobrinos mayores
allí, con el fin de enseñarles el noble arte del ligoteo y Cubateo –decir que, los sobrinos aprendieron lo segundo mejor que lo primero–) e incluso
puede que, debido a los pocos años de diferencia que le sacaba Rebocato al
recién llegado hace rato a la taberna de Las Arenas –estas, a nuestro amigo ya
le parecían movedizas a causa del trasiego de botellines–, hasta coincidirían en
dicha discoteca la cual Rebocato frecuentó durante unos 6 años y, en su último año de estancia en los
madriles, iba allí a bailar y a beber cubalibres los miércoles, viernes y
sábados, por la tarde.
El lugareño, recién llegado hace rato, pide
otros dos botellines y le dice a Rebocato que se acerque esta noche a la playa
ya que se celebra la Noche de San Juan y que el irá con la familia y amigos y
que llevarán bebidas y comida para aburrir. Rebocato se lo agradece pero dice
que está con su familia, en el hotel y que saldrán todos a cenar a algún
restaurante típico de por allí. El vasco, erre que erre, le dice que puede ir
con toda su familia a la playa, que sobrará de todo, a la vez que pide otra
ronda. Rebocato quiere volver a pagar, pero el lugareño llegado hace rato, no le deja y
nuestro amigo piensa “y.. ¿como salgo yo de aquí, pues?”.
Menos mal que, al rato, entran al bar otros dos
amigos del vasco (vascos también, y Rebocato cree que ya tendrá que quedarse
allí hasta el cierre del local)) y, después de las presentaciones, y otro
ratito de cháchara Rebocato consigue zafarse del alterne y, no sin cierto
esfuerzo, consigue despedirse de los tres vascos y del palentino, y salir del
bar agradeciendo las invitaciones, tanto la de los botijos de cerveza, como la
de asistir esa noche a celebrar San Juan en la playa, a la cual dice que
tratará de asistir un rato (si cuela, cuela –piensa interiormente–, mis mujeres no me van a dejar ir).
En el trayecto andando de regreso al hotel,
nuestro amigo, ya ha comprendido el porqué no se alterna con tercios en los
bares de por aquellos lares. Se ha metido al coleto la nada desdeñable cifra de
6 botellines en menos de una hora, una buena velocidad de crucero.
Una vez en la habitación del hotel su contraria
le suelta:
–Pero.. ¿donde te has ido a aparcar el coche,
al garaje de casa?. Y, además, el móvil lo tienes apagado. Ya se han ido todos
por ahí a visitar el lugar y yo aquí espera que te espera. Cada vez te asemejas
más a el que dices tú que es uno de tus ídolos: El buen soldado Švejk, entras en las
tabernas y pierdes el oremus.
Nuestro amigo aguanta el chaparrón casi de la misma
manera que ha aguantado el, más agradable, chaparrón de botellines y sale acompañado de su
pareja del hotel hasta la calle. Mientras, su compañera trata de contactar, vía
móvil, con el resto de familiares, Rebocato rumia para sus adentros: “Ni le
dejan a uno confraternizar con las gentes autóctonas de los sitios que visitas”.
Por supuesto que ni se le pasa por la imaginación el comentar a su costilla
–que no es nata de Castilla– lo de que están invitados en la playa, por su recién, y casual conocido lugareño, vasco de barra (que no de Navarra), para celebrar
la noche de San Juan a la luz de las hogueras con remojo de píes, incluido en
el lote, en las frías aguas del Cantábrico, que no sabes, al sentir la impresión, si el agua es así de fría o que te ha mordido un bonito cangrejo del norte, pues.
LA BODA
Dicen, las malas leguas, que en
Euskadi es prácticamente imposible encamarte con tu novia antes de pasar por la
Vicaría. Con la dificultad añadida de que no te puedes arrimar, con la
intención de ligar a la chica que te gusta, a causa del circulo de seguridad
que forman alrededor de ella sus propias amigas. En base a esto, Rebocato no comprende
como no se ha extinguido, aún, la raza vasca.
Una vez llegados, puntualmente,
los novios e invitados la tarde de la boda a la entrada de la iglesia (el cura
nunca llega tarde a misa), apareció el danzarín (dantzari) y el chistulari (txistulari)
acompañante, y cuando este empezó a tocar, aquél lanzó su boina negra a la novia,
la cual anduvo lista de reflejos y la atrapó al vuelo con una sola mano sin
soltar el ramo de la otra (no como la novia del video de más abajo) y, dentro
del corro que formaban los invitados, el danzarín, comenzó a danzar dando blincos y lanzando patadas
al aire que a Rebocato (con todos sus respetos para la tan ancestral y bonita danza) le recordó al Bruce Lee (Rebocato también lee) en Operación Dragón, solo
que sin llegar a tocar, el danzarín, con sus pies a las gentes llegadas desde el Mediterráneo
Este a la celebración que le contemplaban disfrutando del espectáculo, aunque un
tanto atónitos ante la destreza del danzante.
Pie de video.- Según YouTube: Boda de Iris y Julio (aurresku)
Rebocato, ante tanto salto y
elevaciones de pie hasta la altura de sus narices, o más, optó por quitarse de en
medio, más que nada, por si se escapaba algún zapatazo y –no es que no le
gustara la danza que era digna de contemplar, pero de pronto le entró reseco a
causa de la comilona del mediodía, y todavía faltaba la celebración del enlace en
forma de cena posterior– se largó al bar ubicado, aparentemente, enfrente de la
Parroquia del Santísimo Redentor Padres Trinitarios
(por nombres no será que falle el matrimonio a los que se casen allí, lo otro
se le supone) en la que se iba a santificar la unión de un solo hombre con una
sola mujer, para siempre, con la celebración del séptimo Sacramento.
Es bueno el que en este país
existan, normalmente, tabernas cercanas a la Casa de Dios porque eso hace que
la gente ante los actos de: bautizos, comuniones, bodas y entierros, pueda ir buenamente a la iglesia y no sentirse agobiado, porque sabe que caso de sufrir
de próstata puedes acercarte tranquilamente al lavabo del bar, pero claro, no
vas a entrar a aliviar la vejiga y salirte sin más, dando a malpensar al
tabernero de que lo mismo cree que eres un yonqui, lo normal es que consumas algo en la
barra del local aunque no le apetezca a uno mucho. Hay que colaborar con la hostelería
y, ante todo, guardar las formas de la asignatura de Educación Cívico Social de antaño.
A dicha boda los familiares directos
del novio se llevaron hasta allí arriba pues, una traca descomunal y solicitaron
al Ayuntamiento –de la localidad donde se iba a celebrar el evento– el permiso
pertinente para encenderla al final de la ceremonia religiosa de la boda –obviamente
en el caso de que ambos novios dieran el sí reglamentario, porque en caso
contrario la traca tendría que volver, virgen de nuevo, al Mediterráneo
Eso en caso, también, de que al regreso no se la confiscaran en algún control
rutinario para controlar a los machotes etarras de entonces– justo al lado de la iglesia
(era cuando la tregua de ETA con Zapatero, rota en el mes de diciembre
siguiente en la T4 del aeropuerto madrileño de Barajas, ahora también llamado
Adolfo Suárez, cumpliendo nuestro dicho aquel de: “después del burro muerto
–Suárez no lo era, y nunca llegaremos a agradecerle lo que hizo a pesar de que
en aquellos tiempos toda la progresía de por aquí le teníamos como facha–
cebada al rabo” de la forma que todos conocemos que tienen, o tenían, algunos
de hacer Patria a costa de vidas humanas, es lo que tienen los nazzzionalismos,
sea español o turcochipriota: somos diferentes, es decir tenemos tres orejas y
hablamos por los codos en lugar de por la boca y los mas guais) y se lo
denegaron.
No obstante al acabar la
ceremonia y estando Rebocato –dentro de la taberna, ubicada, esta, al lado de la iglesia– quitándose el reseco (barruntamos, conociéndole, que bebiendo agua mineral
aunque no nos atrevemos a especificar si con gas o sin gas) comenzaron a oírse
unas detonaciones (a pesar de la denegación del Ayuntamiento el Párroco dijo
que al lado de la iglesia podrían encenderla, y la traca se tiró, no se la iban
a llevar, otra vez, de vuelta a terretas valencianas) y la gente del bar, ante la ruidera, salió de estampida
a la puerta de la Herriko taberna –o lo que fuera– para ver lo que pasaba y
Rebocato, que fue el único –y sin ser de Bilbao, pues– que mantuvo la calma, entre
otras cosas porque sabía el porqué de la escandalera, soltó: “Lo mismo la ETA ha
roto la tregua”. Para añadir a continuación con el fin de calmar a los
lugareños: “Franquilos, perdón, tranquilos que es una traca que se han traído a
la boda las gentes del País Valencia, que también, ellas, están duramente reprimidas por
el Estado Central”, con lo cual la gente se sosegó un tanto y volvieron a sus
vasos y a sus cartas del juego del mus, tute perrero o de lo que se terciara en
cada mesa. Acto seguido Rebocato se acabó de golpe su consumición (ya se la
había pagado, al servírsela, al camarero), se acercó a la iglesia, recogió a su
familia y antes de que se disipara el humo de la traca de marras ya estaba
derrapando con el coche camino al restaurante “Los Tamarises”, por miedo a
si aparecía la Ertzaintza a pedir documentaciones y responsabilidades. Mientras
tanto las atónitas gentes de las viviendas que rodeaban la iglesia y que
estaban asomadas a balcones y ventanas respectivas, continuaban
estupefactas por la “petardá” improvisada. Estos valencianés….
Rebocato y familia permanecieron
8 días más visitando aquellas bonitas tierras, confraternizando con sus
agradables gentes, pero eso ya es otra historia que se contará en otro ocasión,
si fuera menester.
PD.- Reseñar que, para tres bemoles, el
cuñado de Rebocato, el cual compró una traca, con una largaría de 200 metros (en lugar de los 50m. que reflejamos al publicar, inicialmente, esta entrada de "Rebocato en Euskadi", que es más o menos la longitud del "puente colgante leré, mas elegante leré.." según nos comunicó después de leerla un sobrino político de Rebocato, causante directo, dicho sea de paso, del viaje del nuestro amigo, y familia, a las tierras de Getxo y aledaños) y 5 finales, y la acarreó
en el maletero de su coche, desde la Comunidad Valenciana hasta Portugalete,
localidad donde tenían reservado el hotel los padres del novio casadero. La supertraca estuvo dentro del
maletero del coche, en el aparcamiento del hotel durante seis días, hasta la
tarde de la boda en que salieron con el coche del hotel con el fin de dirigirse
hasta la Parroquia del Santísimo Redentor Padres Trinitarios, sita en Algorta,
donde se iba a celebrar la ceremonia religiosa del casamiento. Los perros detectores de explosivos de las fuerzas autonomías del orden debían de estar constipados o de libranza.
Agur, pues.
HistoriasdeRebocato@septiembre-2016
Gran relato como viene siendo habitual del Señor Rebocato. Una insignificante puntualización sobre la súper traca, y es sobre la medida de la misma. Esta era de una largaria de 200 metros, más o menos la misma distancia que que recorre el puente colgante de Portugalete a Las Arenas.
ResponderEliminarMuchas gracias por su puntualización Sr. SoMo.
ResponderEliminarSi usted me lo permite voy a tomarme la libertad de añadir la corrección con el fin de corregir la largarla de la traca de marras en la entrada mentada.
Añadir que, si los bonitos del Norte hacen puentes colgantes elegantes de medidas considerables, en el Levante Español hacen tracas de las misma medida e incluso más ruidosas que el engrasado puente, barrunto.
Agur.