26 de septiembre de 2016

REBOCATO EN EUSKADI


                

                                 REBOCATO EN GETXO


          INTRODUCCIÓN

    Rebocato cuando estuvo en Euskadi, se quedó con las ganas de contemplar alguno de los deportes rurales vascos (herri kirolak, para los bilingües), sobre todo, el de los levantapiedras, aunque, a falta de pan…. Si que vio un aurresku de honor (con dantzari y txistulari incluidos, provisto, este último, de su chistu y tamboril respectivos–) concretamente en Getxo, años ha, en una boda motivo de su viaje al norte.




                        Pie de foto.- Txistulari y dantzari, respectivamente, entrenando.


                                                EL ALTERNE

                                             -,"Ponme pintxos variados" / -"¿Eso qué es, un tipo de tortura?"

      Nuestro amigo Rebocato, antes de desplazarse a Algorta –que es el barrio más poblado de todo el municipio de Getxo– ya se había leído (sin sospechar que años después se dejaría caer por aquella zona del famoso: “… puente colgante leré, mas elegante leré,” etc. ) “Zalacain el aventurero” del escritor Pío Baroja y Nessi (que no Messi, no tengamos un lío con Leo/ Lío y la Hacienda Pública) y “Las ciegas hormigas” (Premio Nadal en 1960) de Ramiro Pinilla–, aunque para conocer más profundamente a aquellas gentes de la zona de Getxo y alrededores mejor leed la trilogía del mismo autor que lleva por titulo: “Verdes valles, colinas rojas”, lo cual Rebocato tiene aún pendiente por hacer.

       La víspera de la festividad de San Juan, Rebocato y su familia directa se desplazaron por carretera en automóvil, –obviamente, porque si hubieran tenido que ir andando desde el este valenciano hasta allí, tendrían que haber salido con muchos días de antelación– en dirección a Euskadi para asistir al enlace matrimonial que estaba previsto celebrarse en la tarde/ noche del día siguiente.

     Hicieron parada para comer en Zaragón, perdón, en Zaragoza capital, donde, ya de paso, visitaron La Pilarica y el Ebro, que guarda silencio al pasar por el Pilar, que dice la canción.

     Por la tarde reanudaron la marcha hasta llegar a Las Arenas donde tenían reservado el hotel, a un paso del elegante puente y a tiro de piedra de Portugalete.

      Las calles de los alrededores del hotel resultaron ser zona azul, (no sabemos si fascista también) por lo que Rebocato, con el fin de no rascarse el bolsillo, ni de estar pendiente de las horas para cambiar el coche de lugar, bajó el equipaje del automóvil y optó por largarse a aparcar a zona gratuita, mientras su contraria y cachorras (estas con cierta pachorra en esos momentos de arrimar el hombro) subieron las maletas a las habitaciones del hotel donde tenían previsto pernoctar.

    Ya con Rebocato mortificado por un reseco espectacular, a causa de no haberse podido llevarse al gaznate ni, tan siquiera una simple birra con alcohol en todo el santo día, y no por respetar el Ramadán precisamente, sino por el tema de evitar líos con la Benemérita y sus disuasorios controles de alcoholemia. Aparcó y entró en una taberna que se le presentó de forma aparente justo al lado de donde dejó su coche, “a veces la Divina Providencia no te abandona y te echa una mano, aunque uno, ahora mismo, no sea creyente”, piensa nuestro amigo.

     Dentro del  local, aparte del tabernero, había una pareja –aparentemente heterosexual– de treintañeros, y dos hombres de mediana edad –supuestamente no homosexuales–. Ambas parejas estaban sentadas en dos mesas diferentes y distantes entre ellas, con lo cual Rebocato tenia toda la barra del bar libre a su disposición, hacia donde arrimó su deshidratado cuerpo.

    Se le acercó el camarero y en un castellano cuasi perfecto (luego ya metidos, ambos, en conversación le confesó a nuestro amigo que era nato de un pueblo de Palencia) le indagó el clásico:

      –¿Qué va a tomar?.

    A lo que nuestro amigo en un castellano ya un tanto contaminado a causa de los años que llevaba residiendo fuera de La Meseta, en concreto en el litoral levantino de la Comunidad de Valencia, contestó:
    –Una cerveza, pues. (Con esta respuesta, sin tratar de llamar en demasía la atención, nuestro amigo ya trataba, utilizando la jeringonza utilizada  por allí, de integrarse con los autóctonos del lugar).

     El camarero le saca un botellín de cerveza, y como, de antemano, Rebocato denegó el:
    –¿Quiere un vaso? –aquel coloca, de forma aparente, una servilleta de papel alrededor del cuello del botellín y rematada en la boca del mismo, cual cachirulo en cabeza de aragonés de pro que se tercie (sin tercios).

     Rebocato, al ver la consumición sobre la barra, piensa: “mal empezamos, yo siempre creyendo que por aquí se hacia todo a lo bestia en lo referente a la comida y bebida y ahora me apañan con un simple botellín”.

    Nuestro amigo está acostumbrado a los bares del lugar donde él reside –donde no se andan con “mariconadas” de botellines– donde pides una cerveza y te plantan un tercio o una jarra, con un par, y sin "pinxto", ni leches. Y le dice al camarero de la taberna, en plan de broma, con el fin de tratar de romper el hielo y entablar conversación:
     –¿Esto no será un coctel Molotov?.

   El camarero le sonríe (es maqueto, y posiblemente no hable ni vasco) y contesta:
     –No hombre, no. Puede beber tranquilo.

     Y Rebocato rumia para sus adentros:
    “¿Tranquilo?, con la sed que tengo…”

   Se bebe el botellín en un par de tragos y le pregunta al camarero (el cual anda un tanto desfaenado ante la poca concurrencia de clientes, son las 17:30h, y están retransmitiendo por TV. un partido, en vivo y en directo, del Mundial de Futbol 2006, en concreto el España – Arabia Saudita. Va ganando España por 1-0 y Rebocato teme que, si vuelve a marcar España, quizás no pueda reprimir su alegría y celebre el gol con gran jolgorio, y si, en ese mismo momento, entra al bar un abertzale, o varios, puede tener un lío  mucho más grave que el de Leo/Lío Messi con la Hacienda de “Hacienda somos todos”, cambiado recientemente por el de “Messi somos todos”. Afortunadamente acabaría el partido sin mas goles que celebrar):
   –¿No tendrás tercios de cerveza?, es que he venido de la Comunidad de Valencia hasta aquí a plantar la era, para mañana asistir a una boda en Algorta y estoy seco del viaje.

     Recibiendo por respuesta:
    –Por aquí no solemos gastar tercios.

     Y Rebocato suelta:
     –¡Ahí va la órdiga! (por lo de tratar de integrarse, Rebocato ya se parecía a Gurb el simpático extraterrestre de la novela “Sin noticias de Gurb” del, no menos campechano, escritor catalán Eduardo Mendoza, uno de los más admirados escritores catalanes, junto al sin par Manuel Vázquez Montalbán –a pesar de que este era del Barça–, de nuestro amigo Rebocato). ¿No será por aversión a los Tercios del Imperio español, nuestra eficaz infantería de siglos ha, pues?.

      El camarero se ríe y dice:
    –Que va, hombre, que va, aquí se alterna mucho y sí se consumieran tercios en cada ronda, en lugar de beber: quintos,  txikitos, zuritos, etc., la gente se iría a casa mucho más perjudicada, no como con el chiquiteo de siempre con el que la gente marcha a casa contenta, pero no borracha"-.

      Nuestro amigo remacha:
      –Pues sírveme otro botijo, si tienes a bien, y sin cachirulo ni hostias, sino te importa, pues.

     Ya con Rebocato asentado, es un decir,  dentro de Euskadi, en concreto en el interior del municipio de Getxo, como cabeza de puente del Imperio Mesetario (tal cual como EE.UU. facilitó y consintió, con el dinero de los judíos, crear el estado de Israel en Palestina, con el fin de servir como cabeza de puente para acceder a los pozos del oro líquido existentes bajo el subsuelo de los países árabes) y sentado en un taburete al lado de la barra del bar y con España que ha finiquitado el partido ante los árabesauditas –estos  con reservas de petróleo en sus pozos para aburrir–, hace acto de presencia un nuevo parroquiano en la taberna que disfruta de una edad, más o menos, cercana a la de Rebocato, por lo que este barrunta, así a groso modo.

    El llegado saluda y se pone en la barra cerca de nuestro amigo, pide un botellín y saca a colación el partido, el cual acaba de finalizar hace unos minutos y que dice haber visto en casa y que no le ha gustado nada, si acaso el resultado final.

   Rebocato pide otro botellín (quiere hidratarse rápidamente y regresar al hotel antes de que sus féminas le echen en falta) y principia una conversación a tres bandas, entre el recién llegado, el camarero y él mismo.

    Pasa el tiempo y Rebocato, piensa en sus chicas abandonadas a su suerte en el hotel (toda una planta, del susodicho, está reservada para los familiares del novio venidos del Este mediterráneo) paga sus tres botellines –servidos con la pulcritud de los, asépticos, cachirulos de papel, a pesar de no devengarlos de esa manera– que se ha trasegado al coleto, además del que se ha tomado el llegado dicharachero y, acto seguido, decide regresar al hotel.

     Pero al hacer ademán de abandonar el garito escucha:
    –“¡Quieto parao!” (sic) –que ha bramado el recién llegado metido en ronda por nuestro amigo, y que añade:
     – “Es la noche de San Juan y esto hay que mojarlo”.

     Pide dos botellines y continúan, Rebocato y él, con la charla. Dice, el vasco, que él y su familia viven en Madrid desde hace años y que llevan 15 días en Las Arenas a resultas de que su mujer vino a dar a luz a Euskadi (según le explica a Rebocato es una costumbre extendida entre las vascas –que no vacas– emigradas, la de venir a parir al lugar de origen, –Rebocato piensa: ¡coño! como los salmones de los documentales de la 2 remontando río arriba para desovar y morir río arriba–) con el fin de que los retoños sean vascos auténticos con denominación de origen, también a nivel burocrático, es decir, como Dios manda.

     Viene a colación el recordar que, en 1993, el entonces presidente del PNV –el pobre Xavier Arzalluz– fue tachado de xenófobo al hablar sobre: la raza vasca, el Rh negativo y su procedencia directa de los cromañones, basándose en unos estudios realizados por una universidad de yankilandia, en concreto la de Florida.
  
   El lugareño, recién llegado hace rato, pide otra ronda de botellines y, siguiendo pegando la hebra, resulta que iba a bailar a la discoteca Toft´s ubicada en la calle Jorge Juan nº 20 de Madrid cuando era mozo (Rebocato alguna vez llevó a sus dos sobrinos mayores allí, con el fin de enseñarles el noble arte del ligoteo y Cubateo –decir que, los sobrinos aprendieron lo segundo mejor que lo primero–) e incluso puede que, debido a los pocos años de diferencia que le sacaba Rebocato al recién llegado hace rato a la taberna de Las Arenas –estas, a nuestro amigo ya le parecían movedizas a causa del trasiego de botellines–, hasta coincidirían en dicha discoteca la cual Rebocato frecuentó durante unos 6 años y, en su último año de estancia en los madriles, iba allí a bailar y a beber cubalibres los miércoles, viernes y sábados, por la tarde.

    El lugareño, recién llegado hace rato, pide otros dos botellines y le dice a Rebocato que se acerque esta noche a la playa ya que se celebra la Noche de San Juan y que el irá con la familia y amigos y que llevarán bebidas y comida para aburrir. Rebocato se lo agradece pero dice que está con su familia,  en el hotel y que saldrán todos a cenar a algún restaurante típico de por allí. El vasco, erre que erre, le dice que puede ir con toda su familia a la playa, que sobrará de todo, a la vez que pide otra ronda. Rebocato quiere volver a pagar, pero el lugareño llegado hace rato, no le deja y nuestro amigo piensa “y.. ¿como salgo yo de aquí, pues?”.

    Menos mal que, al rato, entran al bar otros dos amigos del vasco (vascos también, y Rebocato cree que ya tendrá que quedarse allí hasta el cierre del local)) y, después de las presentaciones, y otro ratito de cháchara Rebocato consigue zafarse del alterne y, no sin cierto esfuerzo, consigue despedirse de los tres vascos y del palentino, y salir del bar agradeciendo las invitaciones, tanto la de los botijos de cerveza, como la de asistir esa noche a celebrar San Juan en la playa, a la cual dice que tratará de asistir un rato (si cuela, cuela –piensa interiormente–, mis mujeres no me van a dejar ir).

   En el trayecto andando de regreso al hotel, nuestro amigo, ya ha comprendido el porqué no se alterna con tercios en los bares de por aquellos lares. Se ha metido al coleto la nada desdeñable cifra de 6 botellines en menos de una hora, una buena velocidad de crucero.

     Una vez en la habitación del hotel su contraria le suelta:
   –Pero.. ¿donde te has ido a aparcar el coche, al garaje de casa?. Y, además, el móvil lo tienes apagado. Ya se han ido todos por ahí a visitar el lugar y yo aquí espera que te espera. Cada vez te asemejas más a el que dices tú que es uno de tus ídolos: El buen soldado Švejk, entras en las tabernas y pierdes el oremus.

   Nuestro amigo aguanta el chaparrón casi de la misma manera que ha aguantado el, más agradable, chaparrón de botellines y sale acompañado de su pareja del hotel hasta la calle. Mientras, su compañera trata de contactar, vía móvil, con el resto de familiares, Rebocato rumia para sus adentros: “Ni le dejan a uno confraternizar con las gentes autóctonas de los sitios que visitas”. Por supuesto que ni se le pasa por la imaginación el comentar a su costilla –que no es nata de Castilla– lo de que están invitados en la playa, por su recién, y casual conocido lugareño, vasco de barra (que no de Navarra), para celebrar la noche de San Juan a la luz de las hogueras con remojo de píes, incluido en el lote, en las frías aguas del Cantábrico, que no sabes, al sentir la impresión, si el agua es así de fría o que te ha mordido un bonito cangrejo del norte, pues.



                             LA BODA

    Dicen, las malas leguas, que en Euskadi es prácticamente imposible encamarte con tu novia antes de pasar por la Vicaría. Con la dificultad añadida de que no te puedes arrimar, con la intención de ligar a la chica que te gusta, a causa del circulo de seguridad que forman alrededor de ella sus propias amigas. En base a esto, Rebocato no comprende como no se ha extinguido, aún, la raza vasca.

     Una vez llegados, puntualmente, los novios e invitados la tarde de la boda a la entrada de la iglesia (el cura nunca llega tarde a misa), apareció el danzarín (dantzari) y el chistulari (txistulari) acompañante, y cuando este empezó a tocar, aquél lanzó su boina negra a la novia, la cual anduvo lista de reflejos y la atrapó al vuelo con una sola mano sin soltar el ramo de la otra (no como la novia del video de más abajo) y, dentro del corro que formaban los invitados, el danzarín, comenzó a danzar dando blincos y lanzando patadas al aire que a Rebocato (con todos sus respetos para la tan ancestral y bonita danza) le recordó al Bruce Lee (Rebocato también lee) en Operación Dragón, solo que sin llegar a tocar, el danzarín, con sus pies a las gentes llegadas desde el Mediterráneo Este a la celebración que le contemplaban disfrutando del espectáculo, aunque un tanto atónitos ante la destreza del danzante.



                  
          Pie de video.- Según YouTube: Boda de Iris y Julio (aurresku)



    Rebocato, ante tanto salto y elevaciones de pie hasta la altura de sus narices, o más, optó por quitarse de en medio, más que nada, por si se escapaba algún zapatazo y –no es que no le gustara la danza que era digna de contemplar, pero de pronto le entró reseco a causa de la comilona del mediodía, y todavía faltaba la celebración del enlace en forma de cena posterior– se largó al bar ubicado, aparentemente, enfrente de la Parroquia del Santísimo Redentor Padres Trinitarios (por nombres no será que falle el matrimonio a los que se casen allí, lo otro se le supone) en la que se iba a santificar la unión de un solo hombre con una sola mujer, para siempre, con la celebración del séptimo Sacramento.

       Es bueno el que en este país existan, normalmente, tabernas cercanas a la Casa de Dios porque eso hace que la gente ante los actos de: bautizos, comuniones, bodas y entierros, pueda ir buenamente a la iglesia y no sentirse agobiado, porque sabe que caso de sufrir de próstata puedes acercarte tranquilamente al lavabo del bar, pero claro, no vas a entrar a aliviar la vejiga y salirte sin más, dando a malpensar al tabernero de que lo mismo cree que eres un yonqui, lo normal es que consumas algo en la barra del local aunque no le apetezca a uno mucho. Hay que colaborar con la hostelería y, ante todo, guardar las formas de la asignatura de Educación Cívico Social de antaño.

     A dicha boda los familiares directos del novio se llevaron hasta allí arriba pues, una traca descomunal y solicitaron al Ayuntamiento –de la localidad donde se iba a celebrar el evento– el permiso pertinente para encenderla al final de la ceremonia religiosa de la boda –obviamente en el caso de que ambos novios dieran el sí reglamentario, porque en caso contrario la traca tendría que volver, virgen de nuevo, al Mediterráneo Eso en caso, también, de que al regreso no se la confiscaran en algún control rutinario para controlar a los machotes etarras de entonces– justo al lado de la iglesia (era cuando la tregua de ETA con Zapatero, rota en el mes de diciembre siguiente en la T4 del aeropuerto madrileño de Barajas, ahora también llamado Adolfo Suárez, cumpliendo nuestro dicho aquel de: “después del burro muerto –Suárez no lo era, y nunca llegaremos a agradecerle lo que hizo a pesar de que en aquellos tiempos toda la progresía de por aquí le teníamos como facha– cebada al rabo” de la forma que todos conocemos que tienen, o tenían, algunos de hacer Patria a costa de vidas humanas, es lo que tienen los nazzzionalismos, sea español o turcochipriota: somos diferentes, es decir tenemos tres orejas y hablamos por los codos en lugar de por la boca y los mas guais) y se lo denegaron.

    No obstante al acabar la ceremonia y estando Rebocato –dentro de la taberna, ubicada, esta, al lado de la iglesia– quitándose el reseco (barruntamos, conociéndole, que bebiendo agua mineral aunque no nos atrevemos a especificar si con gas o sin gas) comenzaron a oírse unas detonaciones (a pesar de la denegación del Ayuntamiento el Párroco dijo que al lado de la iglesia podrían encenderla, y la traca se tiró, no se la iban a llevar, otra vez, de vuelta a terretas valencianas) y la gente del bar, ante la ruidera, salió de estampida a la puerta de la Herriko taberna –o lo que fuera– para ver lo que pasaba y Rebocato, que fue el único –y sin ser de Bilbao, pues– que mantuvo la calma, entre otras cosas porque sabía el porqué de la escandalera, soltó: “Lo mismo la ETA ha roto la tregua”. Para añadir a continuación con el fin de calmar a los lugareños: “Franquilos, perdón, tranquilos que es una traca que se han traído a la boda las gentes del País Valencia, que también, ellas, están duramente reprimidas por el Estado Central”, con lo cual la gente se sosegó un tanto y volvieron a sus vasos y a sus cartas del juego del mus, tute perrero o de lo que se terciara en cada mesa. Acto seguido Rebocato se acabó de golpe su consumición (ya se la había pagado, al servírsela, al camarero), se acercó a la iglesia, recogió a su familia y antes de que se disipara el humo de la traca de marras ya estaba derrapando con el coche camino al restaurante “Los Tamarises”, por miedo a si aparecía la Ertzaintza a pedir documentaciones y responsabilidades. Mientras tanto las atónitas gentes de las viviendas que rodeaban la iglesia y que estaban asomadas a balcones y ventanas respectivas, continuaban estupefactas por la “petardá” improvisada. Estos valencianés….

    Rebocato y familia permanecieron 8 días más visitando aquellas bonitas tierras, confraternizando con sus agradables gentes, pero eso ya es otra historia que se contará en otro ocasión, si fuera menester.


PD.- Reseñar que, para tres bemoles, el cuñado de Rebocato, el cual compró una traca, con una largaría de 200 metros (en lugar de los 50m. que reflejamos al publicar, inicialmente, esta entrada de "Rebocato en Euskadi", que es más o menos la longitud del "puente colgante leré, mas elegante leré.." según nos comunicó después de leerla un sobrino político de Rebocato, causante directo, dicho sea de paso, del viaje del nuestro amigo, y familia, a las tierras de Getxo y aledaños) y 5 finales, y la acarreó en el maletero de su coche, desde la Comunidad Valenciana hasta Portugalete, localidad donde tenían reservado el hotel los padres del novio casadero. La supertraca estuvo dentro del maletero del coche, en el aparcamiento del hotel durante seis días, hasta la tarde de la boda en que salieron con el coche del hotel con el fin de dirigirse hasta la Parroquia del Santísimo Redentor Padres Trinitarios, sita en Algorta, donde se iba a celebrar la ceremonia religiosa del casamiento. Los perros detectores de explosivos de las fuerzas autonomías del orden debían de estar constipados o de libranza. 

      Agur, pues.


                        HistoriasdeRebocato@septiembre-2016

2 comentarios:

  1. Gran relato como viene siendo habitual del Señor Rebocato. Una insignificante puntualización sobre la súper traca, y es sobre la medida de la misma. Esta era de una largaria de 200 metros, más o menos la misma distancia que que recorre el puente colgante de Portugalete a Las Arenas.

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  2. Muchas gracias por su puntualización Sr. SoMo.
    Si usted me lo permite voy a tomarme la libertad de añadir la corrección con el fin de corregir la largarla de la traca de marras en la entrada mentada.
    Añadir que, si los bonitos del Norte hacen puentes colgantes elegantes de medidas considerables, en el Levante Español hacen tracas de las misma medida e incluso más ruidosas que el engrasado puente, barrunto.
    Agur.

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