29 de junio de 2016

LA DESTILERÍA ESCOCESA




     INTRODUCCIÓN

           Muy buenas:

      A resultas del reciente viaje de nuestro amigo Rebocato a tierras escocesas, aconteció que en una de las excursiones facultativas que realizó por allí, con guía en castellano (es la única manera de enterarte de algo de lo que visites, ya que aquellas gentes hablan en inglés, gaélico y/o  escocés, resultando que si preguntas a un lugareño y no entiendes ni papa de esos idiomas y el preguntado no tiene nociones de tu idioma, apañado vas para saber que te contestan) llegó a visitar una destilería de güisqui, por lo tanto, para relatar su experiencia, ha creado una nueva entrada en su blog que lleva por título: 


                                          LA DESTILERÍA ESCOCESA


Mas… Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». (Génesis. La torre de Babel)

    Rebocato y acompañantes, durante su visita a Escocia (si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña) antes del Brexit (la sabia voluntad popular triunfando, posteriormente) se apuntaron a excursiones, con desplazamiento en autobús, impartidas, ellas, por guías y conductores españoles que utilizan el idioma de Cervantes para amenizar a los viajeros. Dentro del bus confluyen viajeros de, prácticamente, todos los sitios de España, inclusive alguna pareja sudamericana conocedoras de dicho idioma. Y, ante esto, Rebocato reivindica: ¿para cuando excursiones facultativas en el extranjero con guías que hablen en galego, bable, gacería, catalá, euskera, valenciá, andaluz con deje, etc.?. Ya se sabe que el saber idiomas enriquece el intelecto y entre muchos más, de ellos, conozcamos y practiquemos, mejor que mejor, y más fácil será colocarse y sin necesidad de hacer botellón. Si los idiomas que se hablan en el suelo patrio están amparados en nuestra Constitución, deberíamos exigir excursiones con guías dominadores de nuestras diferentes lenguas de aquí, allá donde vayamos a pintar la mona –aunque sea allende los mares– y proponernos el tratar de acabar con estas exclusiones, en las excursiones, que tanto daño hacen en la convivencia cotidiana de las personas en todos los países que componen España.

     Por el Génesis, barruntamos que, el inventor de los idiomas fue Yahvé, debido a que cuando bajó del cielo para ver la ciudad y la torre (nada que ver con un chalet de Cataluña) confundió las lenguas de todos los constructores (maestros de obras, albañiles, peones y hasta las de las familias de todos ellos, suegras y cuñadas incluidas) de la torre de Babel, de tal forma que, todo el personal en su conjunto que habitaba la Tierra de entonces hablaba hasta ese momento una única lengua; al confundirlas el Sumo Hacedor, las gentes tuvieron que dispersarse por el mundo, más que nada porque aquello empezó a ser un guirigay y no era plan de ponerse a estudiar idiomas, además del hándicap añadido de que, entonces, no existían profesores que enseñaran el conglomerado de lenguas confundidas, ni academias para reunir a los potenciales alumnos en ellas, ni mucho menos escuelas oficiales de idiomas que expendieran títulos de distintos niveles.

     Resultando, por todo ello que, en lo concerniente a España –que entonces no estaba inventada, pero es lo que principalmente nos atañe a los de aquí– los que sabían castellano, catalá, valencía, euskera, galego, bable, andaluz, gacería, etc,. se establecieron dentro de la piel de toro (obviemos a Portugal por separarse, de nosotros, en su día, y ahora es mucho más pobre que Catalunya que intentó separarse como aquella y no lo logró) en: la Meseta Castellana, Cataluña, Comunidad Valenciana, Euskadi, Galicia, Asturias, Andalucía y Cantalejo, etc., respectivamente, y así hasta completar las 17 comunidades autónomas actuales y aledaños.



Pie de estampa: Españoles por el mundo: Un Catalán, un vasco y un castellano, obnubilados, porque no logran entenderse a causa de la bajada de Yahvé. No busquéis al gallego, porque ya se ha ido a hacer las Américas con la intención de regresar como un indiano acaudalado, con el fin de construirse una casa en su pueblo del copón bendito (nos referimos a la casa, no al nombre de su pueblo).


    Una vez en predios escocesas, en una de las excursiones que realizó nuestro amigo Rebocato por las tierras (altas, bajas e intermedias) de los pelirrojos (estos no se dejaron avistar apenas) visitó una destilería de güisqui, en concreto la que lleva por nombre el de Deanston. Ya con todos los excursionistas dentro de la destilería –excepto la conductora del bus y la contraria y la hermana de Rebocato, las cuales no querían respirar los efluvios etílicos a esas horas de la mañana– se procedió a iniciar la visita guiada, impartida por una guía, empleada de la factoría, que era española (la guía no la factoría) y dio toda la plática en castellano. Rebocato pensó, que qué pena que no hubiera hablado, también, en gallego y en catalán porque concurrían, dentro del grupo de visitantes, una pareja procedentes de Ourense (Orense para los no bilingües) y dos matrimonios natos de Cataluña. En fin lo que mentábamos antes sobre la discriminación lingüística que nos asola, una pena, pues la visita hubiera durado el triple de tiempo al impartirse en tres idiomas distintos.

     La visita a la factoría costaba 8 libras por persona –que no te libraba ni Yahvé de abonarlas– que incluía la visita guiada y, al final de ella, una degustación de un güisqui, escocés por supuesto, de mezcla de 12 años. Caso de una segunda degustación, voluntaria, había que pagar dos libras más.

    Les explica la guía que el güisqui, una vez elaborado, se introduce en barriles de madera  –de reutilización, ya que antes han contenido Bourbon o vino fino– para su envejecimiento y, una vez los barriles llenos, se meten en una bodega que se cierra bajo llave. Durante el proceso de envejecimiento, a lo largo del tiempo, se evapora, aproximadamente, un 10% del total de la cantidad de alcohol que contiene cada barril,  a través de los poros de la madera de la cuba (Rebocato cree que un porcentaje del 10% no se evapora, sino que se lo bebe el que guarda la llave), por lo que cuando sacan los barriles para embotellar el güisqui y ante la presencia de un funcionario de la administración, pesan los barriles y de esta manera solo paga la factoría el impuesto sobre el güisqui existente, no así del güisqui evaporado (o bebido por el bodeguero del candado).

     Rebocato piensa que no están muy acabados los bodegueros de por allí, más les valdría que embotellaran el güisqui, nada más elaborarlo, directamente a las botellas y evitarían, de esa manera, pérdidas por las evaporaciones, así como que, no tendrían necesidad de comprar barriles de segunda mano a los Yankees ni a los andaluces, porque, a saber que no habrán echado en el interior de los barriles los bodegueros dueños de los barriles antes de enviarlos a la destilería de marras para su reutilización.




Pie de foto.- Hete aquí la factoría de marras con un amable lugareño que pasaba casualmente por allí y al ver a Rebocato haciendo la  instantánea se puso en medio y posó de la forma en que se aprecia su fina estampa plasmada en la fotografía. Lo dicho, la gente escocesa es muy agradable.

     En Escocia el alcohol está muy penalizado, económicamente hablando, hasta las cervezas que se venden por allí procedentes de España (por lo que vio Rebocato tanto en Edimburgo como en su visita en marzo a Londres) marcas de San Miguel y Estrella Damm, las rebajan de grados de porcentaje de alcohol del 5,4% al 5% y del 5,4% al 4,8%, respectivamente, con el fin de poder competir en precio con las autóctonas de por allí, claro. Los pubs los cierran a diario antes de que se cumplan las 00:00h y en los supermercados no te venden alcohol antes de las 10:00h., ni después de las 22:00h., debe de ser porque tienen muy mal beber, a pesar de ser buena gente, las gentes de por allí.

       Estando Rebocato, y su gente, en un pub de Edimburgo –cercano al hotel donde se hospedaban– celebrando que volvían a su Patria al día siguiente, sobre las 23:40h. los camareros apagaron y encendieron varias veces las luces del local (esto también lo hacen en las Irlandas), lo cual significa que te arrimes a la barra, caso de querer tomar la última ronda (En España se dice siempre la penúltima porque siempre hay una siguiente), allí es la ultima o te echan a patadas si estás bajo los efluvios del alcohol y te pones modorro con la repetición. Rebocato, contraria y hermana de aquel se acercaron a repetir. El cuñadísimo no, porque adujo que ya iba tocado de morro. Cuando vuelven los tres peticionarios a la mesa, birras en manos, se acerca un camarero y le suelta una parrafada a Rebocato y este como el baturro de más abajo dice: “chufla, chufla…soy spanish y no me entero”. Al rato vuelve el camarero y le enseña el móvil a Rebocato en el cual pone, literalmente: “Dentro de un cuarto de hora cerramos”. Rebocato le da el OK con una sonrisa y pulgar hacía arriba de la mano derecha. Para no buscar líos, ya que es el último día de visita a los escoceses, antes de que les echen de malos modos del pub y dejar en mal lugar a todos los spanish, controlando el tiempo que falta para el cierre, apuran las birras (no es cuestión de dejarlas a medias, ni de pedir vasos de plástico para transportarlas) y, después de despedirse amablemente de los camareros (lo cortés no quita lo valiente) salen del local.

   Ya en la calle dice Rebocato que va a entonar el “Asturias patria querida…”, pero ante la mirada inquisitoria de su contraria (que por cierto no es asturiana) desiste y, sin montar gresca, los cuatro se dirigen, en buena armonía, hacia el hotel.

    Prosigamos con la visita a la destilería: Después de visitar las diferentes salas y bodegas del recinto se inicia la degustación del güisqui, y la guía va ofreciendo a cada uno de los visitantes del grupo, una copa de vidrio transparente en forma de tulipa –dicen que son las mejores copas para degustar el líquido elemento mencionado–, avisa de que nadie beba hasta que ella lo diga y comienza a dar órdenes sobre el protocolo de degustación anunciando a la concurrencia (pagadora de las 8 libras de rigor) en plan Señorita Rottenmeier –(Fräulein Rottenmeier) ya que andamos metidos en la, tan traída y llevada, inmersión lingüística–) lo siguiente:

     1º.- Muevan la copa dando ligeros giros, sin brusquedad, de tal forma que se aprecie el alcohol que se pega en las paredes del cristal de la copa a causa del movimiento circular.
 (Rebocato, al ver la ínfima cantidad de güisqui que contiene tanto su copa, como la de su cuñadísimo que lo tiene al lado, al igual que las del resto del grupo de catadores, piensa: “barrunto que, nadie se emborrachará con estos copazos”).

     2º.- Metan la nariz dentro de la copa con el fin de aspirar los aromas de la bebida y aguanten, aspirando profundamente, con la nariz (napia) dentro, (Rebocato obedece e introduce su apéndice en la copa, pero como empieza a picarle la membrana pituitaria y, sin sacar la nariz de la copa, deja de aspirar no sea que le dé por estornudar y se vaya el poco güisqui, que le ha tocado en suerte, a hacer gárgaras, y sin pasar por la garganta).

    3º.- Beban un sorbo y sin tragarlo muevan el líquido en el interior de la boca durante tantos segundos como años tiene el güisqui –en este caso doce–.
(Rebocato da un sorbito y el contenido de la tulipa se queda temblando, a la vez que empieza a pasear lo bebido de un carrillo a otro y se acuerda de cuando entró a trabajar –hace ya la friolera cifra de 40 años– en la sede central de una empresa monopolista –el dictador cobraba de ella, un “donativo mensual” de 10.000 pesetas (11.000 euros de hoy en día, dicen las malas lenguas), según relata nuestro historiador Ángel Viñas en su libro “La otra cara del Caudillo”  articulo informativo en El País http://cultura.elpais.com/cultura/2015/09/05/actualidad/1441482173_263106.html) de telecomunicaciones, en cuyo edificio existían en todas las plantas escupideras de bronce, ubicadas aparentemente en el suelo a la salida de los ascensores; escupideras donde daba pena esputar por lo relucientes (tanto o mas que los clavos del carro robado, antaño, al Manolo Escobar) que estaban siempre, y, de paso, mira a su alrededor buscando algún lavabo o papelera para echar toda la bebida de su boca con las babas generadas incluidas, pero hete aquí que, la persona que imparte la cata, después de los 12 segundos de movimiento del liquido en boca, dice que:  “a tragar….”. Todo el mundo obedece la orden, inclusive nuestro sin par Rebocato).

     4º.- Ahora –continúa la guía de Spain– es el momento de dar un pequeño sorbito de la copa y tragarlo tranquilamente para degustarlo bien. (Rebocato se bebe lo poco que queda al igual que tres maños presentes –con trazas físicas de estar, todos ellos, ya en la sesentena– los cuales tienen la copa más limpia que una patena).

    5º.- A continuación –prosigue la guía– echaré dos gotas de agua en cada copa para mezclarlo con el güisqui que les queda y lo catan ustedes de nuevo.
(Con una probeta en la mano la guía va repartiendo gotitas en las copas del grupo, excepto en las de los tres maños y en la de Rebocato, que se miran como diciéndose menos mal que nos lo hemos acabado ya, porque si no nos agua el güisqui de 12 años la muchacha esta. Con esto, al mentar a los maños, no queremos herir susceptibilidades regionales/nacionalistas tal y como está, hoy en día, el tema de las nacionalidades –o como se diga– dentro de la nación, es decir, no insinuamos que a los maños les guste el alpiste en demasía, sin ir más lejos nuestro amigo Rebocato da fe de ello ya que tiene amigos maños y no quiere dar a entender que sean personas tendentes a amorrase al jarro en exceso, ni que anden bolingas todo el día, son, más bien, comedidos en ese aspecto, al menos en público –bueno, en ocasiones especiales de celebraciones varias, se arrancan a cantar alguna que otra jota aragonesa, dicen que improvisada– pero tampoco sabe Rebocato lo que hacen en su casa, puertas adentro, con el contenido de las botellas de su mueble bar o cervezas de la nevera o en sus respectivos Centros Aragoneses o bares de la esquina de sus barrios respectivos).

    Actualmente, estos temas de las peculiaridades de las personas originarias de cada autonomía, es un asunto que levanta ampollas a menos que uno se descuide. Siempre se han hecho chistes sobre los: madrileños, catalanes, vascos de Bilbao y vascos de sus alrededores, andaluces (Lepe se lleva la palma), gallegos, baturros (chufla, chufla, como no te apartes tú)-, valencianos, murcianos, etc. Y a pesar de ello hemos sobrevivido (bueno, algunos han quedado en el camino) y, lo más difícil, hasta convivido. Pero, desde unos años a esta parte las modas políticas, dirigidas al antojo de algunos políticos, nos han llevado, como se dice vulgarmente, al huerto, para perjuicio de los de siempre, es decir, de las buenas gentes de a pie.




Pie de video.- Escena de la película  Nobleza baturra” dirigida por Florián Rey en 1935. Durante la II República fue uno de los mayores éxitos comerciales del cine español

    En fin, dejémonos de cuestiones que van a tener mal arreglo, hasta que vuelva a bajar Yahvé y nos desconfunda  las lenguas, y centrémonos en finalizar la cata de los visitantes variopintos de la destilería:

   Una vez acabada la primera cata, la guía pregunta que quien se apunta a la segunda –recordar que, el que se anime, tiene que apoquinar dos libras más de vellón, además de las ocho previas–. A pesar de que hay gentes de distintos puntos de España solo se animan a la segunda cata los tres maños y Rebocato. El cuñadísimo de este –que es, según él, madrileño castizo del barrio de Chamberí, a pesar de estar bajo sospecha de residir, en su juventud, en Canillas– en principio está dispuesto a trasegarse otro güisqui al coleto pero al recibir una llamada en su móvil desiste y sale  del recinto en busca de cobertura, Rebocato cuando su cuñado sale de la sala de catas dice a la guía:

      –“Ese chulo madrileño se larga y se libra de pagar las 8 libras”.

     La guía un tanto absorta responde:

    – “Hombre, me imagino que después volverá”

    Y Rebocato apunta:

   –“Posiblemente, pero para el siguiente verano, como hacían en mi pueblo castellanoviejo, de un agosto a otro, los madrileños arrebañaorzas de tajadas de lomo y chorizo, y arramplacorrales de huevos y gallinas en pepitoria”.

     A continuación, Rebocato, añade:

    –“Tranquila, que es una broma, es cuñado mío y te abonaré sus 8 libras, mal que me pese, ya que llevo una treintena de años residiendo por el litoral Este Mediterráneo y estoy un tanto contaminado a causa de seguir el, tan traído y llevado, consejo de: <allá donde fueres actúa como vieres>”.

      Que paciencia tuvo la guía de la destilería que, a pesar de lo dicho, era muy maja, atenta y competente.

     El güisqui de la segunda cata de los tres maños y Rebocato, es de una antigüedad de 20 años en canal (al menos eso les asegura la guía, aunque en la etiqueta de la botella no hay dígito alguno que lo garantice), o sea, hay que pasearlo entre carrillos durante 20 segundos, en vez de los 12 del anterior (imaginaos como estará el güisqui a la hora de tener que bajarlo, faringe abajo, hasta que llegue al esófago y asentarse en el estómago– pero esta vez tanto los maños de Zaragoza, como Rebocato, prefieren no estropear el güisqui de mezcla con sus propias babas y se lo beben a su aire, eso sí, saboreándolo poco a poco, debido a que la cantidad servida en las copas sigue siendo un tanto paupérrima y dos libras no son dos euros, aún no había llegado el Brexit a Escocia (la mayoría de escoceses e irlandeses del norte votarán en contra) con la consiguiente rebaja del valor de la libra con respecto al euro.

      El personal de la segunda toma, sale de la destilería sin problemas, caso de presentarse el hipotético caso, de tener que sentarse al volante y toparse con un control de alcoholemia. Ya no digamos el personal que tomó una sola toma, eso sí, esta, con babas personales de cada cual incluidas. Una vez en el autobús, ni jotas aragonesas improvisadas, ni gaitas, bueno jotas cantadas no, quizás a causa de que a los maños les ha faltado algo de combustible, en cambio si que habrá gaitas debido a que más adelante el bus tiene una parada técnica en una vista panorámica (“lugar pintoresco” que se decía por Spain, antaño, cuando Fraga, antes de reciclarse a demócrata de toda la vida) donde paran para hacer fotografías y pulula por allí hay algún que otro gaitero tocando la gaita. La guía dice que esos gaiteros (a los cuales la gente les echa monedas) donan un porcentaje de su recaudación para obras sociales, es lo que tienen estos protestantes/ calvinistas/ presbiterianos.



  Pie de foto.- Hete aquí a un gaitero presbiteriano retratado a traición por Rebocato con el fin de no tener que soltarle la mosca, ya que, como dedican un porcentaje de su recaudación a su comunidad.religiosa, no quiere Rebocato ser excomulgado por el Papa Francisco –caso de enterarse, este, del hecho de echarle limosna– a causa de subvencionar obras del protestantismo por muy nobles y altruistas que ellas sean.  

     Posiblemente lo de la, tan traída y llevada, tacañería escocesa, provenga de lo rácanos que son los “escotes”, a la hora de servir el güisqui, al menos –más menos que más– con los que visitan sus destilerías. Por otra parte, hay una leyenda urbana que apunta a que los escoceses no son tacaños, simplemente es que tienen los bolsillos muy profundos y los brazos bastante cortos. Así no hay manera de que alcancen su billetera.

     A Rebocato no le hubiera importado realizar la visita a la destilería con una guía que hablara, por ejemplo, en euskera, a cambio de que las copas de tulipa las llenaran de güisqui como Dios manda.

    Un par de consejos para los que cometan el error de visitar Escocia y con el fin de que no gasten peniques a lo tonto:

     1º– “No paguéis ni un solo penique por visitar una destilería en Escocia”.

    2º– “No compréis güisqui en Escocia, ya que, es mas caro comprarlo allí que el hacerlo en España, incluso en la tienda del gourmet de El Corte Inglés, que ya es decir”.


                     HistoriasdeRebocato@junio-2016



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